Los delincuentes, armados como un Ejército
Los narcos y la Guardia Civil: radiografía de una lucha desigual
Los sindicatos policiales llevan tiempo alertando de las carencias, en medios y en efectivos, de los cuerpos de seguridad, mientras que los delincuentes aglutinan auténticos arsenales de guerra
«Ellos tienen todos los medios a su disposición y la Guardia Civil no cuenta con medios similares para combatirlos», lamentaba, tras conocerse la muerte de dos agentes a manos de los narcotraficantes, el fiscal jefe de Cádiz, Ángel Núñez.
Sus palabras radiografían una situación tan injusta, peligrosa como inequívoca: la desigual lucha a la que se ve abocada la Benemérita contra los delincuentes. Lo sucedido en Barbate es una muesca más de lo que ocurre y puede llegar a ocurrir si no se revierte la tendencia.
Batallar contra el narco es inseguro. Y lo es porque el enemigo cada vez utiliza armas más mortíferas.
La Fiscalía Superior de Andalucía calificaba la tenencia ilícita de armas en los lugares de custodia de la droga como «muy preocupante», añadiendo que durante 2022 se constató que los narcotraficantes usan arsenales cada vez más potentes.
Así, se han intervenido en distintos puntos de Andalucía fusiles de asalto AK-47, y en agosto de 2022, la Policía halló en el suelo de una vivienda de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) todo un arsenal: un subfusil Zastava, otro Skorpion –que puede disparar 850 balas por minuto– y numerosas pistolas, revólveres, escopetas de dos cañones, todo ello en perfecto estado de funcionamiento.
Frente a ello, la Guardia Civil va en demasiadas ocasiones en situación precaria de desigualdad. Así ha pasado esta vez: una zódiac pequeña contra una narcolancha de 14 metros, antesala de la tragedia.
Como un Ejército
Lo sucedido en las aguas gaditanas pone sobre la mesa la preocupante carencia de recursos en el ámbito policial y judicial, mientras que los narcotraficantes van armados hasta los dientes. Como si fueran un Ejército. De hecho, en medios y material, lo son.
Fusiles de asalto, lanzacohetes, explosivos, granadas de mano y pistolas eléctricas. Este es el arsenal que se ha ido interviniendo en diferentes operaciones antidroga durante los últimos años en las provincias de Málaga y Cádiz.
Fuentes policiales subrayan que este progresivo fenómeno no ha ocurrido de un día para otro. Y va a más. Porque el particular refuerzo de los narcos contrasta con la decadencia de los que les confrontan.
Es algo que hasta notan las personas que no son expertas en la materia. «¿Esa es la Guardia Civil? ¿Con esa lancha de mierda?», se le oye decir a una de las personas que estaban en el puerto en el momento de la tragedia, como se puede comprobar en los muchos vídeos que han corrido por las redes sociales.
«No tienen otra cosa, es lo que tienen aquí», se oye que contesta su interlocutor.
Oídos sordos a las peticiones de mejora
Por ello, tras el asesinato de dos compañeros, esta asociación ha dado un paso al frente y ha exigido la dimisión del ministro del Interior.
«El pasado 1 de febrero pedimos más medios y un mayor número de efectivos para controlar el paso de la droga por la desembocadura del Guadalquivir», señala en un comunicado.
«Reclamamos la dimisión del ministro, a quien durante años esta asociación ha reclamado la declaración de Zona de Especial Singularidad para esta parte de España, donde las mafias del tráfico de drogas y de personas actúan cada vez con mayor impunidad».