Fuerzas Armadas
Instrucciones para cuando se ha caído prisionero del enemigo: no te resignes a ser un rehén
La fuga de una prisión y la resistencia a los captores han sido recogida en películas como La gran evasión e incluso en juegos como La fuga de Colditz, que recogen hechos reales que siguen estando de actualidad
Traemos a esta sección una experiencia pretérita de boinas verdes españoles prisioneros en manos de la Compañía EHRK 300 de Alemania
Como explicó el general Vicente Bataller, boina verde, legionario, paracaidista y prolífico autor: ¿Nos hemos detenido a pensar alguna vez cuántos miles de personas han sufrido las penalidades de un campo de prisioneros y las torturas físicas y psíquicas de los interrogatorios? Recordemos, por ejemplo, los campos de la Segunda Guerra Mundial o los que hubo en la jungla de Vietnam. ¿Cuántos combatientes supieron acogerse a las líneas propias tras un contacto adverso con el enemigo y qué cantidad de prisioneros facilitaron información por no estar debidamente instruidos en esta materia, o incluso murieron por no poder soportar las duras condiciones al no estar preparados ni física ni psicológicamente para ello?
Es una formación imprescindible. En los países de la OTAN, la enseñanza sobre cómo sobrevivir y fugarse de un campo de prisioneros se perfecciona en una escuela común con sede en Alemania. Y en general, se escalona y ejercita a partir de la formación académica de sus cuadros de mando, futuros instructores de la tropa en tiempos de paz y responsables del mantenimiento de la moral y de preparar la huida organizada en caso de encontrarse detenidos en un campo de concentración. No olvidemos que, de caer prisionero, a mayor graduación, mayor será la información que el enemigo pueda conseguir y por tanto, es imprescindible conocer las técnicas de neutralización de los interrogatorios.
Los ejércitos que conocen la experiencia y la importancia de la evasión, la supervivencia, la información obtenida en los interrogatorios… invierten mucho tiempo y recursos en entrenar a sus hombres en estas técnicas, basándose en observaciones de soldados y marineros que ya sufrieron antes estas penurias en diferentes conflictos. Los militares de Estados Unidos imparten cinco cursos distintos de supervivencia, evasión y escape. Alguno de ellos, como el de instructor, tiene seis meses de duración. En el resto de naciones de la Alianza Atlántica, o bien existe un curso específico como por ejemplo en Alemania, Italia, Francia, Bélgica y Holanda o el aprendizaje de estas técnicas se desarrolla dentro de una fase más del curso de operaciones especiales, como sucede en Grecia, Portugal y España.
Si bien este tipo de instrucción es imprescindible para todo el personal que pueda actuar en la retaguardia enemiga, como es el caso de las unidades de operaciones especiales, pero también de paracaidistas, pilotos abatidos o agentes especiales, no por ello deja de ser necesario para el resto de los miembros de las Fuerzas Armadas. En particular, resulta muy útil para los cuadros de mando, pues nadie está libre de caer prisionero en un combate convencional o de que su unidad sea desbordada y quede aislada tras una penetración profunda. Un tipo de acción muy habitual en los conflictos actuales.
De caer prisionero, a mayor graduación, mayor será la información que el enemigo pueda conseguir. Es imprescindible conocer las técnicas de neutralización de los interrogatorios
El código de conducta es una trilogía: no dejarse capturar, no colaborar con el enemigo y escapar. En la ficha de instrucción sobre el comportamiento a seguir en caso de caer prisionero hay prácticamente cuatro datos. Sólo está permitido facilitar al enemigo nombre, edad, empleo y número de identificación. La resistencia requiere no solo tener unos conocimientos teóricos amplios, sino especialmente experimentar condiciones extremas de gran aplicación para todas las situaciones, siempre dentro de unas reglas de seguridad y de acuerdo con la normativa contemplada por la OTAN, que España, como un miembro más de esta organización, se encuentra obligada a observar.
Esta instrucción aporta múltiples ventajas de diversa índole, como elevar la moral del soldado por la confianza que adquirirá por sí mismo y aumentar el número de combatientes, al haber sido entrenados para evitar caer prisioneros o bien para fugarse de un campo de concentración, si son capturados. Por otra parte, el enemigo obtendrá menos información de estas fuentes, incrementando la inteligencia propia por lo observado durante la evasión.
La evasión
Lo normal es que cuando una patrulla de operaciones especiales quede aislada en la retaguardia enemiga por un fallo en la esfera de filtración, o por cualquier otro motivo imprevisto, intente pasar inadvertida entre las líneas enemigas efectuando marchas a pie durante la noche y descansando en lugares a cubierto y seguros en horas diurnas. No obstante, si se dispone de armas y municiones y no se detectan intervalos desguarnecidos, recorriendo las líneas bien con hombres aislados o formando grupos pequeños, pueden abrirse camino a la fuerza en una última fase de la evasión atacando los puntos más vulnerables del enemigo e incluso realizando acciones tipo guerrillas si el potencial humano propio lo permite.
En la evasión lejana, la comodidad de viajar en transportes públicos disfrazado de paisano conlleva muchos riesgos. Los frecuentes registros que tienen lugar en las estaciones aconsejan abandonar el medio de locomoción antes de alcanzarlas y tener preparada una historia lógica explicando a qué se dedica, a dónde va, etcétera. Y es que en caso de ser capturado con ropas civiles, el trato será de espía y no ya de prisionero.
En ocasiones, la última etapa, el cruce de líneas de combate, es el momento más crítico de la evasión. La impaciencia puede echar a perder el trabajo de muchos días e incluso la vida misma. En tierra de nadie abundan las patrullas de ambos bandos, por lo que deben extremarse las medidas de seguridad para detectar tropas propias o amigas. Entonces se llamará su atención desde una posición a cubierto y agitando un trapo, a ser posible blanco. Al ser invitados a avanzar, se marchará despacio y con precaución, ya que cualquier manifestación eufórica puede ser malinterpretada mientras no se compruebe la identidad de los evadidos, resultando que al final tiene lugar un recibimiento a tiros de nuestros compañeros o aliados.
Campos de prisioneros
De caer prisionero es inútil abatirse y recriminarse. Lo primero que hay que hacer es un examen de conciencia que debe conducir al propósito firme de mantener la voluntad de sobrevivir a pesar de las peripecias y duras condiciones de vida, humillaciones, hambre, etcétera, no colaborar con el enemigo, neutralizar sus interrogatorios, resistir las torturas físicas y mentales si las hay. Intentar escapar a la menor oportunidad que se presente o mediante un plan de fuga sin perder nunca esta ilusión.
Si la captura corre por cuenta de unidades de primera línea, al principio el trato de esos soldados combatientes será soportable. Pensarán que lo mismo puede ocurrirle a ellos y los interrogatorios de los oficiales de información serán poco severos, pero a medida que los prisioneros sean evacuados a puntos de reunión situados más a retaguardia, sobre todo en las últimas fases del interrogatorio, incluidas las realizadas al llegar al campo de concentración, intervendrán especialistas en inteligencia, dueños de todos los datos recopilados hasta ese momento por el enemigo y entrenados para sacar la verdad.
Lo primero que hay que hacer es un examen de conciencia que debe conducir al propósito firme de mantener la voluntad de sobrevivir a pesar de las peripecias y duras condiciones de vida
El interrogador explotará lo poco que conoce sobre la información que se desea obtener, haciéndole ver al capturado que sabe mucho, intentando así detectar sus mentiras, grabará todas las conversaciones de forma que al preguntar lo mismo en días sucesivos afloren las respuestas no coincidentes, empleará técnicas de ablandamiento y todos los recursos posibles para extraer la información.
El prisionero hará frente a ello de la siguiente manera: uno, no contando embustes, a lo sumo refiriendo datos intrascendentes; dos, no perdiendo la calma para aguantar mejor la tensión; tres, mostrándose respetuosos, sin dar indicios de cooperación; cuatro, resistiendo las tentaciones de hablar ante amenazas o promesas y negándose a aceptar favores; cinco, no comentando nada sobre compañeros, aunque digan que se han convertido en colaboradores; seis, no mirar a los ojos del interrogador, sino concentrándose en un punto de su frente. Y finalmente contando cada día que pase como una victoria, pues llegarán nuevos prisioneros y los antiguos perderán la actualidad.
El plan de supervivencia de un campo de prisioneros que contribuirá a mantener alta la moral será organizado por el oficial más antiguo con la colaboración del resto de cuadros de mando y expertos de diversa índole, y abarcará los siguientes aspectos: contrainformación para descubrir a los colaboradores infiltrados y micrófonos escondidos, así como ayudar a los compañeros sometidos a interrogatorio; información para recopilar las noticias y difundir la verdad y así evitar bulos, servirá un periódico clandestino transmitido mano a mano o por vía oral; salud física, obligando a participar a los cautivos en deportes, juegos, educación física e higiene corporal, lavado de prendas, observación de las medidas sanitarias y descanso, alimentación basada en la necesidad de comer cualquier rancho, por malo que sea y de completar la dieta con hierbas comestibles, hormigas, saltamontes, gatos, perros, etcétera; salud mental, lo que significa ocupar la mente en aprender cosas nuevas, educación y estudio, activación de la creatividad, dibujo, escritura, juegos, esparcimiento, sentido del humor, chistes, comedias, espíritu de cuerpo, o lo que es lo mismo, evitar riñas, no delatar faenas de los compañeros, ayudarse mutuamente y en especial a los camaradas apáticos, depresivos y solitarios, será necesario mantener una rígida disciplina y obedecer escrupulosamente las órdenes recibidas; aspecto legal para establecer un sistema de representación que canalice las demandas dentro del campo de prisioneros y protestas ante el incumplimiento de la Convención de Ginebra.
El escape
El mejor momento para escaparse es en los primeros momentos que siguen a la captura, pues los vigilantes serán, casi con seguridad, combatientes inexpertos en la custodia de prisioneros, incluso poco numerosos, o heridos que puedan manejar armas para no distraer fuerzas del frente.
Aprovechar la confusión general que reina en toda batalla o la producida por bombardeos de artillería o aviación y las condiciones atmosféricas adversas también pueden favorecer a los cautivos. En esta situación, al marchar mandos y tropas separados, dada la premura de tiempo, el escape será improvisado, individual o por pequeños grupos espontáneos que aprovecharán inmediatamente las ocasiones que se presenten en un estado de confusión como los mencionados anteriormente.
Los saltos de noche o en zonas boscosas facilitan la huida de prisioneros, o simplemente cuando los vigilantes muestren señales de fatiga. En la medida que los prisioneros se han alejado del lugar de la captura se dificulta el escape. Así la fuga con éxito desde un camión o un tren ya no contará con las ventajas que ofrece hallarse próximo a la línea del frente. Debiendo saltar al disminuir la velocidad y, a ser posible de noche, para entorpecer la persecución. La huida desde un vagón de mercancías requiere arrancar las tablas del suelo, cubrirse con trapos cabeza, rodillas, codos y tórax y dejarse caer con la cara hacia adelante, permaneciendo inmóvil una vez en el suelo hasta que el tren se haya alejado.
Internados en el campo de concentración, la fuga va a ser mucho más ardua. De hecho, se requiere estudiar con detalle un plan compuesto por tres fases diferentes. La primera es la salida del campo. Contempla hacerlo a través de las alambradas que puedan existir, líneas con perros, vallas electrificadas, enfiladas con armas automáticas iluminadas con deflectores, cruzando puertas; si es necesario puede esconderse, por ejemplo, en un vehículo de los que salen periódicamente o a través de un túnel, sistema más seguro, pero que requiere mucho secreto y organización.
La segunda fase es el alejamiento de las proximidades. Resulta peligrosa si no se domina la emoción del éxito inicial, pues existe la tendencia a levantarse y correr sin precauciones. Finalmente, la tercera y última fase, ya comentada anteriormente, admite dos modalidades de supervivencia: con recursos naturales o mezclándose con la población civil, en cuyo caso será necesario, antes de la fuga, reunir documentos, dineros, ropas, comidas y útiles como encendedores, relojes, brújulas y herramientas fabricadas u obtenidas gracias al ingenio de los prisioneros.
Como ejemplo de lo que puede suponer un trato de prisioneros, en un ejercicio de operaciones especiales de los que organizan la OTAN, veamos la forma de trabajar de la compañía de interrogatorios que tiene el Ejército alemán, la compañía 300.
LEHRK companie
En un ejercicio efectuado en Alemania se orientó de modo que sin saberlo de antemano, todas las patrullas de boinas verdes, entre ellas las españolas, fueron capturadas durante el cumplimiento de su misión y conducidas a un centro de interrogación de prisioneros. Sucesivamente cada patrulla fue cercada, dado que la dirección del ejercicio conocía en todo momento los puntos donde estaban observando o reconociendo, y en la mayoría de los casos fue capturada para experimentar. Los patrulleros fueron hechos prisioneros por los paracaidistas encargados de su captura y entregados a los hombres de la compañía 300 de la Academia de Inteligencia, responsables del interrogatorio.
Interrogatorio
Todo el proceso fue registrado y conducido. Y también el trato del interrogatorio durante 24 horas seguidas. Conviene aclarar que en ningún momento los especialistas alemanes se salieron lo más mínimo, para obtener información, de la normativa establecida por la OTAN y lo aprobado por los Convenios de Ginebra y de La Haya sobre el trato de prisioneros y de Derechos Humanos.
Asimismo, el proceso podría interrumpirse o no efectuarse a petición del jefe de la delegación del país correspondiente, o bien por solicitud del prisionero, previa consulta con el citado jefe. Lógicamente, también por recomendación del médico. El trato a los prisioneros siguió un proceso metódico y bien preparado. En primer lugar, los prisioneros fueron encapuchados, colocándoles en la cabeza un saco de tela que les sumergía en la total oscuridad y les dificultaba ligeramente la respiración. A la vez, eran maniatados, permaneciendo así de rodillas o tumbados en el suelo, a la espera de que les trasladasen a los sótanos, verdaderas celdas del campo de prisioneros.
Transcurridas 24 horas interminables venía la liberación y de nuevo el traslado al campo para continuar el ejercicio
Cuando les llegaba su turno eran conducidos a donde, tras liberarles las manos, se desnudaban y vestían con un mono. De sus cuellos colgaba un cartón con los datos de captura, el número asignado como prisionero, número que se pegaba a la vez en la bolsa de la ropa, equipo y mochila, siendo todo este equipo individual registrado minuciosamente para descubrir información camuflada en prendas, orden de operaciones, misiones, frecuencias, cartas personales, etcétera. Este material se almacenaba en un cuarto del sótano, mientras el prisionero era presentado ante el médico y ante el psicólogo para pasar una revisión completa y conocer su estado de salud tanto física como mental. Si se alegaba cualquier dolencia o hacía saber el deseo de no sufrir un trato de prisionero, era liberado previa consulta con la delegación de su país presente en el ejercicio. De lo contrario, era trasladado a una celda y sometido a sucesivos interrogatorios.
Según el jefe de la compañía 300, los mejores resultados se obtienen empleando un buen trato. En cada interrogatorio, un agente vestido de paisano iba cambiándose. En ocasiones su misión se limitó a observar durante mucho tiempo y hablando solo al final. Otras veces invitaba a tomar café, a fumar o por el contrario, daba voces o golpes contra la puerta o la mesa, preguntando una y otra vez lo mismo cambiando repentinamente la conversación hacia temas intrascendentes o personales. Transcurridas 24 horas interminables venía la liberación y de nuevo el traslado al campo para continuar el ejercicio. Esta vez con una idea fija en todas las patrullas de no volver a caer prisionero, a pesar de ser un trato simulado y voluntario, sabiendo de antemano que no iba a existir violencia física y que todo finalizaba en el mencionado espacio de tiempo.
Las sensaciones experimentadas fueron muy interesantes para los boinas verdes españoles desde el punto de vista formativo, especialmente por encontrarse en el extranjero y con unos vigilantes que hablaban un idioma diferente. Al final de la experiencia se obtuvieron dos conclusiones: uno, la necesidad de obtener una buena formación individual en contrainteligencia, especialmente por lo que hace a la instrucción para saber resistir como prisioneros y contrarrestar los interrogatorios. Dos, la eficacia de los métodos sistemáticamente empleados por la compañía 300, muy bien estudiados y útiles; a pesar de no salirse de la normativa vigente, esto es, sin violencia, se puede obtener información, sobre todo si los interrogatorios se hubiesen continuado durante más tiempo, que es lo que hubiera sucedido en una situación real.
Cabe destacar en este sentido que en la preparación previa en trato de prisioneros recibido por los boinas verdes españoles fue sumamente útil y muy bien valorada por los técnicos alemanes en interrogatorios. Al final elogiaron la fiereza física y psicológica de los soldados españoles de operaciones especiales.