Crónica
Un ex miembro del grupo neonazi Cedade figura como enlace entre el Kremlin y el secesionismo catalán
Enric Ravello i Barber formó parte de la delegación que en 2014 avaló el simulacro de referéndum sobre la anexión de Crimea a Rusia
Enric Ravello i Barber, un soberanista catalán de extrema derecha, antiguo miembro del Círculo de Amigos de Europa (CEDADE), organización neonazi fundada en Barcelona en 1966 y disuelta en 1993, sería uno de los hombres clave del entramado independentista en el entorno del Kremlin. Ravello formó parte de la delegación internacional que en 2014 avaló el simulacro de referéndum sobre la anexión de Crimea a Rusia invitado por el Observatorio Euroasiático para Democracia y Elecciones. Nacido en Valencia en 1968, el ultranacionalista ha sido también dirigente del Movimiento Social Republicano (MSR), grupo político autodefinido nacionalrevolucionario y transversal, que en 2013 trajo a España a Aleksandr Duguin, uno de los mentores ideológicos de Putin, y de la xenófoba Plataforma per Catalunya (PxC), donde se encargó de las relaciones internacionales.
Durante su visita a Simferópol, la capital de la ex provincia ucraniana, para bendecir la consulta fake montada por Putin y justificar la ocupación de los «hombres de verde», Ravello no ocultó su admiración por aquel proceso secesionista de hechos consumados hasta el punto de considerarlo como un referente: «He visto a la gente votar en libertad, así que hay esperanza para la democracia, los derechos humanos, la autodeterminación y la victoria para el pueblo de Crimea. Aquí hay más libertad que en Cataluña. Crimea es un ejemplo para nosotros en Cataluña», declaró a la prensa. En un despacho de la agencia EFE fechado en Kiev el 16 de marzo de 2014 Ravello aparece citado en la lista de observadores extranjeros publicada por el diario Ukrainskaya Pravda como «diputado en el Parlamento español por Cataluña».
Precisamente en la primavera de 2014, Enric Ravello y otros militantes de Plataforma per Catalunya que rechazaban su resiliente españolidad constituyeron la formación identitaria Som Catalans (SOM). De ideología independentista, etnicista e islamófoba con el marco de los Paisos Catalans como divisa, SOM se crea al regreso de Ravello de Crimea, donde experimentó el secesionismo por la vía unilateral y tutelado por la potencia ocupante. Tres años después, el 1 de octubre de 2017, durante el mandato de Carles Puigdemont como presidente de la Generalidad, tuvo lugar la celebración ilegal del referéndum de autodeterminación de Cataluña y una fallida declaración de desconexión del territorio nacional el día 27 del mismo mes.
Anteriormente, en diciembre de 2020, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) había constatado el giro anti-inmigración de Junts per Catalunya (JxCAT) al denunciar la presencia de Josep Costa i Rosello, vicepresidente del Parlament entre 2018 a 2021 y mano derecha del presidente Puigdemont, en una reunión con formaciones independentistas de extrema derecha xenófoba. Diputado de JxCAT por Barcelona en la XII legislatura, Costa ha sido el artífice jurídico de los fugados Carlos Puigdemont y Antoni Comín en su aterrizaje a la Eurocámara. Incluso, dado integrismo independentista y su proximidad a los círculos de extrema derecha asimilados, algunas fuentes no descartan que a pesar de su reciente distanciamiento con Puigdemont sea el inspirador de la iniciativa para transferir a la Generalitat en exclusiva las competencias de inmigración. Se trataría, según estos medios, de una maniobra para retener a los miembros del núcleo duro del soberanismo que se oponen a negociar con el Gobierno la amnistía, desafectos entre los que se encuentra el cantante Lluís Llach. En paralelo, el líder ultra de SOM, que ha realizado trabajos para la nomenklatura de Putin, se declaraba firme baluarte de las tesis del supremacismo identitario, reconoció durante una entrevista en YouTube para la plataforma Ciencia y Espíritu el 16/02/2020.
Afinidades contrapuestas
La órbita ruso-independentista se empezó a incubar hace ahora una década a 2.614 kilómetros de Barcelona, cuando aparecen en escena representantes de partidos de la extrema derecha europea invitados por un denominado Observatorio Euroasiático para Democracia y Elecciones, como en la consulta sobre la incorporación forzosa de Crimea a Rusia. Entre otros, el neonazi belga Luc Michel, «especializado en repúblicas autoproclamadas como el Transdniéster o Abjacia»; Vlaams Belang, dirigente del partido ultranacionalista de Flandes o el mismo Enric Ravello, entonces secretario de relaciones internacionales de la formación racista Plataforma per Catalunya. A esa curiosa conjunción de afinidades contrapuestas habría que añadir el apoyo dado por muchas formaciones postfascistas euroescépticas al proceso liderado por el Kremlin. Tanto el Frente Nacional (FN) francés de Marine Le Pen (desde 2018 Agrupación Nacional); como el líder nacionalista austriaco Heinz-Christian Strache del Partido por la Libertad; el holandés del PVV Geert Wilder; el húngaro Jobbit; el grupo griego Amanecer Dorado; Atak de Bulgaria o Nase Slovensko de Eslovaquía, todos ellas formaciones populistas xenófobas, se han decantado hacia Putin en la disputa. Incluso la dirigente del FN, aprovechando una reunión en Moscú con el presidente del Parlamento Sergei Narishkin, manifestó que consideraba un error por parte de la Unión Europea (UE) tratar de atraer a Ucrania a su órbita de influencia.
Y aquí entra otra vez el contencioso ucraniano, la forzada anexión de Crimea y un autocrático Vladimir Putin que parece seducido por las tesis tradicionalistas y expansionistas del ideólogo de la Cuarta Teoría Política, Aleksandr Duguin, el hombre que ha popularizado el término Euroasia como vector de éxito para la grandeur de la Federación Rusa, y en el que una Ucrania satelizada por el Kremlin figura como un eslabón crucial. Carlos Taibo, en su libro «Rusia en la era de Putin» ya se hacía eco de la gran influencia que este pensador antimodernista ejercía. Y añadía en relación con la dimensión estratégica de su propuesta: Añadamos que el reclamo de lo «telúrico» como crisol de identidades político-culturales resulta muy grato a una dilatada saga de gurús filonazis como Martin Heideger, Carl Schmitt o Julius Evola, estirpe que siempre contó en el Este europeo con notorios exponentes.
En este contexto de cruzada geopolítica se inscribe la presencia como «observadores independientes» de testigos de la extrema derecha xenófoba, antiliberal y populista en Crimea. Un frente ultratradicionalista enemigo de una Unión Europea que evitó incluir en su constitución una referencia a Dios y al cristianismo como deus ex machina. De hecho, hace años que en círculos postfascistas españoles se acaricia la idea de un bloque nacional-bolchevique antiliberal como expresión de esa Cuarta Teoría Política que, según el propio Duguin, y sobre la base del «pueblo y la etnia» debería llenar el vacío dejado por la Primera, centrada en el «individuo»; la Segunda, identificada en el concepto de «clase», y la Tercera y última en discordia que pivota sobre las nociones de «raza y Estado». La idea de crear una entente nacional-bolchevique es una patente del abogado Luc Michel, el jefe de los comisionados prorrusos en Crimea, un activista que gusta de ponderar su carácter de «fascismo rojo».
Aleksandr Duguin estuvo en España el 13 noviembre de 2013 invitado por el Movimiento Social Republicano para presentar la versión castellana de su libro La Cuarta Teoría Política, conferencia que puede seguirse en su integridad en uno de los portales de esa galaxia política. En aquello ocasión, el mentalista de Putin para asuntos euroasiáticos, aparte de desarrollar sus conocidos postulados en favor de los «valores eternos», hizo especial hincapié en su rotunda oposición a los matrimonios homosexuales, una de las constantes más refractarias del arsenal ideológico del actual inquilino del Kremlin. La relación entre Duguin y los neonazis españoles viene de lejos. Rusia, el misterio de Eurasia, el primer libro publicado en España del pensador que susurró a Putin la <>(Dina Newman, BBC News, 10 de julio 2014) como cabeza de puente para <>, fue editado y prologado por un viejo camarada de Ravello, el también fundador de CEDADE Isidro-Juan Palacios.
Vasos comunicantes
Josep Costa y Enric Ravello son dos fundamentalistas de la vía unilateral al soberanismo y la amenaza migratoria. Costa lo evidenció el pasado 24 de septiembre cuando criticó públicamente los pactos de Puigdemont con el PSOE para negociar la amnistía. Y Ravello lo ha expresado con parecida rotundidad en el encuentro que mantuvo en el canal de Ciencia y Espíritu. Aquí algunos jalones del «ideario descolonizador» de uno de los abanderados del chovinismo irredentista:
- «Yo estoy en contra de la emigración absoluta. Lo considero la mayor catástrofe demográfica a que se enfrenta Europa occidental. Incluso Cataluña».
- «Dentro de la ley no se puede hacer la independencia».
- «El referéndum no fue un referéndum vinculante (en referencia al 1-O). El referéndum vinculante es el que yo vi en Crimea cuando fui observador del referéndum de independencia e incorporación a Rusia de Crimea que era territorio ucraniano».
- «Cataluña tendrá alguna opción de ser independiente si en la relación de fuerzas de nuestro ámbito político interesa. Si Cataluña sabe jugar su baza podría algún día ser independiente».