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Crónica deAna Martín

¿Hay alguien al volante? El sanchismo se enfrenta a su mayor crisis política totalmente perdido

«El presidente es un político de raza, y los políticos de raza se crecen ante las adversidades», afirma Yolanda Díaz de su socio. Pero Sánchez no ha hecho más que huir desde la derrota gallega

Madrid Actualizada 04:30

Pedro Sánchez y la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, el viernes en la MoncloaEFE

Parecía increíble que volviera a suceder por segundo día consecutivo, pero así fue. El viernes, María Jesús Montero se puso de nuevo ante las cámaras e insistió: «El PP tiene que dar explicaciones de por qué en el sumario aparece el señor Tellado. Y aparece como el que iba a hacer una reunión con algunas personas de la trama. ¿Se produjo la reunión? Si el señor Tellado no acudió, ¿quién fue en su lugar?, ¿quién es Alberto, que figura también dentro de ese párrafo del sumario? Hay muchas preguntas en el aire que el PP tiene que contestar y no lo está haciendo», afirmó la vicepresidenta primera de un Gobierno que, 12 días después del estallido del caso Koldo, no ha respondido una sola pregunta ni dado una sola explicación. Más allá de sostener que todos los contratos que suscribió la Administración General del Estado durante la pandemia se hicieron «conforme a la legalidad», en palabras de la portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría.

El día antes había quedado claro que nunca existió tal reunión entre Koldo García y el portavoz del PP en el Congreso; que fue todo un cuento chino del exasesor de José Luis Ábalos. Además, cuando ya sabía desde hacía meses que le investigaban. Y, aun así, 24 horas después la también vicesecretaria general del PSOE volvió por sus fueros. Su declaración, en el marco de una visita a la Zona Franja de Barcelona, dejó una duda en el ambiente: ¿Hay alguien al volante en la Moncloa o Ferraz –tanto monta, monta tanto– en medio de la mayor crisis política que ha padecido el PSOE desde el segundo advenimiento de Pedro Sánchez a la Secretaría General? No lo parece.

María Jesús Montero, durante su declaración del viernesEFE

El martes, el presidente recibió en la Moncloa al luchador Ilia Topuria, campeón del mundo de peso pluma de la UFC. La imagen que está dando el PSOE estos días se parece bastante a la del contrincante del hispano georgiano, el australiano Alexander Volkanovski, tras caer a la lona por nocaut en el combate final. A Volkanovski la conmoción le duró un rato; pero al PSOE ya le dura dos semanas, que es el tiempo transcurrido desde que los electores gallegos tumbaron al PSdeG de un derechazo.

¿Que si hay alguien al volante? Sánchez se borró el pasado lunes de la reunión de la Ejecutiva Federal del PSOE en la que se decidió por unanimidad pedir a José Luis Ábalos su escaño. El exministro de Transportes se quedó esperando una llamada de su jefe de filas que no llegó –envió a Santos Cerdán en su lugar– y el resultado es de sobra conocido: Ábalos decidió desafiarle y seguirá en el Congreso, en el Grupo Mixto.

José Luis Ábalos, durante la comparecencia del martesEFE

La semana que empieza es crítica para el PSOE, porque el próximo jueves termina el plazo para que los socialistas alcancen un acuerdo con Junts sobre la ley de amnistía en la Comisión de Justicia del Congreso. Y Sánchez también se borrará. El martes, el presidente emprenderá un viaje que le llevará a Brasil y Chile, y no estará de vuelta hasta el fin de semana. Sánchez se entrevistará con Luiz Inácio Lula da Silva en Brasilia y con Gabriel Boric en Santiago de Chile. Le acompañará un grupo de empresarios españoles con intereses en ambos países.

«El presidente es un político de raza, y los políticos de raza se crecen ante las adversidades», señaló el viernes su socia, Yolanda Díaz, en Al Rojo Vivo, sacando la cara por el líder del Ejecutivo. La ahora vicepresidenta segunda era una diputada rasa del grupo parlamentario de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea (así se llamaba entonces) cuando Sánchez presentó la moción de censura contra Mariano Rajoy. En aquellos días de mayo de 2018, Díaz declaró a ese mismo programa televisivo: «Es una vergüenza que sigamos gobernados por un Gobierno y un PP que ha saqueado las instituciones (…). Lo que no puede ser es que estemos abriendo todos los días los telediarios las noticias con sentencias y con nuevos casos de corrupción que llevan el nombre del PP», según ella.

Los socios de Sánchez están haciendo un ejercicio de contorsionismo político con el caso Koldo

Claro que Sumar no es el único socio del PSOE que está cubriendo las espaldas al presidente, en un ejercicio de contorsionismo político descarado. El miércoles, durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso, Bildu, ERC, el PNV y Junts no hicieron la más mínima mención al respecto de la trama corrupta en sus preguntas a los miembros del Ejecutivo. Como si no existiera.

Especialmente en el caso del PNV, no es buen momento para meter el dedo en el ojo de Sánchez: el partido de Andoni Ortuzar necesitará al PSE para intentar seguir en Ajuria Enea tras las elecciones del 21 de abril. El Aitor Esteban de mayo de 2018 dijo apoyar la moción de censura contra Rajoy porque «respondemos (el PNV) a lo que mayoritariamente demanda la ciudadanía vasca y al mejor ejercicio de la responsabilidad que podíamos hacer en este momento», según quedó reflejado en el Diario de Sesiones. El Aitor Esteban del pasado miércoles en el Congreso preguntó a Sánchez por… las competencias transferidas al País Vasco.

Estando así las cosas, los socialistas confían en cerrar a tiempo un pacto con Carles Puigdemont sobre la amnistía que les permita tomar aire en medio del clima asfixiante, y en ello se están empleando con total secretismo. Pero también en eso se ha cruzado el caso Koldo. Antes de su estallido, Sánchez ofreció a Junts reformar la Ley de Enjuiciamiento Criminal para acortar los tiempos de las instrucciones judiciales. «Hay instrucciones que se prolongan, y eso es algo que los propios fiscales han puesto en cuestión», justificó a principios de febrero.

Ahora, con la instrucción del juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno en su apogeo, ¿se atreverá el presidente a pactar con los independentistas un recorte que afectaría a la instrucción del primer caso de corrupción que ha alcanzado de lleno a su Gobierno? No es una pregunta retórica. Sería un escándalo.