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Entrevista a Javier Rupérez

«Fue terrible que el PSOE indicara tras el 11-M que el responsable del atentado era el Gobierno de Aznar»

El embajador de España en Estados Unidos cuando se produjo el ataque terrorista también ha relatado a El Debate el «chorreo» que le dio Joe Biden al exministro de Exteriores socialista Miguel Ángel Moratinos en su primer viaje oficial a Washington

Javier Rupérez (Madrid, 24 de abril de 1941) ostentaba el cargo de embajador español en Estados Unidos cuando se produjo el 11-M. Gracias a las buenas relaciones que mantenía España con la Administración Bush, el presidente norteamericano despachó con Rupérez justo después del ataque terrorista. En el 20 aniversario del atentado, el diplomático lamenta que no hubiera habido un consenso político para retrasar las elecciones generales que se produjeron tres días después para conseguir «calmar los ánimos».

– ¿Cómo vivió la tragedia del 11-M?

– Con un inmenso dolor, claro. Eran horas diferentes, con lo cual, la primera noticia me llegó el día 11 a las 04:00. Un buen amigo, que vivía ya en Washington y que había tenido una vida bastante importante aquí en España, me llamó a las cuatro de la mañana para decirme que le llegaban unas noticias de un atentado en Atocha. Y bueno, me levanté, empecé a buscar la televisión española, vi lo que estaba pasando y empecé a moverme. Pero claro, la primera reacción es de espanto y dolor. Una angustia tremenda.

– ¿En qué momento se puso en contacto el presidente Bush con usted, y qué le comentó?

– Naturalmente hice llegar a la Casa Blanca un recado de lo que estaba pasando. Me vestí, salí a la oficina, que estaba afuera de la residencia, y mandé el mensaje. Al mismo tiempo abrí en una mesa del vestíbulo un libro de pésames. El día 12 por la mañana, muy pronto, me llamó la jefe de Gabinete del presidente y me preguntó si a la 13:00 iba a estar en la residencia. Cuando la jefe de Gabinete te hace esa pregunta te imaginas para lo es.

A la 13:00 de la tarde estábamos allí mi mujer y yo. Llegó el presidente acompañado de su mujer. Firmó en el libro de pésame. E inmediatamente después salimos al jardín de la embajada, a donde fuimos con una corona de flores para depositarla delante de la bandera, que esta medida asta. El día anterior había dejado un recado en la Casa Blanca con la posibilidad de que hubiera eventualmente una entrevista con el presidente. Después de depositar la corona, el presidente me preguntó si podíamos tener una conversación privada. Yo estaba absolutamente convencido de que había sido ETA, como el Gobierno.

Pero en esa entrevista privada, en las que estamos los cuatro, las dos esposas, el presidente y yo, me preguntó Bush quien creía yo –y quien creía el gobierno– que había sido el autor del atentado. Yo dije que yo prensaba que había sido ETA y que el Gobierno también creía que había sido ETA. Entonces Bush me dijo que sus servicios le decían que a lo mejor habían sido otros (Al Qaeda). Me quedé un poco sorprendido, pero no especulamos más. Simplemente me comentó 'quería decírtelo para que lo supieras'. E inmediatamente después es cuando tiene lugar la entrevista con Lorenzo Milá, que era el corresponsal de Televisión Española. Yo vi la entrevista, estábamos sentados justo detrás de Lorenzo mi mujer y yo, y fue emocionante porque fue una manifestación de afecto, de cariño, de consideración, de compasión y de solidaridad con el sufrimiento del pueblo español.

El Gobierno socialista de Zapatero en el fondo es el precedente del Gobierno socialista de Sánchez

– Cuando el presidente Bush le comenta que su servicio de inteligencia piensa que el autor es el terrorismo islámico, ¿usted se lo transmite al Gobierno español? ¿Con quién habló?

– Claro. Llamé a la Moncloa, pero no recuerdo con quién hablé. Tampoco tuve una conversación larga. Simplemente dejé nota; 'que conste que el presidente de Estados Unidos me dice esto, para que lo tengáis en cuenta'.

– ¿Por qué cree que el presidente Bush tuvo ese gesto con España?

Teníamos una relación muy estrecha con los Estados Unidos en ese momento. Como juicio general, era el mejor momento alcanzado en las relaciones entre España y los Estados Unidos. Ni antes ni después habíamos llegado a esa proximidad. En la proximidad había varios factores. Uno, de coincidencia ideológica, dado que el presidente del Gobierno español era José María Aznar, que estaba en el centroderecha, y Bush, claramente, era un conservador, un republicano.

Pero aparte de eso, también había una convicción por parte de Aznar –y luego por parte de Bush correspondida– de que de que teníamos una misión conjunta que cumplir. Y eso se fue desarrollando en varios terrenos, en el terreno político, en el terreno económico, en el terreno militar o en el terreno cultural. Hay que recordar que cuando Bush llega a la Casa Blanca su primer viaje a Europa fue España, que era una manera de reconocer lo que era la democracia española y lo que había sido el tránsito de la dictadura a la democracia. En definitiva, llegamos a tener una proximidad enorme.

Era difícil imaginar que esa entrevista que tiene lugar en mi residencia, en la residencia del embajador, hubiera podido ocurrir si no hubiera habido esa proximidad. Ese era el contexto en donde nos movíamos, y que explica también ese caluroso y afectuoso saludo de Bush y de su mujer al pueblo español en momentos de sufrimiento.

– ¿Cómo compararía esas relaciones de Estados Unidos con España con las inmediatamente posteriores al 11-M, con el Gobierno de Zapatero?

– Vi la reacción en la propia embajada. Tras el atentado, el pequeño jardín que teníamos, en pocas horas estaba absolutamente lleno de flores, prácticamente no se podía entrar. Y aparte de la cantidad de personas conocidas que pasaron para firmar en el libro de pésame; me llegaron miles de telegramas y de mensajes de condolencia; y al mismo tiempo de solidaridad. Inmediatamente después del día 14, cuando ya se conocía el resultado electoral, esos telegramas fueron menos, pero también muy doloridos, porque se temían lo que efectivamente se produjo. Y es que una de las primeras decisiones que tomó el Gobierno de Zapatero fue la retirada de las tropas españolas que estaban destinadas en Irak.

Recuerdo que cuando se supo que Zapatero había tomado esa decisión, recibí una llamada de Condoleezza Rice (exconsejera de Seguridad Nacional de EE.UU) –con la cual yo tenía una relación próxima–, realmente muy enfadada. Tuve que decirle que lo sentía en el alma, que yo no estaba de acuerdo, que mi situación en la embajada no iba a durar mucho y que lo transmitiría al Gobierno español, pero que realmente estaban enormemente enfadados.

También me acuerdo que al poco tiempo el nuevo ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, visitó Washington y tuvo el turno de entrevistas que normalmente tiene los ministros de Exteriores. Primero se entrevistó con Colin Powell, que era el ministro de Estado –con el cual habíamos tenido una relación enormemente estrecha, yo desde el punto de vista personal y familiar– y estuvo de una frialdad realmente gélida en una entrevista que apenas duró un cuarto de hora. Después fuimos a entrevistarnos en la Casa Blanca con Condoleezza Rice, que le dedicó exactamente 15 minutos. Al cuarto de hora sonó el teléfono, de esas llamadas que arreglamos cuando queremos librarnos de alguien.

Los americanos nunca han olvidado cuando en uno de los desfiles en el que participaban los infantes de marina americanos Zapatero se quedó sentado

Y la última entrevista fue con un señor que en aquel momento era el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, que se llamaba Joe Biden. Biden le echó un chorreo –literalmente un chorreo– a Moratinos verdaderamente increíble. Tanto Powell como Rice habían estado educados. Fríos, pero educados. Y lo de Biden fue brutal. Yo estaba avergonzado porque seguía siendo el embajador. En definitiva, hubo un enfriamiento de relaciones tremendo, y en ningún momento hemos recuperado lo que habíamos tenido en los tiempos de Bush y de Aznar. Además, los americanos nunca han olvidado cuando en uno de los desfiles en la Castellana, que participaba precisamente un destacamento de los infantes de marina americanos que iban con la bandera, Zapatero se quedó sentado. Así, se introdujo una relación de mucha desconfianza.

– ¿De qué manera valora la reacción, y la utilización, del 11-M por parte del PSOE de Zapatero?

Por parte de la oposición, tuvieron la convicción de que si cambiaban el mensaje del Gobierno ellos ganaban las elecciones; teniendo en cuenta que pocos días antes las últimas encuestas electorales que estaban circulando por España daban claramente la victoria al Partido Popular. Y eso lo explota, en los tres días que pasaron desde el atentado a las elecciones, el Partido Socialista con un mensaje que en el fondo a mí me parece un mensaje terrible, que es casi casi, indicar que el responsable del atentado es el Gobierno. Pero claro, lo habían conseguido desde el punto de vista de la reacción popular. Recuerdo unas encuestas que había publicado el Instituto Elcano unos una semana después del 14 de marzo, donde se preguntaba quién pensaba –el español, el encuestado– que había sido él el responsable del atentado. El 60 % contestaban que la responsabilidad era del Gobierno español por haber participado en la guerra de Irak. Es decir, que en el fondo lo que se había producido era una venganza del mundo islamista como consecuencia de su participación.

El exembajador Javier Rupérez en la redacción de El DebateIranzu García

Luego, naturalmente, eso tiene también toda una serie de lecturas. También he pensado y hemos pensado muchos, por qué en aquel momento no hubo una decisión colectiva, naturalmente dirigida por el Gobierno y amparada por el Rey, convocando a todas las fuerzas políticas para hacer una manifestación muy clara de condena de lo ocurrido, y al mismo tiempo una decisión de aplazamiento de las elecciones. Eso hubiera permitido –no necesariamente producir un cambio en el resultado electoral– pero sí por lo menos calmar los ánimos.

– 20 años después, ¿qué consecuencias sociopolíticas considera que ha provocado el 11-M?

Introdujo un comportamiento político que no era el que se había ido generando desde 1978 con la aprobación de la Constitución. Es decir, que con todos los problemas que tuvimos –y no nos faltaron los problemas– básicamente se había ido conformando una base de entendimiento entre las dos grandes fuerzas políticas; el centroderecha y el centroizquierda. Y eso, el Gobierno socialista de Zapatero –que en el fondo es el precedente del Gobierno socialista de Sánchez– lo rompió completamente.

Esta conversación tiene lugar precisamente en la víspera de que se apruebe una ley de amnistía, que a mí me parece absolutamente aberrante y que rompe no ya únicamente los preceptos constitucionales, sino incluso la idea de la patria común e indivisible de todos los españoles. Porque esa amnistía corresponde exactamente a la primera fase de lo que los separatistas quieren que sea la ruptura de España. La segunda fase es el referéndum, que lo veremos inmediatamente, y la tercera fase es la independencia. Y todo eso viene del 14 de marzo de 2004 y de un señor que se llama Zapatero.