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Yolanda Díaz en su escaño del CongresoEFE

En el peor momento

Sumar celebra su asamblea fundacional mientras se descompone a gran velocidad

El proyecto de Yolanda Díaz atraviesa por una crisis que el ciclo electoral amenaza con agravar. Además, su liderazgo está muy cuestionado dentro del Gobierno y de la coalición

Parece una broma pesada que el destino ha querido gastarle a Yolanda Díaz. Sumar celebra este sábado su asamblea fundacional mientras se descompone, y en un momento muy delicado para su líder y socia de Pedro Sánchez. La vicepresidenta segunda está seriamente cuestionada dentro del Gobierno y en su propia coalición, donde ha perdido su auctoritas.

Primero se le rebeló Podemos. Después, Compromís. Más tarde, los Comunes, que provocaron el adelanto de las elecciones en Cataluña. Ahora incluso Izquierda Unida, que quiere llevar la voz cantante en la candidatura a las elecciones europeas. Y con Más Madrid ha evitado in extremis que la sangre llegue al río, pero cediendo y renunciando a que Sumar tenga estructura en la Comunidad. Gajes de la «plurinacionalidad» de Sumar.

Con ese panorama, Díaz se presentará ante sus cargos públicos y orgánicos tratando de poner al mal tiempo buena cara. Reivindicando la utilidad de un proyecto que amenaza ruina. Y eso que no ha pasado ni un año desde que Díaz lo presentó en sociedad en el polideportivo Magariños.

Díaz ha reducido al mínimo su exposición pública en los últimos días. No ha ido al Congreso en toda la semana

La vicepresidenta segunda se ha pasado las dos últimas semanas lamiéndose las heridas. Reduciendo al mínimo su exposición, cosa muy poco habitual en ella. Ni el martes ni el jueves acudió a votar al Pleno del Congreso. El miércoles también faltó a la sesión de control al Gobierno en la Cámara Baja. En los últimos días, toda su actividad pública se ha reducido a responder a una interpelación en el Senado y a pasar por los micrófonos de Julia Otero en Onda Cero, desde donde aprovechó para desvincularse del «lodazal» en el que se está convirtiendo la política. «Nos han votado para que mejoremos la vida de la gente, no para este espectáculo bochornoso», lamentó.

En el PSOE hay una mezcla de sensaciones. Por una parte, preocupa la total falta de control de Díaz sobre los suyos, porque ese espacio es vital para los socialistas (es muy relativo que un Sumar débil les favorezca, porque hay muchos votantes de ultraizquierda que jamás votarían al PSOE). Pero, por la otra, muchos esbozan una media sonrisa ante los males de su socia, y sin embargo rival.

De derrota en derrota

Desde que Yolanda Díaz renovó sus votos gubernamentales con Pedro Sánchez, cuenta sus batallas internas y electorales por derrotas. Y el panorama que se le presenta de aquí a final de curso tampoco es halagüeño: Sumar y Elkarrekin Podemos concurrirán a las elecciones vascas por separado, lo que amenaza con provocar una gran fuga de votos de ese espacio a Bildu. En las elecciones catalanas, la líder de Sumar no tendrá nada que decir, más que acatar lo que diga En Comú Podem. Y para la confección de la candidatura a las europeas ya está habiendo oleaje interno, puesto que todos los partidos socios quieren tener puestos de salida.

La cuesta abajo empezó apenas semanas después de la investidura de Sánchez. Cuando, a principios de diciembre, Podemos anunció que sus cinco diputados pasaban al Grupo Mixto. Ello dejó a los morados en posesión del botón rojo de todas las votaciones, capaces de tumbar cualquier proyecto de ley o decreto ley del Gobierno y cualquier proposición de ley del PSOE y Sumar. Y así lo hicieron en la convalidación del decreto ley sobre el subsidio de desempleo, que Podemos malogró en venganza contra la también ministra de Trabajo. Por suerte para Díaz, a finales de enero renunció a su acta Lilith Verstrynge, uno de los cinco diputados de Podemos, lo que dejó a los de Ione Belarra sin ese botón rojo.

Los diputados de Podemos Ione Belarra, Javier Sánchez Serna y Martina VelardeEFE

En febrero llegó el mazazo de las elecciones gallegas, en las que Sumar no fue capaz de armar una lista unitaria con Podemos. Ambos se quedaron sin escaño, pese a los pélets y a la implicación de Díaz en la campaña. Incluso envió como candidata a su portavoz en el Congreso, Marta Lois, de su entera confianza. Tampoco habrá lista unitaria en el País Vasco. Una encuesta publicada por la televisión vasca el jueves auguraba que Sumar podría quedarse fuera del Parlamento de Vitoria y, Podemos, ver reducida su representación a dos escaños.

El naufragio catalán

El remate fue lo ocurrido la semana pasada en Cataluña. Díaz fue incapaz de mediar con los Comunes para que llegaran a un acuerdo con ERC y el PSC sobre los Presupuestos de la Generalitat de 2024 y así evitar el adelanto electoral. No solo es que fuera incapaz; es que, además, el suceso dejó su liderazgo interno con otra herida profunda. De hecho, en los últimos días Compromís, que forma parte de Sumar, se ha permitido amenazar al Gobierno con retirarle su apoyo. Gobierno del que forma parte Sumar, del que a su vez forma parte Compromís. El senador de Compromís Enric Morera le espetó al ministro Óscar Puente el martes en el Senado: «¿Tenemos que dar por concluidas las relaciones con el Gobierno? Desde mi punto de vista la relación de Compromís con el Gobierno está rota».

Con esos miembros construye Sumar su cesto en la asamblea fundacional de este sábado. En la que se debatirá y votará una ponencia política que dice así: «Sumar es el movimiento de la democracia, de los Derechos Humanos y de las reformas radicales; es decir, de la libertad. Quiere ser el proyecto que recoja las mejores tradiciones emancipatorias y de luchas de nuestra historia para hacerlas realidad; las del socialismo, del comunismo, del anarquismo, del cristianismo y del liberalismo (…). Sumar es un proyecto popular y abierto, porque se dirige a todo el pueblo y no sólo a quienes ya piensan como nosotras y nosotros».