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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el expresidente de la RFEF, Luis Rubiales, en 2018GTRES

Rubiales, de ser el hombre del sanchismo en el fútbol a un apestado del PSOE

Sánchez mantuvo su complicidad en todos los escándalos que cercaron al expresidente de la RFEF, pero el líder del Gobierno, demostrando de nuevo que no tiene problema en defenestrar a sus cercanos, fue de los primeros en señalarle la puerta de salida

Luis Rubiales llegó a presidencia de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) en 2018 con la intención de regenerar el organismo rector del balompié en España. «Tenemos que hacer una Federación líder en transparencia, moderna, centrarnos en el fútbol modesto, darle mucho más, es un compromiso adquirido. También al fútbol-sala y al femenino», aseguró en su primer día como presidente. Sin embargo, el gran aval del ahora detenido por contratos irregulares fue siempre su ADN socialista y su estrecha relación con Pedro Sánchez, que aterrizó a la Moncloa a la vez que él hizo lo propio en la RFEF.

Luis Manuel Rubiales López, el padre del autor del «no voy a dimitir», fue un importante dirigente del PSOE andaluz. Alcalde de Motril desde 1995 a 2003, y delegado provincial de la Consejería de Empleo de la Junta en Granada, acabó salpicado por el caso de corrupción de los ERE al haberse encontrado «graves indicios de ilegalidad en subvenciones» de las que él fue responsable. La madre, por su parte, pidió en sus redes sociales el voto para el PSOE en las últimas elecciones generales y celebró el resultado electoral compartiendo imágenes de Sánchez.

Precisamente gracias al líder del PSOE, Rubiales consiguió –hasta el beso a Jenni Hermoso– apuntalar su poder. «Pedro, ya sabes de mi admiración por ti» o «sé que tú has pasado por esto y me comprendes» fueron algunos de los mensajes que le envió el presidente de la RFEF al jefe del Ejecutivo en 2019, tal y como difundió El Confidencial. Además, cada vez que coincidían en cualquier acto oficial mostraban exhibían un cariño especial; con la única excepción de la celebración de la selección femenina tras haber ganado el mundial, en la que Sánchez se presentó frío.

Luis Rubiales da una camiseta de la selección española a Pedro SánchezGTRES

Sánchez le apoyó y mantuvo su complicidad con Rubiales en todos los escándalos que le cercaron; desde las comisiones en la Supercopa de Arabia Saudí hasta su relación con otras entidades del mundo del fútbol. Pero el presidente del Gobierno –demostrando de nuevo que no tiene problema en defenestrar a sus cercanos– fue de los primeros en señalarle la puerta de salida al ahora arrestado por corrupción en la Federación. El feminismo es una de las banderas de su Ejecutivo, y tan solo dos días después de que se produjera el famoso «piquito», manifestó que sus «disculpas no eran suficientes» y que debía «dar más pasos». «Uno no puede aspirar a representar a España con actitudes y discursos que nos abochornan», zanjó el líder del Gobierno horas después.

Así, tras perder el beneplácito de Sánchez, y a pesar de su intento de aferrase al cargo, Rubiales fue suspendido de la presidencia de la RFEF; y ahora el PSOE lo identifica como un apestado hasta tal punto que reniegan completamente de él. Sobre el expresidente de la Federación pesa una investigación judicial que ha provocado que sea detenido en cuanto ha puesto un pie en España. Y su arresto y posterior puesta en libertad nada tienen que ver con un beso.