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Ana Martín

Las razones por las que el PP no llamará a declarar a Begoña Gómez al Senado

Para el equipo de Sánchez, evitar ese trago a su mujer en la Cámara Alta se ha convertido en una cuestión capital. Empezaron por despreciar las informaciones; ahora las desmienten a todas horas

Madrid Actualizada 04:30

Pedro Sánchez y Begoña Gómez en el Museo del PradoEFE

En una de las escasísimas ocasiones en las que la prensa tuvo acceso a la esposa del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, Vanity Fair publicó en abril de 2011 un reportaje titulado Sonsoles: fin del misterio. En él, la revista ponía en boca de Sonsoles Espinosa esta frase: «Soy una ciudadana anónima a la que el pueblo no ha votado. Una ciudadana más, sin vida pública».

Viene al caso recordar un episodio que sucedió años antes, en la primavera de 2007. La mujer de Zapatero fue contratada para formar parte del coro que, durante semanas, pondría en escena la ópera Carmen en el teatro Châtelet de París. Ella pretendía pasar totalmente inadvertida, así que el equipo de su marido hizo lo imposible para guardar el secreto. Pero un periodista se enteró y levantó la liebre. El enfado en la Moncloa fue mayúsculo. El de ella, más aún.

Zapatero y Sonsoles Espinosa en los años en que él era presidenteEFE

Si Sonsoles Espinosa era discreta y celosa de su intimidad hasta el extremo, ya no digamos Elvira Fernández, la mujer de Mariano Rajoy. Meses antes de que su marido fuera elegido presidente del Gobierno, «Viri» llegó a consultar las posibilidades de que la familia pudiera seguir viviendo en su casa de Aravaca, en lugar de tener que mudarse a la Moncloa. Evidentemente, los servicios de seguridad le quitaron la idea de la cabeza. Por entonces, Fernández trabajaba en Telefónica. Cuando Rajoy fue investido a finales de 2011, su esposa pidió una excedencia para evitarle problemas.

Rajoy y su mujer, Elvira Rodríguez, en la campaña de las generales de 2011EFE

Los precedentes de ambas ex primeras damas sobrevuelan estos días las tertulias políticas y periodísticas a raíz del caso de Begoña Gómez, la antítesis de ambas. La memoria es frágil, pero cuando Sánchez era líder de la oposición su mujer ya le metió en algún que otro lío. Entonces era socia y directora de consultoría en outsourcing comercial de Inmark Europa, compañía dedicada a la captación de fondos para ONGs como Oxfám Intermon y Greenpeace. Al secretario general del PSOE le sacaron los colores cuando la prensa publicó que su mujer ofrecía sueldos de cinco euros la hora mientras él denunciaba la precariedad a la que Rajoy había condenado a los trabajadores con su reforma laboral.

Una «declaración de guerra»

El equipo de Sánchez ha convertido en una cuestión capital evitar que el PP llame a declarar a Begoña Gómez a la comisión de investigación que los populares han creado en el Senado a propósito de la trama corrupta en torno a Koldo García. Los socialistas han hecho saber al principal partido de la oposición, por diversos conductos, que si Alberto Núñez Feijóo se atreve a cruzar esa línea roja se lo tomarán como una declaración de guerra. Y no habrá marcha atrás, advierten.

Los socialistas han pasado del desprecio a las informaciones sobre Begoña Gómez al desmentido por todas las vías

Cuando aparecieron las primeras informaciones sobre las reuniones de la mujer del presidente con el CEO de Globalia, en la Moncloa y Ferraz optaron por el desprecio. Durante días, los portavoces del Gobierno y del PSOE trataron de enterrar el caso limitándose a decir que todo eran «bulos». Pero esta semana ha habido un cambio de actitud, a raíz de la publicación de varias informaciones -entre ellas, las de El Debate- sobre los pingües contratos públicos que obtuvieron las empresas que amadrinó Gómez. Del desprecio han pasado al desmentido por tierra, mar y aire: desde la Secretaría de Estado de Comunicación, desde Ferraz, desde la empresa pública Red.es (con amenaza de acciones legales incluida) y desde el grupo parlamentario socialista en el Congreso.

El caso al que pretendió dar carpetazo la Oficina de Conflictos de Intereses del Gobierno tras una denuncia inexplicable del PP (¿qué pretendía el partido de Feijóo recurriendo a un organismo dependiente del Ejecutivo?) está más vivo que nunca. Ahora bien, ¿realmente el PP va a llamar a declarar a la mujer de Sánchez a la Cámara Alta? Hay altísimas probabilidades de que no.

El debate lleva días abierto entre los populares. Los hay que piensan que Sánchez no está para dar lecciones de ética ni de líneas rojas y que basta de contemplaciones. Pero en el otro lado están quienes consideran que las responsabilidades hay que exigírselas al presidente, que es quien está sometido a la ley que regula el ejercicio del alto cargo de la Administración General del Estado. Y no a una trabajadora por cuenta ajena como lo es su esposa.

Van ganando estos segundos porque en ese lado del sogatira está Feijóo. El presidente del PP ya afirmó el miércoles en Espejo Público que ése no es su «estilo». No obstante, su partido no quiere cerrar del todo esa puerta hasta conocer la lista de comparecientes que el PSOE propondrá para la comisión de investigación que ha impulsado en el Congreso.

Un inciso. Durante estas semanas, el PP ha debatido largo y tendido y consultado jurídicamente sobre el caso Begoña, por el conflicto de intereses en el que pudiera haber incurrido el presidente. Los populares se han planteado incluso llevarlo al Tribunal Supremo, aunque de momento no han movido ficha en los juzgados. Solo han actuado en las Cortes, con preguntas orales y escritas y solicitudes de comparecencia.

Aunque la mujer de ningún presidente del Gobierno ha sido llamada a declarar en un Parlamento, sí existe un caso con algún parecido, salvando las distancias. En septiembre de 2021, el PP citó a la mujer del alcalde de Sevilla y secretario general del PSOE de Andalucía, Juan Espadas, en la comisión de investigación que se abrió en el Parlamento regional sobre la fundación de Empleo de la Junta de Andalucía, la Faffe.

La mujer de Juan Espadas, Carmen Ibanco

Carmen Ibanco era una del casi centenar de familiares y cargos socialistas que, milagrosamente, fueron contratados por la Faffe. Las portavoces del PP, Ciudadanos y Vox sometieron a Ibanco a un interrogatorio implacable. Ella mantuvo en todo momento que había visto en la prensa una oferta de trabajo, había mandado su currículum y la habían seleccionado. A Begoña Gómez ni siquiera le hizo falta enseñar el suyo para ser designada directora del Instituto de Empresa African Center y de una cátedra en la Universidad Complutense.