Entrevista | Edurne Uriarte y Ángel Rivero
«Estamos viviendo en este preciso período histórico lo que significa la amenaza de la extrema izquierda»
Edurne Uriarte, catedrática de Ciencia Política de la URJC, y Ángel Rivero, profesor de teoría política en la UAM, presentan el libro 'La extrema izquierda en Europa Occidental. Iliberalismo y amenazas para la democracia'
la extrema izquierda en Europa Occidental. Iliberalismo y amenazas para la democracia (Tecnos, 2024) nace ante la ausencia en el estudio político de análisis sobre la extrema izquierda, un concepto que, deliberadamente, se ha convertido en un tema tabú, en contraste con el abundante uso que se hace del término extrema derecha. Es, por tanto, como explican a El Debate los coordinadores de esta obra, Edurne Uriarte, catedrática de Ciencia Política de la Universidad Rey Juan Carlos, y Ángel Rivero, profesor de teoría política en la Universidad Autónoma de Madrid, un libro único.
«Nuestra idea fundamental es que debemos hacer un uso homogéneo de las categorías, y si hay un espectro ideológico donde está el centro, la izquierda y la derecha, y hay un extremo que es la extrema derecha, evidentemente hay un espacio sin atender que es la extrema izquierda», señala Rivero. Y ¿a qué llamamos extrema izquierda? «Al conjunto de partidos e ideologías que están a la izquierda de los partidos socialistas y que cuestionan la democracia liberal, la libertad de mercado y el Estado, justifican en grados diversos el uso de la violencia, en nombre de lo que llaman igualdad, y los totalitarismos de extrema izquierda, como el cubano o el venezolano», explica Uriarte.
–En el libro se hace hincapié en que existe un sesgo ideológico que condiciona el mundo académico, intelectual y periodístico, donde predomina el concepto de «extrema derecha» y «ultraderecha», pero no el de «extrema izquierda». ¿Por qué?
–E: Porque en el mundo occidental la izquierda domina el mundo académico, cultural y periodístico. Hay una investigación internacional realizada en la que más del 70 % de los politólogos declaran ser de izquierdas, y en Estados Unidos ese porcentaje sube al 80 %. Y han impuesto con cierto éxito los conceptos, los mensajes y los análisis de la izquierda.
–¿Qué consecuencias tiene que exista este sesgo?
–E: La principal, que miramos el mundo con las gafas ideológicas de la izquierda, una buena parte de la sociedad. Se mira con sus valores, sus conceptos. Por ejemplo, nuestro libro sobre la extrema izquierda es un libro único. El dominio de la izquierda hace que no se use ese concepto.
–En España, se emplea el término progresista para englobar a todos estos partidos que están en el Gobierno o le apoyan. Este apela constantemente a esa «mayoría progresista», incluyendo a partidos como Bildu. ¿Qué supone esto?
–E: Es quizá el mejor ejemplo de las gafas ideológicas de la izquierda, que se inventó para sí misma un concepto que tiene connotaciones positivas, ‘progresismo’, ‘progresista’. Y lo aplica a EH Bildu, un partido que sigue apoyando, justificando el terrorismo de ETA; a todos los nacionalismos étnicos, que son claramente xenófobos contra todo lo que consideran lo español; y a comunistas que justifican y apoyan el comunismo y los totalitarismos comunistas.
–El PSOE, asumiendo determinados pactos e instalado en el «todo vale» con tal de que no gobierne la derecha, agita el miedo a la «ultraderecha». ¿A dónde va a conducir la deriva radical que ha experimentado en los últimos años?
–A: Se ha configurado una política de bloques un poco anómala, porque en el universo de lo que se llama la izquierda, que parece lo moralmente superior, se ha invitado a participar a partidos que tienen una mancha en relación a la violencia, a la concepción que tienen de los ciudadanos y al carácter xenófobo.
Hay una polarización que intenta establecer en la opinión pública la idea de que la derecha es un todo homogéneo, donde la extrema derecha es quien marca la pauta, y sin embargo, en el terreno de la izquierda parece que hay una prevalencia de valores morales que blanquea a sujetos que moralmente no lo son tanto. Se ha hecho una política deliberada de desacreditar a la oposición y de esta manera tapar las alianzas que tiene el Gobierno.
–¿Sigue el comunismo legitimado en Europa?
–E: Sí, sigue habiendo un grave problema de legitimación del comunismo. El nazismo y el fascismo están claramente deslegitimados, la inmensa mayoría de los europeos los rechaza; sin embargo, todavía hay una parte significativa de Europa que legitima y justifica los totalitarismos comunistas. Quien mejor resumió este problema es Jean François Revel, hace 20 años: «Los negacionistas pro-nazis no son más que un puñado. Los negacionistas pro-comunistas son legión».
–En España la extrema izquierda es fiel al comunismo, pero evita usar esa palabra. Apoya a las dictaduras de Venezuela o Cuba, hablando de revolución, sin ningún reparo...
–E: Sí, es un fenómeno curioso. Sigue existiendo una legitimación del comunismo; de hecho, los partidos comunistas no lo disimulan ni en su nombre, y sin embargo, no usan la palabra comunismo. Un ejemplo muy llamativo es que ni en una sola entrevista periodística en los últimos años, salvo una excepción, se le ha preguntado a Yolanda Díaz por el comunismo. Es miembro del Partido Comunista, y líder del principal partido de extrema izquierda en España y nadie le pregunta por el comunismo. ¿Como es posible? ¿Alguien imagina que a la líder de un partido fascista o nazi así llamado no se le preguntara por el fascismo o el nazismo? Es inimaginable.
Lo que hace la izquierda en general es sustituir la palabra comunismo por democracia. Qué contradicción. Y la mayoría de izquierdas del mundo periodístico, académico e intelectual contribuye a ello, porque cuando se les pregunta por el comunismo, a continuación viene la cuestión: «Ah, ¿usted justifica las dictaduras comunistas?». El problema es que la respuesta es sí.
A Yolanda Díaz nadie le pregunta por el comunismo. ¿Alguien imagina que a la líder de un partido fascista o nazi así llamado no se le preguntara por el fascismo o el nazismo? Es inimaginable
–En Francia, tradicionalmente ha habido una legitimación de la extrema izquierda. En los últimos años se ha aplicado un cordón sanitario a Agrupación Nacional, al que se identifica con la extrema derecha, y, sin embargo, tiene un alto apoyo electoral y buena imagen en comparación con la de la extrema izquierda. ¿Por qué se ha producido esto?
–E: Francia es uno de los países que estudiamos; de hecho, su capítulo lo titulo La pasión comunista de Francia. De la misma manera que otros países europeos, ha practicado el cordón sanitario contra lo que se llamaba el Frente Nacional y ahora Agrupación Nacional. Sin embargo, ha crecido enormemente y lidera las encuestas para las elecciones al Parlamento Europeo. Es un fenómeno complejo, pero entre los factores que lo explican hay uno destacable, que es que el centroderecha francés ha cometido el grave error de aceptar ese cordón sanitario impuesto por la izquierda. Lo ha rectificado en los últimos años, pero quizá ya sea tarde.
–En 2015 por primera vez en la democracia portuguesa el Partido Socialista sostuvo su gobierno con el apoyo de todos los partidos de la izquierda, y siguió esa estrategia populista de lanzar el mensaje de que no gobierne la derecha. En las últimas elecciones, ha ganado el centroderecha. ¿Qué lectura puede hacerse?
–A: En los gobiernos del periodo de transición portugués los comunistas intentaron la construcción no de una democracia sino de un Estado socialista. Por eso hay un temor a la extrema izquierda que puede explicar que haya ganado la derecha en marzo. A Luis Montenegro, el líder del Partido Socialdemócrata, que ha ganado de una manera muy ajustada, el partido Socialista le tiene vetado las alianzas con la extrema derecha; sin embargo, para sí mismo no se priva de la posibilidad de gobernar con la extrema izquierda. Es una paradoja interesante.
Somos dos países que ocupamos un mismo espacio geopolítico, con tradiciones muy parecidas, con formas de vida muy similares, y estas diferencias políticas nos permiten aprender. Mi diagnóstico sobre Montenegro es que el hecho de que haya renunciado a priori durante la campaña a cualquier entendimiento con Chega, con la extrema derecha, le coloca en una situación muy difícil de dependencia con un Partido Socialista que ya no es el de antes de 2015, que era leal al sistema y estaba dispuesto a buscar gobiernos de coalición, sino un partido dispuesto a encontrar un entendimiento con la extrema izquierda.
–¿Y qué similitudes hay entre la izquierda y la extrema izquierda portuguesa y la española?
–A: La verdad es que se parecen bastante. El PCE durante el periodo de Transición, abandonó el leninismo y se convirtió a todos los efectos ideológicos en un partidos socialdemócrata, pero curiosamente, ha regresado a sus orígenes leninistas, con lo cual de alguna manera se ha encontrado con el Partido Comunista Portugués.
António Costa nunca dejó entrar en el Gobierno a la extrema izquierda y gestionó sus apoyos a través de un acuerdo muy poco exigente. Fue capaz de domesticar a la extrema izquierda en su propio interés. La diferencia con España es que el PSOE en su debilidad se ha visto arrastrado por las posiciones de la extrema izquierda.
–En el libro se apunta la idea de que la extrema izquierda tiene más pasado que presente y probablemente que futuro, salvo en España. ¿Qué ha pasado en nuestro país para que haya alcanzado ese poder tan alto?
–A: En Portugal, por ejemplo, los partidos del centro izquierda y centro derecha han sido y siguen siendo muy fuertes; en cambio en España a partir de la crisis se debilitaron de una manera extraordinaria en favor de opciones extremistas y eso ha hecho que el sistema político español sea más complicado, que hayamos visto partidos que han aparecido y desaparecido muy rápidamente y que la política española se haya hecho muy imprevisible.
En España no ha habido una crítica ni una pedagogía sobre lo que ha significado el totalitarismo de extrema izquierda
Los países que vivieron el comunismo conocen la experiencia y por lo tanto la extrema izquierda está desacreditada. En Portugal, lo está por el proceso de transición, donde el país estuvo a punto de llegar a una guerra civil. En España está proyectada sobre generaciones anteriores, nosotros no la hemos tenido, y eso hace que la extrema izquierda -también porque no ha habido una crítica, ni un ajuste de cuentas con el comunismo, ni una pedagogía sobre lo que ha significado el totalitarismo de extrema izquierda- goza de una cierta buena opinión, que en momentos de debilidad de los partidos sistémicos, le ha dado un peso considerable y explica el tipo de gobierno que tenemos.
–E: Añado un elemento, los nacionalismos. En España hay nacionalismos fuertes en Cataluña, País Vasco y Galicia, y en buena medida son de izquierdas, algunos de extrema izquierda, ERC, EH Bildu y el BNG. ¿Qué ha ocurrido? Que la izquierda nacional, incluido el socialismo, los ha justificado, legitimado y fomentado.
Otro de los rasgos de los que hablamos en el libro es que la extrema izquierda ha evolucionado desde el marxismo y comunismo hacia otros elementos como el identitarismo, la defensa de la identidad. Lo que considera pueblos con derecho a Estado o pueblos oprimidos, como lo queramos llamar, la izquierda lo apoya, aunque entre en evidentes contradicciones.
–Sobre esta evolución, ahora se habla de una nueva izquierda, que abandera otras causas como el feminismo radical, la ideología de género, el ecologismo,... ¿Qué queda de la tradicional extrema izquierda?
–A: Como mostramos en el libro, en algunos países sigue fiel a sus orígenes leninistas, por ejemplo en Portugal, pero ha abrazado nuevas causas con ánimo de sobrevivir después de la caída del telón de acero, y ha intentado reconvertirse a las causas identitarias. Esto explica que haya una contradicción entre su igualitarismo universalista original y la defensa de los nacionalismos étnicos como causas identitarias que generan alianzas inesperadas y contradictorias. Es una especie de operación de rescate. En el libro mostramos que, en general, para todas las extremas izquierdas de Europa occidental, la caída del comunismo es una tragedia que aún no ha sido superada.
La extrema izquierda es como un virus latente en las democracias occidentales europeas
–E: En general, mezclan los elementos clásicos de la lucha de clases con los identitarios. Son importantes en todos los partidos de extrema izquierda el anticapitalismo, lo que llaman el anti-imperialismo y el cuestionamiento de todo lo que sea Estado de los países capitalistas y del poder del Estado. A esto añaden el ecologismo radical, podríamos llamarlo ultra radical, el feminismo radical, llamémosle también ultra radical, y después un elemento, quizá el más llamativo, el identitarismo.
Este les lleva a apoyar posiciones xenófobas de los nacionalismos étnicos, y también a una de sus grandes contradicciones: apoyan, por ejemplo, elementos identitarios del Islam. Así, en Francia, La France Insumisse de Mélenchon, es un partido de extrema izquierda que tiene un altísimo porcentaje de voto de franceses musulmanes porque defiende símbolos como el velo, el burkini,...etc, que están considerados desde el liberalismo y el feminismo liberal símbolos de opresión de las mujeres. Esto ha causado ya debates internos en la extrema izquierda francesa.
–¿Qué impacto produce en la democracia la presencia o una alta representatividad de la extrema izquierda?
–A: En los países occidentales históricamente el impacto ha sido muy distinto. Por ejemplo, en Gran Bretaña, la extrema izquierda, debido a su sistema mayoritario, siempre ha estado muy alejada del poder y su influencia es más bien cultural. Pero en otros lugares, como en España, donde ha alcanzado el Gobierno, vemos un deterioro del Estado de derecho, de la neutralidad de los medios públicos y, en general, un clima en el que, a través de la afirmación de la soberanía del pueblo encarnada por el gobierno, se produce una degradación de la democracia liberal.
La extrema izquierda es más bien una posición declinante en la mayor parte de los países occidentales, pero no debe desatenderse porque sufrió su momento de mayor debilidad en el momento de la caída del comunismo; sin embargo, con la crisis del 2008, tuvo una resurrección. Es como un virus latente en las democracias occidentales europeas, que puede convertirse en algo parecido a una amenaza iliberal.
–E: Sí, el subtítulo del libro es precisamente iliberalismo y amenazas a la democracia. Dos ejemplos: Francia y España. Francia, en 2023, tuvo dos periodos de gravísimas violencias callejeras, una contra la decisión del Gobierno de Macron de subir la edad de jubilación y otra por la muerte de un adolescente en un control policial. Esto fue liderado por la extrema izquierda y justificado por la izquierda. Es un ejemplo de amenaza a la democracia y de iliberalismo.
En España, estamos viviendo en este preciso periodo histórico lo que significa la amenaza de la extrema izquierda, con la deriva del Gobierno de Pedro Sánchez. El PSOE se ha radicalizado porque está haciendo una evolución hacia la extrema izquierda, y además está fomentando la extrema izquierda de determinadas comunidades autónomas.
Los autores del libro
Manuel Álvarez Tardío
Francisco Beltrán Adell
Armando Chaguaceda
Jorge del Palacio Martín
Adriaan P. V. Kühn
José Manuel León Ranero
Miguel Ángel Martínez Meucci
David Sarias Rodríguez
Javier Zarzalejos