El partido presiona
El PSOE muestra su extrema dependencia de Sánchez en un acto más flojo de lo esperado
Hubo ruegos, casi súplicas a Sánchez para que se quede. Y alusiones a esa derecha y ultraderecha política, judicial y mediática contra la que la izquierda ha emprendido una persecución por el caso Begoña
El discurso en el que Dolores Ibárruri proclamó el célebre «no pasarán» en julio de 1936 fue retransmitido por la radio. El Comité Federal del PSOE de este sábado, por Youtube y por unas pantallas gigantes instaladas en la calle Ferraz. Allí, y según la Delegación del Gobierno, 12.500 militantes y simpatizantes socialistas -muchos llegados en 120 autobuses fletados por el partido- corearon el eslogan guerracivilista, que el miércoles Patxi López volvió a poner de actualidad. Fueron muchos menos de los que esperaba la organización, que había removido cielo y tierra, aunque muy motivados. El partido se esforzó por emitir planos en altura para que pareciera que las inmediaciones de su sede estaban desbordadas.
María Jesús Montero hizo las veces de La Pasionaria, saliendo a corear La Internacional junto a los concentrados, animando, pidiendo «fuerza», levantando los brazos en señal de victoria. Fue ella quien abrió la ronda de intervenciones de un cónclave más flojo de lo esperado y que cortaron antes de tiempo. Pero en el que los dirigentes del Gobierno y del PSOE se conjuraron para traer de vuelta a su secretario general, confinado en la Moncloa, reflexionando.
La vicepresidenta y vicesecretaria general del partido apeló de forma expresa a Begoña Gómez, consciente de que la mujer de Pedro Sánchez es quien puede convencerle de una cosa o la contraria. «Begoña, compañera, estamos todas contigo», señaló Montero, que pidió que cesara el «acoso» a la esposa del presidente.
«Te necesitamos, necesitamos al mejor líder, al presidente más valiente, enérgico y decidido y al Pedro Sánchez más humano. Merece la pena que ganen los buenos», añadió Montero. La presión que ella y el resto del socialismo han puesto sobre su líder es enorme, ante el vértigo que sienten en estas horas de cuenta atrás.
Hubo ruegos, casi súplicas a Sánchez para que se quede, en todas y cada una de las intervenciones. Y alusiones a esa derecha y ultraderecha política, judicial y mediática contra la que la izquierda en general, y los socialistas en particular, han emprendido una persecución por el caso Begoña.
«No puedes rendirte, no puedes entregarle a la derecha lo que busca», afirmó el ministro Óscar Puente, que recordó la historia de su abuelo Antonio, que se libró de ser fusilado, pero no de la cárcel «por rojo». La presidenta navarra, María Chivite, denunció la «tortura psicológica» que sufren los socialistas y los huevazos a la casa de su madre. Y el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, recordó los tiempos en los que tenía a María Dolores de Cospedal como líder de la oposición, «la socia de Villarejo», la llamó. «Íbamos a querella por día».
García-Page desmintió que esta reclusión autoimpuesta de Sánchez sea «una treta más», que es precisamente lo que sostienen el PP y Vox. De hecho, este sábado los populares hicieron públicos los resultados de una encuesta encargada por ellos mismos a Sigma Dos y según la cual el 77,6 % de los encuestados creen que el presidente va a seguir. Bien sin más (el 56,4 %), bien presentando una cuestión de confianza (el 21,2 %).
«Sabemos que el secretario general va en serio», continuó el presidente castellano-manchego, que hoy se guardó las críticas a la ley de amnistía y al resto de cesiones al independentismo en el bolsillo. Ése es el temor de los socialistas, el motivo que este sábado los llevó a convertir Ferraz en una especie de altar sanchista para adorar a su dios pagano. Tienen miedo de que el lunes, a pesar de todos los esfuerzos, Sánchez dimita y aboque al Gobierno y al partido a una crisis existencial.
Para darle mayor emotividad, Salvador Illa abandonó por unas horas la campaña catalana para estar junto a sus compañeros. «Lo primero eres tú y tu familia», le trasladó al ausente Sánchez.
Iba a haber más intervenciones, pero el secretario de Organización, Santos Cerdán, decidió que ya eran suficientes. Y conminó a los miembros del Comité Federal a salir a la calle «y que nos fundamos en un abrazo con los de ahí fuera y le gritemos a nuestro secretario general que merece la pena». Y así lo hicieron todos.
Ahora, a esperar a que Sánchez hable el lunes. Si después de lo de este sábado el lunes anuncia que dimite, los suyos dirán que no ha podido sobreponerse al daño que le han infligido «la derecha y la ultraderecha». Y si anuncia que se queda dirán que hay que dar esta batalla para que de verdad no pasen «los malos», como los llama la ministra Diana Morant.