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La concentración del sábado en Ferraz, en apoyo de Pedro SánchezEFE

«Punto y aparte»

El PSOE pasa del drama al alivio y espera las órdenes de Sánchez para iniciar el contraataque

Nadie pedirá explicaciones al presidente en el PSOE. Un partido que estos días se ha demostrado rehén de una sola persona y que se ha asomado al abismo de un futuro sin él

Tomara el camino que tomara Pedro Sánchez, solo había una certeza antes de su comparecencia. Que nada iba a seguir igual a partir de ahora. El propio presidente lo describió en su intervención como un «punto y aparte». Y lo será. En su discurso llamó «regeneración» a lo que, en realidad, se intuye como una caza de brujas contra los jueces, la oposición y la prensa no afín. «O decimos basta o esta degradación de la vida pública o degradará nuestro futuro condenándonos como país», proclamó el presidente, allanando un camino que, en realidad, ya emprendieron los suyos el mismo miércoles por la tarde.

Ese día, ministros y dirigentes del PSOE y de sus partidos socios empezaron a señalar a los culpables del aparente colapso de su jefe de filas. Félix Bolaños llegó a hablar de «jauría». Diana Morant, de «buenos» frente a «malos». Patxi López escribió el miércoles: «¡No pasarán!». Este lunes, el portavoz del PSOE en el Congreso se felicitaba así, aliviado, como todos en el Gobierno y en el PSOE: «Hoy gana la Democracia. Hoy ganamos la inmensa mayoría».

Llamamiento a la movilización

Durante cinco días, Sánchez ha llevado a su partido al límite y le ha hecho creer que dimitiría para acabar volviendo al lugar del que nunca se fue, la Presidencia del Gobierno. Pero llamando a la movilización de la izquierda: «Solo hay una manera de revertir esta situación: que la mayoría social, como ha hecho estos cinco días, se movilice en una apuesta decidida por la dignidad y el sentido común, poniendo freno a la política de la vergüenza que llevamos demasiado tiempo sufriendo, porque esto no va del destino de un dirigente particular», pidió.

Pedro Sánchez, durante su comparecencia en la MoncloaMoncloa/ EFE

Nadie le pedirá explicaciones en el PSOE. Un partido que estos días se ha demostrado rehén de una sola persona y que se ha asomado al abismo de un futuro sin él. Solo hay que ver las muestras de alivio de los más altos cargos socialistas tras conocer la noticia. Pilar Alegría: «Merece la pena seguir a favor de la regeneración democrática y la consolidación de derechos». María Jesús Montero: «Gracias por tu valentía, tu determinación y también gracias por tu humanidad presidente Sánchez. Gracias por seguir adelante».

Santos Cerdán: «Vamos a seguir trabajando sin descanso. Por la regeneración de la democracia. Para seguir consolidando derechos. Para que prevalezca la política limpia». Salvador Illa: «Una decisión valiente para recuperar la dignidad de la política y un compromiso para frenar a quienes intentan socavar nuestra democracia. ¡Adelante, presidente!». Francina Armengol: «Hoy gana la democracia. Hoy ganan el respeto y la dignidad. Que la reflexión colectiva contribuya a dignificar la política. Por el bien de las instituciones, para servir a la ciudadanía».

Tampoco se las pedirán sus socios de Gobierno, Sumar. Yolanda Díaz compareció desde el Ministerio de Trabajo para mostrar su total respaldo a las palabras de Sánchez: «Esto debe representar un antes y un después. Nuestra democracia es hoy más fuerte gracias a todas esas personas que se han movilizado», se felicitó la vicepresidenta segunda.

The Economist ya ha bautizado a Sánchez como el «drama king», y así fue hasta el final. El domingo por la noche, la Secretaría de Estado de Comunicación ni siquiera fue capaz de concretar la hora de la comparecencia del presidente. A las 8.41 horas de este lunes llegó la primera convocatoria: Sánchez haría una declaración institucional (sin prensa ni preguntas) a las 12 del mediodía. A las 9.43 horas, la Moncloa informó de que la comparecencia se adelantaba a las 11 horas. Entre medias, el líder del Ejecutivo se trasladó a Zarzuela para comunicar su decisión a Felipe VI. Sánchez había involucrado al Rey, puesto que el jefe del Estado estaba pendiente de si tenía que convocar una ronda de consultas y proponer a un nuevo candidato a la investidura, en el caso de que hubiera dimitido.

Tras volver de despachar con el monarca se citó con Montero, Bolaños y Cerdán para adelantarles qué camino había tomado en esta aparente encrucijada personal, que la oposición nunca terminó de creerse. El miércoles, después de que Sánchez publicara su carta a la ciudadanía, ellos tres y Óscar Puente se reunieron de urgencia en la Moncloa para evaluar la situación. Pero sin su jefe de filas, que no quiso verlos.

La primera reacción de los socialistas ese día fue de incredulidad. Con el transcurso de las horas y el silencio de Sánchez, en el PSOE empezó a cundir el miedo. Después vino directamente el pánico. El partido convirtió el Comité Federal del sábado en un acto de exaltación y de terapia colectiva que dejó al descubierto su profunda dependencia del secretario general. Y la falta de un plan B.

Las concentraciones del fin de semana, el sábado en Ferraz y el domingo en Atocha, distaron mucho de ser multitudinarias. Pero sí fueron ruidosas, para combatir el silencio sepulcral que seguía saliendo de la Moncloa. Hasta este lunes a las 11, cuando Pedro Sánchez disparó la gran traca. «Pongamos fin a este fango de la única manera posible: mediante el rechazo colectivo, sereno, democrático, más allá de las siglas y de las ideologías, que yo me comprometo a liderar con firmeza como presidente del Gobierno de España», terminó su discurso.