Entrevista en La 1
Sánchez inicia su campaña contra la mentira con un bulo sobre Feijóo en TVE
El presidente del Gobierno tergiversa unas declaraciones del líder de la oposición para presentarlo como un machista
Empezó el día dándonos las «buenas tardes» cuando tocaba decir «buenos días» y lo acabó dándonos las buenas noches en prime time. Hablamos de Pedro Sánchez, quien quiso comparecer en la que fue la mejor televisión de España (cuando solo había una, como decía Butano) para ofrecer su primera entrevista tras su anuncio monclovita, tras su particular tributo a Cristina Cifuentes («no me voy, me quedo»).
Xabier Fortes y Marta Carazo asistieron, desde su papel de periodistas, a un relato de tono victimista y partidista al que apenas hicieron puntualizaciones. Es decir, no hubo precisiones a lo Silvia Intxaurrondo con Feijóo, aunque habrían tenido cabida unas cuantas.
Sánchez —el que jamás iba a dar indultos ni amnistiar a Junqueras, Puigdemont y cía— se presentó ante «la ciudadanía» como el adalid de la verdad, y dispuesto a trabajar para que los españoles sepamos «qué hacer ante la mentira». El hombre que no miente, sino que cambia de opinión (Zapatero dixit), ha decidido actuar contra las bolas (ajenas), y esto sí tiene pinta de ser verdad.
A falta de que la estadística oficial o Tezanos lo corroboren, las palabras más repetidas por el presidente del Gobierno fueron «la máquina del fango», que dispara a través de diarios digitales que son «pseudomedios de comunicación». Este de «la máquina del fango» es un concepto acuñado por Umberto Eco que en España popularizaron los de Podemos en aquellos tiempos en que el actual presidente era oposición y los tildaba de «populistas». Se conoce que la podemización del PSOE a la que aluden tantos analistas alcanza también al lenguaje.
Las preguntas
Ya que el mensaje de Sánchez pone el foco en los periodistas, lo ponemos en Fortes y Carazo, tomando nota de todas sus preguntas. Estas fueron (en versión abreviada):
—¿Cree que ha sido la mejor manera de abordarlo? (sobre los cinco días de meditación)
—¿Ese miércoles estaba dispuesto a dimitir?
—¿De qué estuvo más cerca, de marcharse o de quedarse?
—¿La carta es cosa suya? ¿No lo comenta con su mujer?
—¿Le ha llegado alguna crítica por haber sometido al partido a una tensión excesiva?
—¿Hay teatro, hay estrategia política? (en su pausa de cinco días).
—¿Va a usted a llamar al señor Feijóo para abordar esta situación? (dos veces se lo preguntó Carazo a Sánchez)
—¿En qué vamos a notar que se avanza en la regeneración democrática?
—Dentro de este proceso de regeneración democrática, ¿el Gobierno tiene pensado impulsar alguna medida legislativa para desbloquear el CGPJ?
—¿Qué tiene en la cabeza para proteger la veracidad de la información?
—¿Cree que debía haber hablado? (cuando informaciones falsas afectaban a Podemos)
—En esta defensa de la transparencia informativa, ¿por qué ha elegido una comparecencia sin periodistas?
—¿Cree puede acabar en algún tipo de investigación o imputación? (lo de su mujer)
—¿Cree que va servir para algo, que el debate va a ir por otros derroteros?
—¿Cree que se debería regular el papel de los/las consortes de los presidentes del Gobierno y, en esa regulación, cabría que el/la consorte de un presidente del Gobienro firmara una carta de recomendación a una persona que opta a una ayuda pública? (dos veces se lo pregunto Carazo a Sánchez).
—¿Cree que está más fuerte o más débil?
Las que faltaron
Puesto que todo este lío se ha montado por las prácticas de su mujer, sorprende que durante la entrevista no se detallasen dichas prácticas, una por una, para que Sánchez tuviese ocasión de aclarar, una por una, que todas ellas son perfectamente éticas y/o legales y que no hubo ni hay gato encerrado. Qué mejor ocasión para explicarlo de una vez por todas que un prime time de La 1. Pero ni los periodistas le dieron pie —salvo esa fugaz mención a «una carta de recomendación»— ni a Sánchez le interesó abrir ese melón. A saber el motivo.
Las preguntas con más chicha las formuló todas Marta Carazo. La primera vez que se interesó por si iba a llamar a la oposición, le recordó que él y su vicepresidenta aludieron «en sede parlamentaria» a una información sobre la mujer de Feijóo que resultó ser una gran trola. El líder socialista, ya muy toreado, no entró a ese trapo. Pudo añadir la periodista que Pedro Sánchez llegó a decir ese día del pasado mes que «hay más» (informaciones) sobre la señora del líder popular y que en esa misma sede mencionó, meses atrás, un «probable caso de corrupción por parte de la presidenta de la Comunidad de Madrid» —en relación a las mascarillas pandémicas del hermano de Ayuso— cuando ese asunto ya había sido archivado por la justicia. Fue también Carazo la que insistió en si había que regular el papel de las consortes y la que aludió a su comparecencia mañanera sin preguntas.
En cuanto a las respuestas que sí dio Sánchez, tranquilizó mucho saber que las medidas que tiene pensado poner en práctica para frenar los bulos serán «legales», lo que, como diría Rajoy, supone que no serán ilegales.
La selectiva máquina del fango
El presidente pudo colocar su discurso sobre la máquina del fango, que es una metralleta que lo ataca a él, a «dirigentes de partidos de políticos de izquierdas» y a sus parejas, a «intelectuales», «artistas», «gente de la cultura que se ha podido significar» y «periodistas que cuando entran en restaurantes los insultan». En cuanto a presidentes del Gobierno, detalló que los afectados por este artefacto maligno han sido González, Zapatero (estos dos antes incluso de que Eco inventase la máquina del fango) y él, puesto que es sabido que Suárez, Calvo Sotelo, Aznar y Rajoy pudieron gobernar con total tranquilidad sin campaña alguna en contra, pues España era en sus respectivos tiempos una balsa de aceite. «Esto ha pasado siempre que ha gobernado la izquierda», insistió Sánchez sin que nadie en el plató le recordase que, según recoge la hemeroteca, no es así, y tampoco nadie se interesase por saber el curioso motivo por el que la máquina de marras solo ataca a gente zurda de pensamiento.
El momento más simbólico de la entrevista llegó hacia el final, cuando Carazo insistió en preguntarle si hablaría con Feijóo para abordar y solucionar juntos esta cuestión de Estado en la que el presidente ha convertido los bulos de la máquina del fango. «El señor Feijóo ha dicho textualmente que lo que debía haber hecho mi mujer es quedarse en casa sin trabajar», aseguró con rostro compungido.
Abajo pueden escuchar y ver la intervención de Feijóo en Onda Cero a la que alude Sánchez y a la que se refirieron, en términos parecidos, varios de sus colaboradores más cercanos.
Lo que el líder popular dijo textualmente es que, de ser presidente del Gobierno, «evidentemente» no le iba a pedir a su mujer que dejase de trabajar, pero sí que «no tenga contratos con la administración pública». Y añadió: «Ninguna mujer de ningún presidente del Gobierno se ha visto envuelta en la situación en la que está el señor Sánchez y su pareja. Ninguna. Incluso hay parejas de presidente del Gobierno que han dejado de trabajar para no tener ninguna duda al respecto». O sea, que el día fundacional de su cruzada contra la mentira Sánchez se hizo eco de un bulo. Mal empezamos.