Los insultos que Sánchez olvida: cuando vinculó al líder del Partido Popular Europeo con el Tercer Reich
El presidente del Gobierno utilizó su discurso ante el pleno del Parlamento Europeo para arremeter contra la derecha, en uno de los momentos en los que ha traspasado la frontera de la ofensa
El presidente del Gobierno ha abierto una crisis diplomática con Argentina después de que Javier Milei definiera como «corrupta» a Begoña Gómez en su visita a España este fin de semana. Las palabras del mandatario argentino sobre una particular que nada tiene que ver con el Gobierno salvo el lazo conyugal que la une a Pedro Sánchez han sido tomadas por el Ejecutivo como una ofensa al país y a la propia institución, obviando que se tomó como normal que el ministro Óscar Puente llamase drogadicto a Milei pocos días antes. No ha sido este el único momento en el que el Gobierno ha traspasado la frontera del insulto, pero es más fácil ver la paja en ojo ajeno que la viga en el propio.
El suceso más grave de todos ocurrió en el Parlamento Europeo. No hay nada peor para un alemán que lo relacionen con el nazismo y eso fue lo que hizo Pedro Sánchez con el líder del Partido Popular Europeo cuando acudió a Estrasburgo para dar su discurso como presidente rotatorio del Consejo de la Unión Europea. Sánchez no solo no habló de España y del balance que habían supuesto los seis meses de presidencia, sino que convirtió su speech en una crítica continua de la derecha y la ultraderecha.
Al referirse a Manfred Weber, le recordó los acuerdos a los que había llegado el PP con Vox en los diferentes gobiernos autonómicos y le habló de la censura de obras de teatro, del frenazo a las energías renovables, de las escasas ayudas a la violencia de género... y de que estaban recuperando calles de personas vinculadas con el franquismo. «¿Ese sería también su plan para Alemania, señor Weber? ¿Devolverle a las plazas y calles de Berlín el nombre de los líderes del Tercer Reich?», cuestionó Sánchez desde la tribuna de oradores.
El Partido Popular Europeo respondió con un simple gesto (que se puede ver arriba) y se guardó las palabras para días después, ya que no logró que le dieran el turno tras el discurso de Sánchez. «No le consiento ni una lección sobre la etapa más oscura de la historia de Alemania. Yo crecí en Alemania, y para mi generación los que lucharon contra el régimen nazi eran mis héroes, mis referencias para comprometerme con la política», afirmó Weber en una entrevista posterior en El Mundo.
Que lo vinculen con el Tercer Reich puede suponer para un alemán mucho más que un insulto y Sánchez no solo no cayó en ello sino que tampoco se disculpó posteriormente. Tampoco lo hizo cuando utilizó la tribuna de oradores -esta vez la del Congreso de los Diputados- para llamar corrupto al hermano de Isabel Díaz Ayuso cuando su caso ya había sido archivado tanto por la Justicia española como por la europea.
El presidente del Gobierno se aprovechó de la inviolabilidad que se le otorga como diputado en las Cortes para calumniar a un particular a quien le une un parentesco con una política en ejercicio. Lo volvió a repetir en una rueda de prensa en una visita institucional a Marruecos, donde no le amparaba el hecho de estar en sede parlamentaria. Habló de nuevo de un «caso de corrupción» vinculado al hermano de Ayuso, los mismos términos por los que el Gobierno ahora ha abierto una crisis diplomática con Argentina.