Miércoles 29 de mayo, la fecha del antes y el después: ¿Qué trama el presidente?
La falsa espantada del presidente ha aumentado la desconfianza de sus socios. En los mentideros se rumorea que algo le ronda la cabeza, porque el PSOE se asoma a un fin de curso crítico
Aitor Esteban le confesó a Pedro Sánchez en el Pleno del miércoles que le debe una cerveza a un amigo por su culpa. El portavoz del PNV en el Congreso apostó con él a que el presidente del Gobierno dimitía tras sus cinco días de reflexión y el amigo le ganó. «Sus lógicas políticas y las mías son distintas», le dijo Esteban a Sánchez.
La anécdota protagonizada por quien posee una de las mejores pituitarias de la política española revela hasta qué punto Sánchez se ha convertido en un enigma indescifrable para sus socios e incluso para los suyos, los socialistas. Su falsa espantada ha aumentado la desconfianza entre el bloque de la investidura respecto al presidente, que ya de antes no destilaba credibilidad precisamente. Algo trama, dicen las ánimas de la Carrera de San Jerónimo cada vez más alto.
El PSOE se asoma a un fin de curso crítico, que lo será más si Teresa Ribera no obtiene un buen resultado en las elecciones del 9 de junio. Y, en ese contexto, la rumorología se ha disparado. Por la precariedad parlamentaria de Sánchez, por la difícil solución del sudoku catalán y porque, a partir del próximo miércoles, legamente el presidente ya puede disolver la Cortes y convocar elecciones, al cumplirse un año desde la anterior disolución.
A ello también se refirió Esteban durante su intervención del miércoles. «¿Goza el Gobierno de estabilidad parlamentaria? De momento, la misma que tenía antes. No sé cómo se resolverá la elección del próximo Gobierno catalán y la aplicación de la futura ley de amnistía. Tampoco sé lo que va a pasar a partir del día 29, fecha a partir de la cual podrán convocarse elecciones a Cortes», señaló el portavoz del PNV, levantando esa liebre.
Este último bajó de la tribuna y, al dirigirse a su escaño, pasó por delante de Sánchez. Alguien que se sienta muy cerca cuenta a este periódico que el presidente se inclinó y le dijo: «No es mi intención convocar». Y Esteban le miró incrédulo.
Las hipótesis
Sun Tzu le enseñó a Sánchez en El arte de la guerra: «La invencibilidad reside en la defensa; las oportunidades de victoria, en el ataque». En los mentideros políticos se especula con la posibilidad de una crisis de Gobierno en profundidad tras los comicios europeos, del calibre de la que el presidente del Gobierno acometió en julio de 2021, tras aprobar los indultos. También, con que el presidente aproveche una hipotética repetición electoral en Cataluña en otoño para quemar sus naves y convocar generales a la vez. O puede ser todo lo contrario, que intente aguantar subido al alambre de la legislatura sin Presupuestos de 2025, que son ahora los que están en juego (tras renunciar a presentar los de este año por el adelanto electoral en Cataluña).
La incertidumbre es total y los recelos de los socios, máximos. Lo único evidente es que la victoria de Salvador Illa en las catalanas no ha hecho desaparecer los problemas estructurales del Gobierno. El doble correctivo parlamentario que Sumar y el resto de los socios le han propinado al PSOE esta semana es de los que dejan señal.
El martes el Pleno echó atrás una proposición de ley del grupo parlamentario socialista para prohibir el proxenetismo y, el jueves, el PSOE se tuvo que comer su ley del suelo y retirarla in extremis, después de cometer un error de principiante impropio de dos colmillos afilados como María Jesús Montero y Félix Bolaños (cuestionados estos días). Los socialistas contaron con que la presión de los alcaldes y de los empresarios pesaría más en el PP que la satisfacción de infligir una derrota a Sánchez y desnudar su debilidad justo en el arranque la campaña de las europeas. Se equivocaron. «El Gobierno está roto», proclamó Alberto Núñez Feijóo después, disfrutando.
En el ala socialista del Gobierno achacan el papelón de esta semana a los cálculos electoralistas de Yolanda Díaz y el resto de los actores del reparto, y confían en que las aguas vuelvan a su cauce tras el 9 de junio. Pero hay tres problemas.
Uno. El cauce anterior ya estaba seco. En medio año de mandato, el Ejecutivo solo ha conseguido sacar adelante dos leyes: la de enseñanzas artísticas (el pasado jueves, que venía de la anterior legislatura) y la de la amnistía, que será aprobada de forma definitiva por el Congreso el próximo jueves. Eso y dos decretos ley en enero, que serán tres si la ministra de Trabajo consigue que el Pleno convalide dentro de un mes su reforma del subsidio de desempleo, que tuvo que rehacer después de que fuera tumbada por la Cámara Baja a principios del año (el Consejo de Ministros aprobó el nuevo texto el martes).
Dos. Si el PSOE pierde las elecciones europeas por mucho, Carles Puigdemont y el resto de la sociedad de la amnistía olerán la sangre y querrán hacer más. De ahí los intentos de los socialistas de activar el voto de izquierdas frente a la «internacional ultra» y concentrarlo en torno a la vicepresidenta tercera. Por cierto, dónde quedaron los tiempos en los que un ministro renunciaba a su cartera al ser designado candidato a las europeas. Dónde quedó el fair play.
Arranca la carrera del 9-J
Teresa Ribera aprovecha la ventaja y será vicepresidenta y candidata a la vez toda la campaña
Los populares están muy confiados, tal vez demasiado. «Si el Partido Popular derrota al PSOE en las elecciones europeas, la legislatura quedaría en suspenso», pronostican. Los de Feijóo aspiran a asestar un doble golpe a Sánchez en ocho días: este domingo en la manifestación que han convocado en la Puerta de Alcalá (han movido cielo y tierra para que sea masiva) y, el próximo, en las urnas.
Tres. Inmediatamente después de las europeas, volverán las oscuras golondrinas a Cataluña. ERC celebrará una consulta entre su militancia para decidir si se abstiene y deja gobernar a Illa o si rompe la baraja y avoca a la Comunidad a unas nuevas elecciones. Y el caso PSOE/ caso Begoña seguirá martilleando al presidente. «Les va a pasar como a nosotros con Gürtel. Todos los días soportarán filtraciones parciales del sumario y sin posibilidad de defensa», pronostica una fuente de la dirección del PP.