El plebiscito de las europeas
El PSOE vuelve a usar el anzuelo de la ultraderecha para tratar de evitar una derrota probable
Los estrategas de Ferraz y la Moncloa se aferran al rechazo a la ultraderecha como la única palanca capaz de activar a un electorado de izquierdas desmovilizado y a unos sondeos adversos
Cuatro días de campaña de las europeas, y algunos más de precampaña, han bastado para constatar que la estrategia del PSOE es un déjà vu, un calco de la que los socialistas pusieron en marcha en julio de 2023.
Ahora, como entonces, los estrategas de Ferraz y la Moncloa se han encomendado al rechazo a la ultraderecha como la única palanca capaz de activar a un electorado de izquierdas que aparece desmovilizado en las encuestas. O, al menos, no tan motivado como el de derechas, a juzgar por todas menos una: la del CIS de José Félix Tezanos.
En julio de 2023 le funcionó: Pedro Sánchez remontó contra pronóstico y quedó a solo 1,38 puntos de Alberto Núñez Feijóo, abrazado al mensaje de la involución que supondría para los derechos de los trabajadores, los pensionistas, las mujeres o el colectivo LGTBI –entre otros– un Gobierno del PP con Vox.
Ahora, los socialistas están convencidos de que también pueden dar la sorpresa con idéntico mensaje, esta vez en clave europea. El encontronazo entre Sánchez y Javier Milei y la disposición de Feijóo a pactar con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, han hecho creer al PSOE que el vuelco es posible. Porque, de momento, todos los sondeos menos el CIS dan ganador al PP.
El salmo del PSOE
El presidente del Gobierno inauguró la campaña electoral por adelantado el pasado miércoles en el Congreso, durante su comparecencia para hablar de Palestina, el caso Begoña, Europa y Gibraltar, todo a la vez. Solo en su discurso inicial hizo mención a la derecha y a la ultraderecha en una decena de ocasiones.
En los dos mítines que Sánchez protagonizó el jueves y el sábado no se quitó la palabra «ultraderecha» de la boca. «Hay dos formas de pactar con Vox en España y en Europa. Una directa, votando a Santiago Abascal, y otra indirecta, votando a Feijóo», señaló en Sevilla. «Este Gobierno y el modelo que estamos impulsando representan un éxito que desmiente todas las mentiras y la desinformación propagada por la derecha y la ultraderecha», afirmó dos días antes en Valencia.
Su senda es también la de Teresa Ribera, metida al cien por cien en su papel de candidata del PSOE, aunque siga siendo a la vez vicepresidenta tercera del Gobierno. No hay mitin de Ribera que no gire en torno a lo que su compañera de candidatura, Idoia Mendia, ha bautizado como «la coalición de la motosierra».
«La ultraderecha llegó a las instituciones normalizada por un PP sinvergüenza». «Feijóo ha pasado de blanquear a la ultraderecha a mimetizarse con ella». «No queremos una Europa gobernada por la derecha con la ultraderecha excluyente», son algunas de las frases pronunciadas por Ribera en estos pocos días de campaña.
También ha entrado en escena José Luis Rodríguez Zapatero, pidiendo una Europa que «no ceda ante la ultraderecha» y, al PP, que no se suba a ese «barco».
En su último vídeo electoral, el PSOE alude a la ultraderecha con la imagen de unas hienas. Y, en su programa electoral, los socialistas definen los comicios europeos como «unas elecciones cruciales ante la ola de euroescepticismo y ultraderecha que quiere hacer retroceder en los avances sociales que ha supuesto el proyecto europeo». Y continúan: «En los últimos meses hemos visto como las fuerzas populistas están reforzando sus posiciones en diversas citas electorales del continente y cómo se han aliado con los partidos conservadores y democristianos para alcanzar el poder en varios países (…). Ante la posibilidad de que se conforme una coalición de las fuerzas ultras y el Partido Popular Europeo (cuyo representante español y aliado de Vox es el Partido Popular) en las instituciones de la Unión, España tiene que enviar un mensaje potente de apoyo al europeísmo social y verde por el que hemos trabajado durante la última legislatura».
Durante décadas, el grupo de los Demócrata Cristianos (el del PPE) y el grupo de los Socialistas y Demócratas (al que pertenece el PSOE) han funcionado, en la práctica, como una gran coalición en Europa, repartiéndose los cargos. Pero el auge de los partidos que integran el grupo de los Conservadores y Reformistas (donde están Vox y el partido de Meloni) y el de Identidad y Democracia (el de Marine Le Pen) ha puesto en peligro el statu quo.
De ahí los guiños de los populares europeos a la primera ministra de Italia y a su partido, Fratelli d’Italia, que si cambiara de grupo parlamentario podría decantar la balanza (también Marine Le Pen está cortejando a la italiana). En esa estrategia se enmarcan los guiños de Feijóo a Meloni, distinguiéndola de Vox y del partido del primer ministro húngaro, Víktor Orban. Puesto que la mandataria italiana firmó el pacto de inmigración europeo y se declara europeísta. «Yo lo que he dicho, y lo mantengo, es que nosotros no debemos pactar con la extrema derecha en Europa», señaló este lunes el líder de los populares en Onda Cero.
Durante la precampaña, la propia candidata socialista se abrió a negociar con Meloni en una entrevista con El Correo. «Depende de la aritmética parlamentaria. Si las propuestas que hacen son propuestas con arreglo a los valores de más Europa, de respeto a la democracia, las reglas de juego, pues habremos visto una reincorporación a la normalidad europea», sostuvo.
Arranca la carrera del 9-J
Teresa Ribera aprovecha la ventaja y será vicepresidenta y candidata a la vez toda la campaña
No en vano, la elección de Ribera como comisaria europea (un puesto para el que el presidente la postulará) corre peligro si se confirma la pérdida de peso de los dos grandes grupos, el de los socialdemócratas y el de los populares europeos. Pero sus palabras chocan frontalmente con la estrategia del PSOE. De ahí que, en los últimos días, los socialistas se hayan apresurado a cerrar esa puerta.