El PSOE se enfrenta al desastre si Sánchez traspasa también su penúltima línea roja
El Gobierno se prepara para una negociación larga y tortuosa con ERC, sin garantías de que acabe bien para Salvador Illa a finales de agosto. Esquerra ha puesto sobre la mesa del presidente lentejas
Ni un verano sin su culebrón político. Este año toca Pasión de catalanes. El Gobierno de Pedro Sánchez ya asume que, en el mejor de los casos, la investidura de Salvador Illa no se producirá hasta el último día, «con la campana», señala un miembro del Gabinete (el plazo acaba el 25 de agosto).
Y eso en caso de que la sangre no llegue al río de la repetición electoral, que es un escenario que, por primera vez, empiezan a contemplar seriamente en la Moncloa. En los últimos días, los socialistas han pasado del «todos los caminos pasan y llegan a Illa» –Sánchez dixit– a reconocer que están en manos de un partido imprevisible y sin nadie al volante como lo es hoy ERC. «Una repetición electoral los reventaría», se dicen en el Ejecutivo, como si con ello fueran a convencer a Esquerra.
Las señales que llegan desde Cataluña no son buenas. El partido del dimitido –temporalmente– Oriol Junqueras ha decidido poner a prueba a Sánchez y exige no solo una «financiación singular» para la comunidad, sino directamente un concierto catalán. Por si al Gobierno no le quedaba claro, el presidente de la Generalitat se lo dejó cristalino el pasado miércoles. «Queremos la llave de la caja, tener un concierto como el que tienen el País Vasco y Navarra. Que nadie haga un equívoco con las palabras e intente diluir la financiación singular con un nuevo café para todos», señaló Pere Aragonès.
Desde el Ejecutivo niegan en público y en privado que vayan a aceptar un concierto económico que supondría que Cataluña pasara a recaudar y gestionar todos los impuestos. De hecho, es una fórmula contra la que el grupo parlamentario socialista votó en el Congreso hace dos meses, el 23 de abril, cuando ERC la planteó en una moción, como contó El Debate.
Las cesiones del presidente
El PSOE votó en contra de una «financiación singular» para Cataluña hace dos meses por no ser «justa»
Pero para Esquerra es eso o elecciones. ¿Será, pues, la enésima de sus líneas rojas que se salte Sánchez, el penúltimo de sus cambios de opinión? Ello supondría no solo una rebelión de las comunidades gobernadas por el PP, que para el presidente sería el menor de sus males. Sino sobre todo un obús contra las federaciones del PSOE en Comunidad Valenciana, Andalucía, Extremadura, Asturias, Castilla y León, Castilla-La Mancha... El desastre interno, electoral y discursivamente. Además de un problema mayúsculo para Yolanda Díaz, porque Sumar está compuesto por los retales de partidos regionales que poco o casi nada tienen que ver entre sí.
Quedan dos meses y muchas horas de pedaleo político y mediático para saber si Sánchez cederá también ahí. Desde el Gobierno tratan de dejar claro que «todo pasa por Illa», para no minar la autoridad y la capacidad de negociación del líder del PSC. Pero es evidente que ERC está puenteando a Illa y se dirige directamente al «Gobierno de Madrid».
Los Presupuestos Generales de 2025 son, hoy por hoy, una incógnita
Entre medias, España no tendrá Debate sobre el Estado de la Nación ni proyecto de Presupuestos de 2025. Todo aparcado. Que no iba a haber debate de política general este verano estaba cantado, puesto que a Sánchez no le seduce en absoluto la idea de ser el blanco de todas las críticas de sus indisciplinados socios y de la oposición durante dos días. El único que ha convocado Sánchez en seis años fue en julio de 2022, y solo porque le interesaba recuperar la iniciativa política después de la mayoría absoluta de Juanma Moreno en Andalucía.
Respecto a los Presupuestos de 2025, desde el Ministerio de Hacienda han empezado a reconocer sin ambages que si hay repetición electoral en Cataluña las cuentas del año que vienen «se complican». Porque, estando en campaña, ERC y Junts van a querer a Sánchez cuanto más lejos, mejor.
Desde la Moncloa aseguran que, sea antes o después, presentarán el proyecto de Presupuestos de 2025 sí o sí. Cabe recordar que, este año, Sánchez está gobernando con las cuentas prorrogadas de 2023 porque tras el adelanto electoral en Cataluña decidió ahorrarse redactar los de 2024 siquiera. Sabía que sus socios no se los iban a aprobar.
Las preguntas
Pongamos que Illa logra ser investido a finales de agosto y el Gobierno presenta los Presupuestos de 2025. Si Carles Puigdemont se los tumba en venganza (nada descabellado), ¿podría seguir en la Moncloa un presidente al que le han rechazado la norma básica de cualquier ejecutivo?, ¿o tendría irremediablemente que convocar elecciones, como le pasó en 2019, cuando los independentistas le tumbaron las cuentas de aquel año? Esto afirmó el presidente cuando compareció para anunciar las elecciones de abril de 2019: «¿Cuál es la tarea de un Gobierno? Aprobar leyes, gobernar, avanzar y, en el momento en el que no puede gobernar, entonces tomar decisiones».
Pongamos ahora que hay repetición electoral en Cataluña y el presidente desiste de presentar los Presupuestos de 2025, como con los de este año. ¿Puede un presidente permitirse, por dos ejercicios consecutivos, incumplir el artículo 134.3 de la Constitución («el Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior») y seguir como si nada, gobernando con las cuentas de la legislatura anterior? «Ahora no hacen falta Presupuestos para gobernar», sostuvo el viernes Felipe González, jocoso, en Onda Cero, al recordar que él convocó las elecciones de 1996 (las primeras que ganó José María Aznar) porque no había logrado sacar adelante las cuentas públicas de ese año.