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En la Homilía del 'Rocío Chico'

El Obispo de Huelva pide por la «unidad de España» frente a las «graves tensiones en el orden constitucional»

Monseñor Santiago Gómez Sierra también ha afirmado que la Iglesia tiene que ser un instrumento para «la unión de los hombres con Dios y la unidad de los hombres y los pueblos entre sí»

El Obispo de Huelva, Monseñor Santiago Gómez Sierra, ha pedido por la unidad de España durante una Homilía en el tradicional 'Rocío Chico'. De esta manera, ha relatado que «es necesario el esfuerzo por la unidad hoy, particularmente en España, cuando estamos sufriendo graves tensiones por la unidad nacional, el orden constitucional, y la solidaridad territorial, en un alarmante fenómeno que algunos llamaron hace tiempo un proceso de desagregaciones».

«María, especialmente en esta dulcísima advocación del Rocío, se nos presenta como madre de la unidad que permanece en oración junto con la primera Iglesia», ha agregado Gómez Sierra a renglón seguido.

El Obispo onubense también ha asegurado que la Iglesia tiene que ser un instrumento para «la unión de los hombres con Dios y la unidad de los hombres y los pueblos entre sí», ya que «es el testimonio de lo que Cristo ha venido a hacer y nos ha dicho en el Evangelio». Igualmente, ha pedido –«sin caer en localismos excluyentes»– por «la fidelidad a nuestro pueblo y a nuestra patria».

Desde el pasado viernes la aldea almonteña de El Rocío (Huelva) celebra el tradicional 'Rocío Chico'. En agosto, la Hermandad Matriz consagra en el Santuario de Nuestra Señora del Rocío los cultos del Rocío Chico, en cumplimiento del Voto de Acción de Gracias que el pueblo hizo en 1813 tras los hechos acaecidos en Almonte en 1810.

En 1813, el pueblo de Almonte, representado por su Parroquia, Hermandad Matriz y Ayuntamiento, prometió realizar un voto de acción de gracias a su Patrona por su mediación ante la orden del ejército francés de Napoleón de incendiar la población en 1810; tras un altercado provocado por la resistencia patriótica que desembocó en la muerte del capitán Pierre Douseau. Los almonteños que hicieron frente a estas amenazas, que nunca se cumplieron, «con la oración a la Virgen», juraron renovar cada agosto su gratitud.