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El día que Yolanda Díaz se encontró con Lula Da Silva durante su investidura casi le apaga la respiración con un abrazo y un beso incumpliendo todos los protocolos de actos oficiales. La vicepresidenta segunda del Gobierno de Sánchez fue incapaz de disimular la emoción de que la izquierda sucediese en el poder al conservador Jair Bolsonaro. Pero, el presidente brasileño tuvo que quedarse atónito en pleno saludo oficial a pesar de que en un ambiente distendido en Brasil te plantan no dos, sino tres besos.

La de Lula no fue la primera vez que Yolanda Díaz tuvo un brote de exaltación de la amistad, la vicepresidenta ya empieza a ser conocida por esos efusivos saludos a compañeros de la política. Este miércoles, día en que Pedro Sánchez presentó el arranque del nuevo curso político en el Instituto Cervantes, fue la primera en correr a abrazarle una vez que finalizó su alocución.

En cuanto Sánchez abandona el atril, la líder de Sumar se acerca a darle dos besos mientras el resto de los ministros no rompen filas. De hecho, el presidente les saludó con un rápido gesto de cabeza para a continuación sí dar de motu propio dos besos a quien fuera su vicepresidenta primera hasta junio de 2021, Carmen Calvo; a la que más tarde colocó al frente del Consejo de Estado.

Pero, sin duda, uno de sus más sonados achuchones fue el que le dio a Antonio Maíllo, dirigente de Izquierda Unida, en Zaragoza donde Sumar había programado un mitin. La gente que estaba en la calle grabó a Díaz corriendo con su vestido azul hacia su colega para darle un beso. El vídeo se hizo viral en redes sociales y por aquel gesto y por algún otro le disputó a Irene Montero el apodo de 'La Leticia Sabater del Congreso'.

Y, aunque es cierto que la política de Sumar –antes Unidas Podemos y antes Izquierda Unida– se suele emocionar más cuando se encuentra a compañeros de batalla, a ella le da igual ocho que ochenta. Con la misma intensidad ha llegado a aclamar en público a algún líder de la oposición como a Borja Sémper, diputado del Partido Popular.

El diputado popular Borja Sémper y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda DíazEDUARDO PARRA

Durante un viaje de campaña a Santiago de Compostela, Yolanda Díaz se encontró con Borja Sémper. Díaz le plantó un sonoro beso en la mejilla y le dejó restos de carmín. El gesto con el que quiso limpiar los restos de la pintura de labios a su rival político desembocó en una nueva mofa en redes sociales que los internautas titularon como 'Pasión turca'.