La legislatura, parada
La actitud de revancha de Junts desespera al Gobierno: «Es el no por el no»
El Ejecutivo tiene empantanadas varias negociaciones con los catalanes y la interlocución se ha reducido al mínimo. En la Moncloa se muestran incapaces de descifrar sus movimientos
La actitud de revancha con la que Carles Puigdemont y los suyos ha iniciado el curso político tras la investidura de Salvador Illa en Cataluña tiene a los socialistas desesperados. En la bancada del PSOE se quejan de que Junts ha entrado en una dinámica del «no por el no» -en palabras de un ministro-, agravada por el hecho de que la formación celebrará entre el 25 y el 27 de octubre su congreso extraordinario.
El Gobierno tiene empantanadas varias negociaciones con Junts y la interlocución se ha reducido al mínimo. En la Moncloa se muestran incapaces de descifrar a un partido que tan pronto se ausenta de las votaciones, como ocurrió este miércoles en el Congreso (con el argumento de que tenían que irse a la manifestación de la Diada), como vota con el PP o lleva al límite la incertidumbre para acabar salvando in extremis al Ejecutivo.
Lo peor es que saben que no les queda más que resignarse. O eso o asumir que la legislatura no da para más. En su reunión del pasado martes, la Mesa de Congreso amplió el plazo de enmiendas de 18 proyectos de ley ante la incapacidad del Gobierno para conseguir apoyos con los que aprobarlos. Algunos de ellos llevan en plazo de enmiendas casi desde que arrancó la legislatura. Aunque en realidad es más, porque venían de la anterior legislatura y su tramitación parlamentaria se interrumpió por el adelanto electoral. Es el caso de la ley por la que se crea la Agencia Estatal de Salud Pública, la ley de familias y la de servicios de atención a la clientela. También están en esa situación de limbo tres proposiciones de ley del grupo parlamentario socialista.
La semana pasada, María Jesús Montero compareció en el Senado para explicar el acuerdo entre socialistas y republicanos sobre la financiación privilegiada para Cataluña, que ERC llama directamente «concierto». El portavoz de Junts, Eduard Pujol, utilizó un tono amenazante con la vicepresidenta primera del Gobierno: «Recuerde: siete es un número mágico», le espetó, en alusión a los siete diputados de la formación independentista en el Congreso. Como también: «Ojo con las trampas y con los efectos especiales. Ni con Junts ni con Cataluña las cosas están para demasiados juegos», añadió.
La también ministra de Hacienda se quejó del tono del senador, «que en el debate político está fuera de lugar», sostuvo. Pero no le replicó. En lugar de eso, puso la otra mejilla y acabó pidiendo encarecidamente a Pujol: «Por favor, voten ustedes a favor de la senda, que es buena para Cataluña. De verdad se lo digo, y se lo digo para que lo transmita, por favor, a su grupo», imploró.
La nueva piedra en el riñón
Montero se refería a la que será la próxima piedra en el riñón que deberá expulsar el Gobierno: llevar a votación en el Congreso la senda de estabilidad que el martes aprobó el Consejo de Ministros, los objetivos de déficit y deuda para 2025, como paso previo a los Presupuestos. Ello después de que, en julio, el PP y Junts la echaran atrás, en lo que supuso la última derrota del curso para el Ejecutivo. Y no una cualquiera.
Este miércoles, Montero asistió a la sesión de control al Gobierno en el Congreso. Y, en esta ocasión, a quien imploró fue a la portavoz de Junts en la Cámara Baja, Míriam Nogueras. «Ustedes votaron en contra en julio. Espero que lo reconsideren, porque esa senda es buena para Cataluña y es buena para el conjunto de los españoles», le dijo, mientras Nogueras negaba con la cabeza en su escaño. Porque Junts sigue en el no.
«Queda tiempo hasta la votación, vamos a ver cómo respiran. Esperamos que recapaciten, pero no tenemos ningún dato», señalan fuentes del Gobierno. En el Ejecutivo se van a dar unas semanas de margen antes de llevar la senda de estabilidad al Pleno del Congreso, para a ver si consiguen llenar con agua la piscina.
No obstante, la ministra de Hacienda insiste estos días en que, si no le aprueban la nueva senda, utilizará la que está actualmente en vigor para elaborar los Presupuestos de 2025. Y que a quienes perjudicaría ese escenario es a las comunidades y los ayuntamientos, porque tendrían menos para gastar: la nueva senda concede dos décimas más de margen fiscal a las comunidades en 2025 y 2026 con respecto a los objetivos vigentes; y una décima más en 2025 y dos más en 2026 a los ayuntamientos.
Pero es que hay más palos en la rueda. La coalición quiere seguir haciendo reformas fiscales este curso -«más transporte público y menos lamborghinis, según el presidente»-, pero se encuentra con que Junts tiene una visión distinta, cuando no contraria, de la fiscalidad. Y también el PNV. «No es fácil para nosotros implantar nuevos impuestos o reformar los existentes cuando Junts y el PNV votan a veces con nosotros y otras no», se lamentan desde el ala socialista del Ejecutivo. El curso solo acaba de empezar y ya se les está haciendo muy cuesta arriba.