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Pedro Sánchez y José Manuel AlbaresEl Debate

Investigación

Albares deja solo a Sánchez: no participó en la retirada de la embajadora en Argentina para vengarse de Milei

Bruselas, Tel Aviv, Argel, Caracas, Rabat y Washington guardan memoria de los caprichos de Sánchez, resumidos en su ruptura con Argentina, de la que Albares marca distancias en un escrito en propiedad de El Debate, y su acercamiento a China

¿A qué juega el Gobierno de España? El último episodio, con la embajada española en Caracas acogiendo la extorsión de Delcy y Jorge Rodríguez a Edmundo González para aceptar su deportación y las mentiras que recubrieron esa complicidad con Nicolás Maduro, es la gota que colma el vaso de una diplomacia desacreditada con Pedro Sánchez y su obediente ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en el ojo del huracán.

Un diagnóstico lanzado hace unos días por Mario Draghi, en un demoledor informe en el que, a instancias de Úrsula von der Leyen, traza una hoja de ruta para sobrevivir en la guerra global por la hegemonía económica mundial que libran Estados Unidos y China.

Si saltarse las políticas europeas deja siempre una mancha, hacerlo en el peor momento imaginable en décadas, con ese pulso en el clímax, unas elecciones en Estados Unidos decisivas para el comercio mundial y una guerra en Ucrania, es letal.

Y sin embargo, Pedro Sánchez lo ha hecho y no ha rectificado, pese a la dura reprimenda que, sin citarle, vertió Von der Leyen a las horas de ese extravagante posicionamiento a favor de Xi Jinping: «Una política sólida europea hacia China depende de una fuerte coordinación entre los Estados miembros y las instituciones de la UE».

El capítulo no es una anécdota, sino la confirmación de cómo gestiona Sánchez los intereses internacionales de España, plagados de capítulos inéditos en la historia de la diplomacia nacional, tradicionalmente sustentada en algo ahora roto: la previsibilidad, la confianza entre los socios y la subordinación a las estrategias y objetivos de la Unión.

Algo que, para Sánchez, parece papel mojado: cedió a Marruecos la posición en el Sáhara ignorando al Parlamento y apartando al Rey; provocó con ello un cisma con Argelia que aún está vigente; emprendió una gira europea para reconocer a Palestina unilateralmente; metió en el Gobierno a enemigos declarados de la OTAN y los mantuvo pese a albergar en Madrid una cumbre atlántica; negoció con Nicolás Maduro la «deportación» de Edmundo González y, entre otros hitos, destrozó las relaciones con Argentina por un comentario de su presidente, Javier Milei, sobre Begoña Gómez, precedido de descalificaciones de Óscar Puente a un jefe de Estado extranjero al que relacionó con el consumo de estupefacientes.

Precisamente este capítulo es el que resume la desnortada política exterior de Sánchez, descrita así a este periódico por uno de los diplomáticos españoles de mayor trayectoria, Gustavo de Arístegui: «Nunca ha estado peor la imagen internacional de España, nuestra influencia no ya menguante, desaparecida, la ausencia total de un concepto de política exterior y el desconocimiento absoluto de las complejidades de este momento geopolítico particularmente peligroso».

Y eso encaja con las revelaciones que hoy publica El Debate sobre ese episodio de enfrentamiento con Argentina, gracias a un documento que demuestra el individualismo caprichoso de Sánchez y la sorprendente ausencia del Ministerio del Exterior en esa pelea con Milei que abrió la caja de los truenos. Ésta es la historia.

Contra Milei con todo

Las relaciones entre el Milei y Sánchez siguen tensas y han vuelto a desatarse en las últimas horas. Después de la ocurrencia del presidente del Gobierno con aquello de ‘más transporte público y menos lamborghinis’, el mandatario argentino calificó a Sánchez de «depredador de riqueza», continuando una escalada verbal que tuvo su máxima expresión allá por el mes de mayo y España decidió retirar a la embajadora en Buenos Aires.

Una medida diplomática de gran calado para el país, pero que únicamente ha obedecido a un arrebato personalísimo del presidente, tal y como corroboran los documentos a los que ha accedido en exclusiva El Debate.

El conflicto comenzó tras la toma de posesión del presidente argentino, cuando el Gobierno español decidió menospreciar el solemne momento enviando solo a un secretario de estado, Juan Fernández Trigo.

En un escrito del pasado 25 de marzo y que obra en poder de este medio, el Director del Gabinete del ministro de Asuntos Exteriores, Sergio Cuesta Francisco, reconoce que fue él quien decidió que el Rey fuera acompañado sin ministro alguno, liberando al presidente Sánchez de toda responsabilidad, según consta en un documento de la Secretaría General de Presidencia del pasado 12 de junio.

Tras la toma de posesión del presidente argentino, la escalada de tensión fue en aumento, como ya ocurriera en el Foro de Davos, cuando el argentino avisó del «peligro» que corría Occidente por culpa del socialismo y Sánchez reiterara aquello de que «las políticas neoliberales no funcionan».

La situación se tensó cuando el ministro de Transportes, Óscar Puente, sugirió públicamente que Milei había comparecido ante un medio de comunicación «bajo los efectos de ciertas sustancias». Este periódico ha tratado de que el Ministro Óscar Puente pudiera explicar en qué se fundamentaban sus acusaciones, calificadas por el gobernó argentino de «calumniosas e injuriosas», y si se había debatido en el seno del Consejo de Ministros acerca de la ingesta de sustancias de Milei.

En un escrito que obra en poder de este periódico, Belén Villar Sánchez, alto cargo del ministerio que dirige de Óscar Puente, se ha visto obligada a reconocer que no hay papel alguno al respecto. Es la palabra, nada menos, de la Directora General de Inspección y Organización.

Sánchez se alinea más con Lula o Xi Jinping y ataca a MileiEl Debate

A partir de ahí nadie recondujo la situación y pocos días después, en un acto de Vox, Milei tildó de «corrupta» a la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, y arremetió contra el jefe del Ejecutivo por su parón de cinco días para reflexionar acerca de su dimisión. Pero, en lugar de templar los ánimos, Moncloa fue a más, transformando el conflicto personal en una cuestión de Estado, cuando el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, llamó a consultas a la embajadora en Argentina y reclamó a Milei que se disculpase o habría una respuesta diplomática, ante lo que definieron como un «ataque a las instituciones» españolas.

Así, pese a que las palabras de Milei iban dirigidas a la esposa de Sánchez, que no ostenta ningún cargo en las instituciones, el presidente ordenó la retirada inmediata de la embajadora en Buenos Aires, lo que el presidente argentino consideró «un disparate propio de un socialista».

De hecho, tal y como consta en la documentación a la que ha accedido El Debate, nadie en Exteriores se preocupó de realizar un análisis de las consecuencias que ello podría conllevar.

En un documento rubricado por el Director del Gabinete del ministro, al que ha accedido El Debate, fechado a 4 de septiembre, se reconoce que no existe ningún documento que «avale la necesidad de retirar a la embajadora de España en Argentina», ni que aclare los «motivos que justifican la toma de tal decisión».

Del mismo modo, tampoco enviaron informes a Sánchez en los que se pusieran de relieve «las posibles consecuencias en perjuicio de las relaciones exteriores con la República Argentina y sus efectos sobre la economía nacional».

Es más, no hay constancia por escrito de las «medidas propuestas desde el Ministerio al embajador de Argentina en España para la solución de la crisis diplomática entre ambos países», ni de la respuesta obtenida de dicho embajador.

Nada avaló a Sánchez en su ruptura con Argentina ni ningún informe previó las graves consecuencias

El Debate ha accedido en exclusiva a un documento, de fecha 2 de julio, que trata de poner un parche a una crisis internacional creada y gestionada desde las entrañas políticas y no con las reglas de la diplomacia exterior.

Quizá por ello el director de gabinete del ministro Albares intenta a duras penas ahora de enfriar la crisis, señalando que «las relaciones de España con Argentina se encuentran entre las grandes prioridades de la política exterior de nuestro país. Entre ambos países existen, además de unos estrechos vínculos humanos, históricos y culturales, importantes intereses económicos y comerciales».

Pedro Sánchez con Xi Jinping el lunes 9 de septiembre en China

Pero lo más sorprendente, tras reconocer la inexistencia de informes diplomáticos que avalaran la retirada de la embajadora española en Argentina, o el daño económico que pudiera ocasionar a los intereses de las empresas españolas allí radicadas, es que se remita al perjuicio para las relaciones exteriores y para los intereses económicos para justificar la no entrega de una documentación que en realidad no existe.

Tampoco con el Rey Felipe

Mientras tanto, Presidencia mantiene un absoluto silencio respecto a los despachos que Sánchez hubiera podido mantener con el Rey «para informarle de la decisión del ejecutivo español de retirar a la embajadora de España en Argentina».

Según dispone el artículo 56.1 de la Constitución, el Rey es el Jefe del Estado y «asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales», estableciendo en su artículo 62.g) que debe «Ser informado de los asuntos de Estado y presidir, a estos efectos, las sesiones del Consejo de Ministros, cuando lo estime oportuno, a petición del Presidente del Gobierno».

Otro dislate de un Ejecutivo de imagen maltrecha, según explica Arístegui: «La actual coalición (PSOE y Sumar) levanta muchas dudas entre nuestros socios y aliado y en algunos casos causa sorpresa, preocupación y tristemente hilaridad. Preocupación por que la cuarta economía de la UE no puede tener bases tan débiles políticas y económicas, porque estamos en la zona gris de un mundo nuevamente dividido y porque el independentismo nos debilita de manera inhabilitante en muchos frentes . Especialmente en el seno de la UE».

Pedro Sánchez con Xi Jinping el lunes 9 de septiembre en ChinaEl Debate

De nada de eso hay constancia. Sánchez maneja la agenda como el Falcon, por utilizar una metáfora visual tan célebre: él decide cuándo se despega, dónde se aterriza y qué mercancía se lleva en la bodega del avión.

«Al principio de nuestra pertenencia a la UE, entonces Comunidad Europea, por prudencia de principiantes hablábamos los quintos, después de los cuatro grandes e incluso Países Bajos. Con la excepción de Iberoamérica donde éramos siempre la voz cantante. Eran los tiempos del máximo prestigio de Felipe González en Europa y en Iberoamérica. Después fuimos creciendo y teniendo posiciones en temas centrales para la defensa de nuestros intereses, manteniendo la prudencia en temas delicados como Oriente Medio o desarme nuclear», lamenta y rememora Arístegui, el hombre clave en la política exterior del PP durante muchos años.

Todo ello, junto, puede acabar siendo una bomba de relojería de efectos retardados y devastadores: unas veces con Bruselas, otras en Washington, alguna más en Pekín, Rabat o Caracas y, siempre, en Buenos Aires, escenario de una ruptura caprichosa que el también jefe de la Internacional Socialista impuso sin ningún soporte documental, sin estudiar los efectos y sin otro interés que defender a su propia esposa, que al parecer bien vale una pelea hasta con una nación hermana.