Fundado en 1910
Ana Martín

El PSOE se desespera: Junts y ERC vuelven a subir el precio del rescate a Sánchez

Éramos pocos y se enfadó también Esquerra. No habrá paz para el presidente mientras las dos formaciones independentistas catalanas no la firmen, y nada sugiere que lo vayan a hacer

Madrid Actualizada 04:30

Pedro Sánchez en Nueva YorkBorja Puig de la Bellacasa/ Moncloa

En inglés, el verbo «to be» significa ser y estar, vale para ambos. Por el contrario, en español ser y estar son verbos muy distintos. No es lo mismo ser presidente del Gobierno que estar en la Presidencia del Gobierno. Y cuando gobiernas con tantas ataduras como las que oprimen a Pedro Sánchez, cuando no puedes desarrollar tu programa electoral, estás, pero no eres.

Sirva esta reflexión a modo de resumen de lo ocurrido esta semana con la senda de estabilidad interruptus, después de que Sánchez decidiera retirar su tramitación parlamentaria 48 horas antes de que se votara en el Congreso para evitar una derrota segura, la que ya le tenían preparada Junts y el PP (la misma que en julio: misma propuesta, misma respuesta).

Esquivó la derrota parlamentaria, pero no la política, porque el incidente sirvió para poner de manifiesto que el Gobierno sigue y seguirá siendo rehén de Carles Puigdemont, lo que dure la legislatura. Y que el expresidente catalán fugado disfruta torturando psicológicamente a Sánchez y a los suyos, apretando y aflojando en el último suspiro. Cuando es que afloja.

Castillos en el aire

El primer mes del curso deja un sabor amargo a los socialistas, que no quieren ni oír hablar de fin de ciclo, pero pasa por sus cabezas. Quisieron pensar que la entrada de la ley de amnistía en vigor abriría un tiempo nuevo, pero no. Quisieron pensar que pasadas las elecciones catalanas ERC y Junts se tranquilizarían, pero no (qué diferente es el comportamiento del PNV y Bildu, sus otros socios antagónicos). Quisieron pensar que Puigdemont acabaría digiriendo la investidura de Salvador Illa, y tampoco.

Ahora se consuelan pensando que los congresos de ambas formaciones independentistas pacificarán el escenario político, y por eso Sánchez ha decidido posponer la presentación de los Presupuestos Generales de 2025 hasta después de ambas citas orgánicas. Lo que mete a España en diciembre.

Pero no parece que vayan por ahí los tiros. En Junts seguirá al frente Puigdemont, a pesar de su doble gatillazo en las elecciones catalanas: no consiguió una mayoría independentista en el Parlament ni ser presidente de la Generalitat. En Esquerra no está tan claro, aunque las apuestas sitúan a Oriol Junqueras como el mejor posicionado. El cónclave de los republicanos coincidirá con el Congreso Federal del PSOE, el 30 de noviembre.

El pasado jueves, ERC y Junts se dijeron de todo en el Pleno del Congreso, aprovechando la comparecencia de la vicepresidenta María Jesús Montero para explicar —no lo hizo— la financiación privilegiada para Cataluña. Además, utilizaron un tono bronco y faltón. Gabriel Rufián recriminó a los de Puigdemont que no les guste el concierto catalán solo porque lo ha negociado ERC y el diputado de Junts Josep Maria Cruset le replicó que el Gobierno les ha dado gato por liebre. «Ni concierto económico, ni financiación singular, ni soberanía fiscal, ni la llave de la caja», se mofó.

El diputado de Junts Josep Maria Cruset, el jueves en el CongresoEFE

La cosa venía caliente de antes. Esquerra no encajó nada bien que el Gobierno retirara la senda de estabilidad para negociarla con Junts —Rufián llegó a hablar de «chantaje» de la derecha catalana— y pidió el mismo trato hacia ellos. O jugamos todos o rompemos la baraja, vino a decir a la vicepresidenta Montero.

La batalla campal entre Rufián y Cruset dejó a los socialistas con mal cuerpo y muy preocupados. Qué lejos quedan aquellos abrazos fraternales que se dieron los diputados de ERC y de Junts el día (14 de marzo) en que el Congreso aprobó la ley de amnistía.

Junts y ERC se preparan para competir por ver quién ordeña más la famélica vaca en la negociación de los Presupuestos

No habrá paz para Sánchez mientras ambas formaciones independentistas no la firmen, y nada sugiere que lo vayan a hacer. De hecho, el aumento de las hostilidades entre una y otra formación es señal de que ambas competirán por ver quién ordeña más la vaca —ya famélica— en la negociación de las cuentas públicas de 2025.

En la investidura, y a mayores de la amnistía, ERC sacó a Sánchez el traspaso de las Cercanías y la condonación de 15.000 millones de euros de deuda de Cataluña con el Fondo de Liquidez Autonómico. Además del reconocimiento de un «conflicto de naturaleza eminentemente política» entre España y Cataluña y el compromiso de mantener la mesa de diálogo entre las dos partes.

Junts también llenó el cazo: consiguió que el PSOE aceptara un mediador internacional, la cesión del 100 % de los tributos que se pagan en Cataluña y abrirse a negociar la «celebración de un referéndum de autodeterminación sobre el futuro político de Catalunya amparado en el artículo 92 de la Constitución». Es decir, convocado por el Rey a propuesta del presidente del Gobierno.

En Junts bromean con que llegará un día en el que ya no sepan qué pedir. Un día las competencias en materia de inmigración para Cataluña, sin explicar para qué. Otro día la desclasificación de documentos del CNI sobre los atentados de Las Ramblas y Cambrils en agosto de 2017, porque sostienen que los servicios de inteligencia españoles estuvieron detrás (aunque haya una sentencia de la Audiencia Nacional, después ratificada por el Tribunal Supremo, que desmonta ese bulo). Luego que el Estado asigne a Cataluña un tercio del déficit previsto en 2025 para todas las administraciones.

A todo esto, la semana nos deja a la vicepresidenta Montero reivindicando la «utilidad de la política» en el Congreso en estos términos: «Los ciudadanos nos ponen aquí para que mejoremos su vida, y evidentemente cada uno tiene que ejercer esa representación para intentar avanzar justamente en que no los intereses de una minoría se abran camino, sino los intereses de la mayoría social del país». Junts tuvo 392.634 votos en las elecciones generales de julio de 2023, el 1,6 %. Poco más que la población de Las Palmas de Gran Canaria. ERC consiguió 462.883 votos, el 1,89 %. Más o menos la población de Murcia. No hay más preguntas, señoría.