La guerra arancelaria
La mediación de Sánchez entre la UE y China acaba en fracaso y enfado de Xi Jinping
El presidente ha querido hacer de pacificador en la disputa por los aranceles a los coches eléctricos chinos y, además de no lograrlo, ha dejado en evidencia los bandazos de su política exterior
Pedro Sánchez viajó a China a mediados de septiembre como el pacificador y ha acabado enojando a ambas partes: a la Comisión Europea y a Xi Jinping. El intento del presidente español de mediar en la guerra arancelaria entre el viejo continente y el gigante asiático por los coches eléctricos chinos no solo ha resultado un fracaso por el momento, sino que además ha evidenciado las incoherencias de la política exterior española.
La Comisión Europea decidió este viernes mantener los aranceles a China con la abstención de España. El Gobierno de Sánchez votó a favor en julio y, esta vez, parecía que iba a votar en contra, pero se puso de perfil: ni con Francia e Italia, que votaron a favor de los aranceles; ni con Alemania, que votó en contra. Como primer fabricante de coches eléctricos en Europa, Alemania teme que esta mayor carga impositiva acabe siendo un bumerán contra su propia industria automovilística. Cabe recordar que España es el segundo.
La abstención española se produjo después de que Sánchez hiciera creer al presidente chino, en una reunión en Pekín, que mantendría una posición contraria a los aranceles a tres fabricantes chinos. Básicamente por temor a las represalias chinas respecto a las importaciones de carne de cerdo, de enormes consecuencias para la industria cárnica española.
En su encuentro con Xi Jinping del pasado 9 de septiembre, Sánchez se erigió en mediador entre la UE y China y abogó por «buscar soluciones beneficiosas para todas las partes» mediante el «diálogo». Una postura contraria a los aranceles que fue muy bien recibida por su interlocutor y que suponía un giro de 180 grados respecto a la que había mantenido España en julio.
«China aprecia las declaraciones del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que reflejan su pensamiento racional y objetivo», señaló la portavoz del Gobierno chino, Mao Ning, en una rueda de prensa. «Esperamos que la UE escuche más atentamente las voces racionales y objetivas», añadió, en alusión a Sánchez. «Y que comprenda plenamente las ventajas complementarias y el potencial de cooperación entre China y la UE en el sector de los vehículos eléctricos y muestre flexibilidad y sinceridad», dijo Ning.
Sánchez volvió a España presumiendo de las buenas relaciones con China. Allí se reunió también, en Shanghái, con los presidentes de las compañías Chery, SAIC Motor y Hunan. SAIC, matriz de la marca MG, está buscando un emplazamiento para construir su primera planta en Europa, y se debate entre España, Hungría o la República Checa.
Antes de la votación de los Veintisiete de este viernes, el Gobierno español ya sabía que la Comisión Europea continuaría adelante con los aranceles. No en vano, para dar marcha atrás habría sido necesario que 15 países votaran en contra de una carga impositiva de hasta el 36,3 % al fabricante SAIC, el 19,3 % a Geely y el 17% a BYD, y solo lo hicieron cinco. La víspera, el ministro de Economía español, Carlos Cuerpo, envió una carta al vicepresidente de la Comisión Valdis Dombrovskis, desvelada por la agencia Reuters. En ella hacía un llamamiento al diálogo y a evitar «una confrontación a gran escala con actores estratégicos como China».
El propio Cuerpo justificó este viernes la abstención española, a pesar de la contundencia que mostró Sánchez desde China en contra de los aranceles. «Este voto es coherente con nuestra posición de intentar reforzar la negociación hacia adelante para ser capaces de encontrar una solución negociada, acordada, entre todas las partes», sostuvo el ministro. También habló de «evitar una escalada de medidas comerciales», en referencia a la ley del talión que China está pensando aplicar contra las importaciones de los sectores porcino y lácteo de la UE.
La Cámara de Comercio de China en la UE se apresuró a mostrar su «profunda insatisfacción» por unas medidas que tildó de «proteccionistas» e instó a la parte europea a negociar para «evitar la escalada de las fricciones comerciales».
El Gobierno español cree que no está todo perdido. Hay posibilidad de revertir los aranceles hasta el 30 de octubre: si no hay un acuerdo antes de entonces, ese día pasarán de temporales a definitivos, según la normativa comunitaria.