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Sánchez aplaude a Ábalos durante la moción de censura

Sánchez aplaude a Ábalos durante la moción de censuraEFE

La amnesia socialista

El PSOE intenta borrar el rastro de Ábalos, el hombre de Sánchez que lo fue todo y al que permitió casi todo

Decía que venía a servir a España, pero en vez de eso se sirvió de ella. El presidente nunca aclaró la ejecución de su hombre fuerte en julio de 2021, aunque los informes de la UCO lo explican

José Luis Ábalos tiró ayer del manual del político imputado, incluso antes de estarlo formalmente (se espera que sea la próxima semana cuando el Tribunal Supremo mande un suplicatorio al Congreso, como aforado que es). El ahora diputado del Grupo Mixto sostuvo que su imputación le permitirá defenderse «mejor que ahora», porque al fin sabrá de qué se le acusa. Por lo pronto, el último informe de la UCO confiere al exministro de Transportes un «papel relevante» en la trama.

El Gobierno y el PSOE también tiraron de manual, del que aconseja a los partidos marcar distancias con el imputado. Desde la Moncloa y Ferraz se apresuraron a recordar que Ábalos salió del Gobierno y de la dirección del PSOE en julio de 2021, y del Grupo Parlamentario Socialista el pasado mes de febrero, cuando estalló el caso Koldo. Entre los socialistas, ayer se hizo el silencio. Nadie quería hablar de la erupción del volcán Ábalos, que todos esperaban.

El aludido fue este jueves al Congreso como cualquier otro día de pleno, se sentó en su escaño y no dio respiro a su teléfono móvil en toda la sesión. En septiembre, cuando fue señalado en la auditoría interna encargada por Óscar Puente, el exministro de Transportes amenazó con votar en conciencia a partir de entonces, sin respetar la disciplina de voto del PSOE. Pero fue un farol: antes de cada votación, Ábalos sigue mirando a los diputados socialistas para ver qué van a votar y después vota lo mismo.

Auge y caída

José Luis Ábalos, este jueves en el Congreso

José Luis Ábalos, este jueves en el CongresoEFE

Porque, a fin de cuentas, sigue siendo uno de los suyos. Y no uno cualquiera. Es el hombre que ayudó a Pedro Sánchez a ganar las primarias a Susana Díaz y al aparato del PSOE contra pronóstico. El que desde la Secretaría de Organización pacificó el partido tras aquellos meses de cruenta guerra civil. El que movió los hilos de la moción de censura que lo llevó a la Moncloa. El que defendió la candidatura de Sánchez aquel 31 de mayo de 2018, con un discurso en el acusó a Mariano Rajoy y a los suyos de abonar un «sistema de corrupción institucional que afecta gravemente a la credibilidad de la Presidencia del Gobierno y a la propia dignidad de nuestra democracia».

Y también fue uno de los cuatro ministros que formaron la célula de crisis creada por Sánchez en los inicios de la pandemia, junto con Salvador Illa, Fernando Grande-Marlaska y Margarita Robles. Los cuatro eran las autoridades competentes delegadas durante el estado de alarma. Un tiempo que, a la luz de las revelaciones de los investigadores de la Guardia Civil, Ábalos empleó para hacer negocios.

Por aquel entonces parecía tan intocable como imprescindible para Sánchez, a pesar de que sus correrías y su agitada vida privada eran la comidilla entre sus compañeros. Siempre acompañado de su inseparable Koldo García. Se decía de Ábalos que era el «hombre fuerte de Sánchez», su «mano derecha». Una persona de su entera confianza.

Pero llegó el verano de 2021 y el presidente lo relevó de sus responsabilidades en el Gobierno y en el partido sin que mediara explicación. Fue ejecutado a quemarropa por el presidente en la mañana del 10 de julio, durante una tensa conversación que ambos mantuvieron en la Moncloa. Los socialistas comprendieron rápidamente el mensaje: el día que traspasó la cartera ministerial a su sucesora, Raquel Sánchez, nadie acudió a despedirlo.

En octubre de aquel año, el PSOE celebró su 40º Congreso Federal. Sánchez no quería que Ábalos fuera, pero allí se presentó él, en Valencia, su casa. Fue tratado como un apestado y, en lugar de encogerse, lo que hizo fue sacar más pecho: en pleno cónclave, acudió a una cena homenaje que le organizó el entonces alcalde de Burjasot y a la que asistieron 150 militantes del PSPV. Aquello sentó a cuerno quemado en la dirección nacional.

Los caminos de Sánchez y Ábalos se unieron en octubre de 2016, cuando se produjo el golpe palaciego que obligó al primero a abandonar la Secretaría General del PSOE y, semanas después, también su escaño. A finales de noviembre, Ábalos montó el multitudinario acto que supuso la reaparición de Sánchez en Xirivella, en Valencia. Desde ahí recorrieron juntos las agrupaciones de toda España en el Peugeot 307 de Sánchez, en una reconquista que culminó en mayo de 2017, cuando el renacido arrolló a Susana Díaz en las primarias.

El acto que Ábalos montó a Sánchez en noviembre de 2016 en Xirivella

El acto que Ábalos montó a Sánchez en noviembre de 2016 en XirivellaValencia Plaza

Un mes después, Sánchez encomendó a Ábalos la Secretaría de Organización del PSOE y puso a sus órdenes a Santos Cerdán, que acabaría siendo su sucesor, y a Francisco Salazar, hoy en el Gabinete de Sánchez en la Moncloa. De la fontanería del partido pasó a la primera línea cuando el líder socialista confió en él para negociar la moción de censura contra Rajoy. Hasta entonces nadie había ganado una en España. Parecía imposible, pero pasó (Pablo Iglesias también tuvo su parte de mérito en aquella negociación). «Los españoles no podemos tolerar la corrupción ni la indecencia como si fuera algo normal, no podemos normalizar la corrupción en nuestras vidas ni en las instituciones», proclamó Ábalos en su intervención en la tribuna.

Sánchez premió a Ábalos con el Ministerio de Fomento, después Transportes. Estaba pletórico aquel 7 de junio de 2018 en que recibió la cartera de manos de Íñigo de la Serna. «Asumo este encargo con mucha responsabilidad y con una vocación clara de servicio a España», afirmó durante su breve discurso. Según se infiere ahora de la investigación de la UCO, Ábalos no sirvió a España, sino que se sirvió de ella.

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