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Yolanda Díaz e Íñigo Errejón, el jueves en el CongresoEFE

A vida o muerte

Sumar se enfrenta a su Galapagar tras la turbia dimisión de Errejón

La formación de Yolanda Díaz está sumida en una cuádruple crisis: política, electoral, identitaria y ahora también reputacional, porque el feminismo es un asunto nuclear para Sumar

La dimisión de Íñigo Errejón, tras unas acusaciones anónimas de violencia machista en las redes sociales, sacudió este miércoles a una formación que ya vivía horas muy bajas, Sumar. Y con un asunto nuclear para los de Yolanda Díaz como lo es el feminismo.

La noticia pilló a Yolanda Díaz a 8.000 kilómetros, en Bogotá. Aunque a ella no precisamente por sorpresa: una hora y media después de que Errejón colgara un comunicado en X con muchas claves entre líneas, Sumar publicó otro en el que daba su versión: al tener constancia de las «declaraciones» —no las llamaba acusaciones— vertidas sobre él en los últimos días, la formación inició el martes una investigación. Dos días después, todo se precipitó.

Entre medias, Errejón participó el martes y el miércoles en el Pleno del Congreso, sin levantar la más mínima sospecha. No tuvo intervenciones en el hemiciclo, pero sí fuera, donde criticó la política de vivienda del PSOE y defendió la alianza puntual de Sumar y el PP en dos iniciativas parlamentarias votadas el martes. Díaz, por su parte, viajó el miércoles a Portugal y el jueves a Colombia como si nada. «Yolanda lo sabía y lo tapó», se apresuró a denunciar ayer el PP.

Aunque las denuncias son anónimas, en su comunicado Errejón no solo renuncia a defenderse, sino que además reconoce de forma implícita algún comportamiento inapropiado, «errores que espero contribuir a reparar con esta decisión», escribe textualmente.

Sumar está en shock. El grupo tratará de pasar página cuanto antes nombrando a un nuevo portavoz en el Congreso, que será el tercero en apenas 15 meses de legislatura (la primera fue Marta Lois, que resultó un fiasco). Pero el mal que padece es estructural y amenaza con llevárselo por delante, máxime cuando tiene a Podemos peleando a codazos por el mismo espacio.

Cuatro crisis en una

El socio de coalición de Pedro Sánchez está sumido en una cuádruple crisis. La última es la crisis reputacional que le ha provocado este turbio episodio. Salvando las distancias, Sumar ya tiene su Galapagar. Para Podemos, el chalet que se compraron Pablo Iglesias e Irene Montero supuso un baldón que la formación nunca ha superado; el sumun de la incoherencia de la ultraizquierda. Para Sumar, un partido que lleva a gala luchar contra todas las «violencias machistas», que su número tres dimita al verse señalado por mujeres es lo más parecido. Máxime cuando se acumulan las preguntas: quiénes en Más Madrid y en Sumar lo sabían, desde cuándo y si se intentó tapar hasta que explotó.

«Acabar con la impunidad y romper el silencio no es fácil porque hasta ahora demasiadas veces se protegía al hombre con poder. Cambiar esta dinámica de la cultura de la violación es la tarea que el feminismo nos pone a todas, en este caso a partidos y medios de comunicación», escribió Montero en su Twitter, regodeándose.

A la crisis reputacional se une la política, agravada con el caso Errejón. Sumar celebró su asamblea fundacional en marzo, de la que Yolanda Díaz salió elegida líder. Pero después del batacazo en las elecciones europeas, la vicepresidenta segunda anunció su renuncia al liderazgo de la marca para centrarse en el Gobierno.

Así que Sumar celebrará a mediados de diciembre una nueva asamblea, con la idea de instalar una especie de bicefalia con evidentes riesgos. Entre los nombres que se barajaban para tomar las riendas estaba el de Errejón. También el del ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Además, las tensiones son una constante entre los partidos que la integran: IU, Más Madrid, los Comunes, Compromís, Chunta Aragonesista… porque todos quieren más cuota de poder.

Ernest Urtasun, Yolanda Díaz e Íñigo ErrejónSergio R Moreno

En tercer lugar, está la crisis electoral. Sumar sigue pagando la factura de su abrupta ruptura con Podemos en diciembre de 2023. En las elecciones europeas se desplomó hasta los tres escaños, con el único consuelo de que su candidata ganó a Irene Montero por la mínima. Todas las encuestas, incluida la de El Debate del pasado lunes, pintan un panorama dantesco para Sumar si se celebraran elecciones generales: perdería votantes hacia el PSOE y hacia Podemos y no pasaría de los 10 escaños.

Y en último lugar, Sumar padece también una crisis identitaria. Atrapada en la pinza de Sánchez y Podemos, Díaz lucha por encontrar un sitio propio, pero sin sacar el pie de la coalición. E intentando resultar creíble. Ahí se enmarcan sus propuestas de los últimos días en materia de vivienda e impuestos, y sus pellizcos al presidente.

El Debate contó el jueves el enfado en el ala socialista del Gobierno con Sumar por facilitar en el Congreso la tramitación de una iniciativa del PP sobre el control parlamentario previo del envío de armas al extranjero. «A setas, o a Rolex», les recriminó el portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, con el argumento de que no se puede estar al mismo tiempo en el Gobierno y en la oposición.

Se supone que el declive de Sumar favorece tanto al PSOE como a Podemos. A Podemos es evidente, y de hecho, la dimisión de Errejón puede desencadenar un próximo movimiento de Iglesias, que está de vuelta (si es que alguna vez se fue). Para el PSOE no está tan claro. A los socialistas les conviene más que el partido fuerte a su izquierda sea Sumar y no Podemos. Al primero lo tiene domado. Al segundo no.