Alarma en el Gobierno: Sumar está muerto y Yolanda Díaz muy tocada
En la Moncloa y en el PSOE preocupa mucho el derrumbamiento de la coalición magenta y, sobre todo, la falta de auctoritas de su todavía líder. Dentro, empieza el pillaje por hacerse con los restos
Todo en la trayectoria de Yolanda Díaz es una ironía. La socia de Pedro Sánchez se pasó meses viajando por toda España con su «proceso de escucha» antes de montar Sumar y resulta que solo tenía oídos para lo que quería. No los tenía, desde luego, para atender las señales sobre Íñigo Errejón –algunas, por escrito–, con quien Díaz estaba en deuda. Desde el acto en el polideportivo Magariños, él puso a disposición de Sumar toda la fuerza electoral de Más País, el partido que montó en el pasado.
A estas alturas del caso Errejón, en el ala socialista del Gobierno tienen claro el pronóstico: Sumar es historia y Yolanda Díaz no va a recuperarse de ésta, por más que Pedro Sánchez, María Jesús Montero y los ministros intenten mantener a su socia conectada al respirador de la Moncloa. Porque qué otra cosa pueden hacer, más que disimular. El presidente defendió la actuación de su vicepresidenta segunda el martes desde Bombay, como también la de su partido y la de la ministra Mónica García, que es además líder de Más Madrid.
En la Moncloa y en el PSOE preocupa mucho el derrumbamiento de Sumar cuando parecía que avanzaban las negociaciones para pactar la senda de estabilidad y, más adelante, los Presupuestos. Una cosa es que los socios parlamentarios aprieten las tuercas a Sánchez, que con ello ya contaba el presidente desde que vendió su alma a Carles Puigdemont, y otra muy distinta que la coalición gubernamental sufra un daño estructural por la debilidad de uno de sus miembros.
Y preocupa, sobre todo, la falta de auctoritas de su líder, que pudo verse en el Pleno extraordinario del miércoles. Todos los diputados del PSOE se quedaron a votar la convalidación del polémico decreto ley de RTVE. En Sumar, sin embargo, los dos diputados de Compromís se negaron a participar, en protesta por la decisión de su grupo parlamentario y del grupo socialista de continuar adelante con el Pleno a pesar de la tragedia humana provocada por la DANA: Àgueda Micó y Alberto Ibáñez.
Los partidos de la coalición magenta ya lo admiten en privado: Sumar está muerto. El coordinador general de IU, Antonio Maíllo, ha pedido esta semana cambiar las siglas de la coalición, que es tanto como reconocer su estado terminal. También varios dirigentes de Ciudadanos abogaron por cambiar la marca cuando estaba en estado terminal. Y antes, UPyD llegó a renovar su logotipo para intentar sobrevivir a las elecciones de 2015. En ambos casos fue en vano.
Sumar fue un instrumento con el que agrupar a 15 partidos de extrema izquierda para concurrir a las generales bajo unas siglas únicas y enterrar a Podemos, que era lo que necesitaba Sánchez. Lo que no se esperaban ni Yolanda Díaz ni él es que Sumar muriera antes que Podemos.
¿Cómo imaginar que Sumar moriría antes que Podemos?
Aunque la tragedia de la DANA haya tapado lo demás desde el martes por la tarde, la coalición magenta vive estos días sumida en el pillaje por hacerse con los restos del naufragio. Lo primero, en el grupo parlamentario que hasta hace días dirigía Errejón. La vicepresidenta segunda quería haber nombrado un nuevo portavoz esta misma semana para pasar página, pero se vio obligada a posponerlo ante el debate interno. A los dos anteriores, Marta Lois y el propio Errejón, los eligió sin consenso interno porque quería y podía, pero esta vez es impensable que actúe de forma unilateral. La formación a la que pertenezca el nuevo, o la nueva portavoz –IU, los Comunes, Más Madrid…– dará algunas pistas sobre quién llevará la voz cantante en la enésima reconstrucción de ese espacio.
Esto último llegará a partir de la asamblea que Sumar tenía previsto celebrar los días 14 y 15 de diciembre, pero que ha decidido retrasar hasta que se calmen un poco las aguas internas. En ese cónclave Díaz dejará de ser la líder de la formación, un puesto para el que fue ratificada hace solo meses, en marzo.
De derrota en derrota
Desde que Díaz renovó sus votos gubernamentales con Sánchez hace un año, cuenta sus batallas internas y electorales por derrotas. En diciembre de 2023, Podemos anunció que dejaba el grupo parlamentario de Sumar y se iba al Mixto, en protesta por el ninguneo de la vicepresidenta. En febrero llegó el mazazo de las elecciones gallegas, en las que Sumar no fue capaz de armar una lista unitaria con Podemos y ninguno de los dos obtuvo escaño.
Después llegaron las elecciones vascas, donde tampoco hubo candidatura de unidad. El resultado fue que Elkarrekin Podemos se quedó fuera del Parlamento de Vitoria y Sumar entró con un único escaño, mal consuelo. En las catalanas, En Comú Podem mandó y Díaz obedeció. El partido de Ada Colau cayó en votos y escaños (obtuvo seis).
En las europeas, Sumar se desplomó hasta los tres escaños. Toda su defensa fue que, al menos, había quedado por delante de Irene Montero y Podemos. Para la confección de esta última candidatura hubo tiros: Izquierda Unida quería liderarla y, al final, su candidato, Manu Pineda, se vio relegado a la cuarta posición de la lista. No entró en el Parlamento europeo.
Ahora, IU quiere cobrarle a Díaz unas cuantas facturas pendientes, todas juntas. IU y también Podemos. Ya se lo advirtió Pablo Iglesias cuando la designó su sucesora, a dedo: «Tuve una gran disyuntiva, que él (Iglesias) sabía: irme del Gobierno o hacer lo que hice. Me dijo: 'Te voy a joder la vida'», contó ella misma en una entrevista con Jordi Évole.
Y mientras Sumar se autodestruye, Yolanda Díaz se vuelca en reforzar su perfil institucional, que es lo que le queda: entre los días 13 y 14 de noviembre, el Ministerio de Trabajo celebrará su mayor foro hasta la fecha: el Congreso Internacional del Trabajo: hacia una Internacional Laborista, lo han bautizado. Díaz se codeará en el Hotel Meliá Castilla de Madrid a 300 participantes, entre ministros del ramo, parlamentarios, líderes sindicales y juristas, para debatir sobre «la defensa de los derechos laborales en un mundo cambiante y posibles medidas transnacionales para protegerlos e impulsarlos». Ande yo caliente.