Una voluntaria ofrece su ayuda ante los destrozos de la DANA
La catástrofe de Valencia desmonta la ideología de género: las mujeres voluntarias trabajan igual y sin cuotas
Sin importar más que ayudar a quienes lo han perdido todo, mujeres y hombres, civiles y militares, religiosas y laicos han arrimado el hombro para mitigar el desastre causado por la riada a su paso
Durante la riada de Valencia, en algunas localidades, llegaron a caer 491 litros por metro cuadrado, el equivalente a un año de lluvias, en ocho horas. En cuestión de minutos, varias decenas de ellas quedaron arrasadas por lo que técnicamente se conoce como una inundación súbita o 'flash flooding', de consecuencias mortales para quienes viajaban en sus coches, estaban en la calle y no tuvieron tiempo de resguardarse o quedaron atrapadas en sus casas. El efecto fue tan devastador que algunos puentes quedaron reducidos a escombros desde los cimientos, en zonas como el temido barranco del Poyo, en Torrent.
Si algo ha puesto precisamente de manifiesto esta zona, que se desbordó como consecuencia de la falta de previsión y mantenimiento, es la fatalidad de la ideología aplicada al ecologismo que, según muchos vecinos, les impide limpiar los cauces de vegetación y maleza que actuó como tapón para el agua bajando a una velocidad endemoniada. Pero, también, lo innecesario de ciertas políticas perversas en materia de paridad.
Tras la catástrofe, miles de voluntarios llegados de toda España se echaron a la espalda la necesidad de ayudar a los vecinos de las zonas más damnificadas a limpiar, recoger y gestionar las pérdidas sufridas durante los terribles minutos en los que vieron cómo el agua se lo llevaba todo.
No importa si se trata de achicar agua de los garajes, de levantar arquetas para desatascar los desagües, de limpiar lodo a palazos o cepillando el suelo,... En esto las mujeres colaboran, hombro con hombro, con los hombres y no hay diferencias. Ellas han trabajado igual que ellos y sin necesidad de cuotas impuestas o de políticas de mínimos. A la hora de la verdad, en Valencia, han importado las personas, no sus sexos, en una ola de solidaridad sin precedentes.