NEOS en Bilbao
Del empobrecimiento al destierro: el impacto económico y social de ETA
Cerca del 9 % de la población se vio obligada a salir, lo que supone no ya una alteración del censo, sino un deterioro económico y social para el País Vasco
La Fundación NEOS cumplió todas las expectativas en este jueves en Bilbao con una conferencia sobre el legado social y económico de ETA, opacado muchas veces (no sin razón) por su herencia más dolorosa: la de los cerca de mil asesinados que dejó.
Tras su exitosa presentación del pasado mes de septiembre en el palacio Euskalduna, la fundación completó esta vez el aforo del salón de la centenaria Sociedad Bilbaína, referente cultural y social de Bilbao y testigo privilegiado de los avatares de la villa a lo largo de sus 185 años de vida. Este mismo escenario recibió hace muy pocos días a S. M. el Rey Felipe VI para presidir los actos de esta efeméride.
Las provincias del País Vasco sufrieron durante cerca de seis décadas (58 años) la amenaza y la acción de ETA. Se trata del período de mayor duración de una banda terrorista, sin parangón a nivel internacional, y que ha dejado un legado de muerte, empobrecimiento y destierro para miles de vascos, una alteración del censo no siempre valorada.
Con el fin de desentrañar las claves y aportar luz en esta negra página de la historia reciente, comparecieron dos prestigiosos expertos: José Luis Orella Martínez, profesor de historia contemporánea en la universidad San Pablo-CEU y Luis Ramón Arrieta, secretario de la Comisión de Economía de la universidad de Deusto.
El profesor Orella analizó las causas del surgimiento de la banda (hechos como el apoyo internacional durante muchos años en varios países europeos), para detenerse en la amnistía de 1977, cuando son puestos en libertad cerca de 1.250 condenados por terrorismo, de los que en torno a 780 volvieron a engrosar las huestes de la banda terrorista dando comienzo en seguida los «años de plomo», en los que llega a registrarse un asesinato cada tres días.
Con la violencia como arma política, la complicidad de algunos y la omisión de otros, ETA va dando pasos en el objetivo de eliminar a todo aquel que pudiera representar un obstáculo y, de manera particular, aquellas personas llamadas a liderar alternativas políticas al nacionalismo dominante. En palabras del profesor Orella «vives, sufres la experiencia de un totalitarismo, haciéndote sentir que disfrutas de paz y felicidad» cuando lo que en realidad impera es un estado de «mafia siciliana» en el que se ha impuesto la «omertá» (ley del silencio).
Entretanto, la respuesta de las víctimas, de quienes sufren la imposición, se concreta en una huida silenciosa, anónima; se inicia el camino del exilio que transforma en protagonistas inesperados a 180.000 vascos (el 9 % de la población total de las provincias de la comunidad).
Comienza entonces una diáspora hacia otros puntos del resto de España que no ha dejado de interrumpirse desde entonces. Las víctimas directas, sus familias, y quienes son obligados al ingrato camino del exilio dentro de su propio país representan la significación humana de un proceso de empobrecimiento económico que tiene sus expresión en numerosos e indicadores que desbrozó el segundo interviniente, D. Luis Ramón Arrieta.
Arrieta es autor de un profuso estudio publicado por la universidad de Deusto que contiene datos concluyentes que acreditan, por ejemplo, que el País Vasco presente la peor evolución económica de todas las regiones españolas en los últimos cincuenta años, la peor evolución de stock de capital y evolución del producto interior bruto.
Se han evaluado los costes directos, que alcanzan “la cifra de 25 millones de euros, además de procesos de deslocalización de empresas, la pérdida de 30.000 empleos de calidad, de vocaciones empresariales.
Uno de los indicadores más reveladores para Arrieta es la tasa de absentismo laboral, que está a la cabeza del país. «En el país vasco se registran el 50 % de las horas perdidas por huelga en toda España y la mayor cota de absentismo laboral de toda Europa», señaló.
Por último, Arrieta expresó su pesar tras constatar «la falta de liderazgo para abordar la solución a estos graves problemas, de carácter estructural». «Existe la necesidad de trasladar al debate público una situación que puede derivar en consecuencias graves para el futuro de la sociedad vasca», concluyó el profesor.