Una vuelta de tuerca más en Navarra
El terror tomó posesión del pueblo, se hizo con el control de las instituciones locales y rebautizó a la comarca con el nombre de Sakana
Cuando en 1969 Jesús Ulayar fue nombrado alcalde de Echarri Aranaz, un pueblo navarro lindante con Guipúzcoa, en el valle de Araquil, entre las sierras de Andía y Aralar, mucha gente de esa localidad y de la zona, la Barranca-Burunda, tenía que viajar diariamente a trabajar a Guipúzcoa, ante la falta de empleo en sus pueblos. En 1975, cuando cesó en el puesto, esto se había solucionado gracias a su iniciativa y desvelos, pues en su municipio se había creado un polígono industrial en el que se instaló una fábrica de pequeños electrodomésticos, otra de vigas de hormigón pretensado para la construcción de grandes naves, y una serie de pequeñas empresas.
Algo más de tres años después, a pesar de haber servido al pueblo y a sus vecinos con rectitud y sin cobrar nada a cambio, a este etxarriarra de nacimiento, vascoparlante y amante de la cultura, las tradiciones y el folclore de su pueblo, que podía estar orgulloso de la labor realizada en beneficio de sus vecinos, a eso de las ocho de la noche del sábado 27 de enero de 1979, en la puerta de su casa y delante de su hijo Salvador, de 13 años, el Comando Sakana de ETA Militar, del que formaban parte tres vecinos del pueblo, uno de ellos hijo de su primo carnal, lo asesinó por el delito de considerarse vasco, navarro y español. Poco después, ETA hizo público un comunicado en el que le acusaba de «actividades fascistas y antivascas».
En 1980, la Audiencia Nacional dictó sentencia condenando al autor material a 32 años de prisión de los que, gracias a los beneficios penitenciarios, tan sólo cumplió 17. Estando en prisión, sin pisar la Facultad, se licenció en Derecho en la Universidad del País Vasco y cuando en 1996 salió en libertad, fue recibido en el pueblo con todos los honores, incluida una comida popular y un pasacalles que desfiló por delante del domicilio de la familia Ulayar y, el 3 de agosto, lanzó desde el balcón del Ayuntamiento el chupinazo que abrió las fiestas patronales de ese año.
Mientras esto sucedía, a los Ulayar, desde el mismo momento del atentado les hicieron el vacío, les pusieron los contenedores de basura en el lugar del crimen e incluso, en 2019, el día que hacía 40 años, el ramo de rosas que colocó la familia fue destrozado poco después y, en 2023 el Ayuntamiento de Bildu les instó a borrar una pintada de ETA en el lugar del asesinato, por lo que terminaron yéndose del pueblo. Y allí, otrora una de las cunas del carlismo y del que habían salido varios miembros de la guardia personal de Franco, como en el resto de localidades de la Barranca, en donde en el referéndum de la Constitución, celebrado 52 días antes de ese crimen, los votos afirmativos habían superado a los negativos, el terror tomó posesión del pueblo, se hizo con el control de las instituciones locales y rebautizó a la comarca con el nombre de Sakana.
El asesino, Vicente Nazábal Auzmendi, que fue nombrado hijo predilecto, jamás ha pedido perdón a los Ulayar e incluso les ha agredido e insultado cuantas veces se ha encontrado con ellos en la calle. Trabaja como abogado desde hace muchos años en el despacho del dirigente batasuno Patxi Zabaleta y, ahora, en 2024, ha dado una vuelta de tuerca más, al ser nombrado consejero de la empresa Sunsundegui, S.A., situada en Alsasua (Navarra), el pueblo donde anualmente se celebra el Ospa Eguna, con el que se reivindica la salida de la Guardia Civil. Sunsundegui, una empresa creada en 1944, se dedica al carrozado de vehículos de gran tonelaje, autocares y trenes.
Ante su previsible quiebra, el Gobierno de Navarra, a través de la Sociedad de Desarrollo de Navarra (Sodena), se hizo cargo de ella para «sanearla». El presidente de Sodena es el consejero de Industria del Gobierno de Navarra y, desde 2015, en los tres gobiernos de «progreso» que ha habido (de la nacionalista Uxue Barkos y la socialista María Chivite), ese cargo lo han ocupado miembros del PNV, que, a pesar de haberse dedicado a inyectar grandes cantidades de dinero público a esta empresa, sigue en situación crítica, con una deuda de 48,8 M de euros, en búsqueda de inversores.
Ahora, en noviembre, ha trascendido que el pasado 24 de mayo, Sodena renovó el Consejo de Administración de Sunsundegui y, a propuesta de los socios-trabajadores (39% del capital) nombró consejero a Vicente Nazábal. Durante todos estos meses esta noticia se ha mantenido en el más absoluto silencio, quizá porque ese nombramiento ha sido una exigencia de Bildu a la presidente Chivite para mantenerla en el poder. Puede ser, pero es triste que ningún otro miembro del Consejo haya dicho nada, ni haya tenido el más mínimo reparo a sentarse en la mesa con Nazábal. Todo esto es un claro síntoma de la actual situación que se vive en esa zona de Navarra y creo que no es ni la mejor manera de atraer inversores para mantener los puestos de trabajo de Sunsundegui ni sirve para impulsar esa Marca Navarra que el Gobierno trata de promover para promocionar la Comunidad Foral.