La Guardia Civil libera en Navarra a un hombre que llevaba 17 años esclavizado por unos feriantes
Su familia había denunciado su desaparición hace veinte años
Le obligaban a ducharse y a hacer sus necesidades en la calle, y cobraban ayudas en su nombre
Un hombre de 69 años, natural de Bilbao, que llevaba desaparecido desde hace veinte años, ha estado los últimos 17 años sometido a esclavitud. Y esto ha ocurrido en España en pleno siglo XXI: en Caparroso, un municipio navarro de menos de 3.000 habitantes. Allí la Guardia Civil le ha liberado esta semana, ha detenido a sus explotadores y ha puesto fin a esta terrible pesadilla.
Los detenidos son cuatro personas de una familia de feriantes que han tenido a este hombre trabajando para ellos durante 17 años, sin cobrar ningún sueldo, con la documentación retenida, duchándose en el exterior con una manguera y haciendo sus necesidades en la calle.
Además, se han apropiado de las ayudas que este hombre percibía sin saberlo desde hace años, cifradas en más de 100.000 euros. El hombre recibía la prestación por desempleo y la pensión en una cuenta bancaria de la que era titular, pero era otra persona la que se desplazaba a un cajero de Caparroso para retirar el dinero.
Viajaba con los feriantes
La familia del hombre había perdido contacto con él en 2003 y denunció su desaparición en 2009, según ha informado la Guardia Civil en un comunicado. El hombre ya tenía entonces diversos problemas médicos y económicos, según la familia. La Guardia Civil localizó el pasado marzo en Caparroso a la víctima, que llevaba desde 2007 viajando con la familia de feriantes.
Una vez puesto en contacto el desaparecido con su hija, éste expresó su deseo de irse a vivir con ella y abandonar la familia con la que convivía, ya que «lo tenían como un esclavo».
En condiciones de esclavitud
Las declaraciones de esta persona hicieron sospechar a los agentes que podría tratarse de una víctima de trata de seres humanos con fines de explotación laboral. Le obligaban a despertarse media hora antes que el resto para encender la lumbre, poner lavadoras, doblar ropa y realizar tareas de limpieza.
También se encargaba del mantenimiento y supervisión de las atracciones infantiles en la época en la que se desplazaban a las diferentes ferias de municipios, así como de su limpieza de la mañana a la noche, todo ello sin percibir remuneración alguna.
Tampoco tenía acceso libre a la comida o a la bebida y le obligaban a comer separado del resto, principalmente bocadillos. El tabaco también se lo facilitaban, porque no le permitían pedirlo o comprarlo. El hombre dormía en la cabeza tractora del camión-vivienda durante el periodo ferial, teniendo prohibido el acceso a las habitaciones del remolque de la familia, excepto para realizar su limpieza.
En este remolque había un baño para el uso exclusivamente del clan familiar, por lo que la víctima tenía que ducharse en la vía pública con una manguera del camión, realizando también sus necesidades en un lugar apartado de la calle.
Trato agresivo
Los detenidos tienen una vivienda en Portugal y, cuando viajaban allí, la víctima dormía en el garaje sobre un colchón, no tenía acceso a la televisión ni al teléfono, ni permiso para salir sin ser acompañado, salvo para realizar recados puntuales o comprar con el dinero justo, justificando el gasto con un ticket de compra. Además, la víctima declaró sentirse amedrentada por el trato agresivo de algunos miembros del clan familiar.
No tenía acceso a su tarjeta sanitaria ni a su DNI y desconocía que estaba percibiendo una prestación económica a su nombre durante años.
Su viejo álbum de fotos
La Guardia Civil considera que podría existir un delito de trata de seres humanos, ya que la documentación de la víctima estaba bajo llave y en posesión de uno de los detenidos, la estancia donde pernoctaba presentaba unas condiciones insalubres y deplorables, y sus escasas pertenencias se limitaban a un antiguo álbum de fotos de sus hijos, un despertador y un portafolios.