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Ana Martín, durante el acto institucional del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer en el Ayuntamiento de Valladolid

Ana Martín, durante el acto institucional del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer en el Ayuntamiento de ValladolidAyuntamiento de Valladolid

 Ana Martín: «Tenemos una responsabilidad individual en que la violencia de género no se perpetúe»

La corresponsal política de El Debate pronunció en el Ayuntamiento de Valladolid el manifiesto del acto institucional del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer

«Todos y todas tenemos una responsabilidad individual en que la violencia de género no se perpetúe las próximas generaciones. La educación en igualdad, en la no violencia y en las relaciones afectivas sanas empieza en el hogar. Trabajemos desde la infancia para impedir que las conductas machistas germinen en nuestros niños y niñas». Estas palabras de Ana Martín, periodista vallisoletana y corresponsal política de El Debate, corresponden al manifiesto que leyó con motivo del acto institucional del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, que tuvo lugar en el Salón de Recepciones del Ayuntamiento de Valladolid.

«Recordemos —subrayó Ana Martín—: llegar tarde es no llegar. En este 25 de noviembre, desde el Ayuntamiento de Valladolid unimos nuestras voces para pedir que ninguna mujer tenga que sufrir ningún tipo de violencia por el hecho de serlo. Para que no haya más vidas truncadas ni más niños que se dejen el ColaCao a medias esperando a una madre que no volverá a abrazarlos».

Foto de familia del acto en el Ayuntamiento de Valladolid por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la MujerAyuntamiento de Valladolid

La periodista de El Debate hizo asimismo un llamamiento a las instituciones para que no escatimen recursos económicos, humanos ni materiales en combatir «esta violencia enraizada en todos los estratos sociales, pero que se ceba con las mujeres más vulnerables»

Alzar la voz

El alcalde vallisoletano, Jesús Julio Carnero, destacó por su parte la importancia de la unidad en esta causa: «Hoy, 25 de noviembre, nos hemos reunido en este acto necesario para alzar la voz, de manera conjunta, contra una de las mayores lacras de nuestra sociedad: la violencia contra la mujer. En este día, hemos recordado a las víctimas y reafirmado nuestro compromiso en la lucha por una sociedad más justa y libre de violencia hacia las mujeres».

Posteriormente, se proyectó un vídeo diseñado por la ilustradora Sara Herranz, autora del cartel conmemorativo de este año, que simboliza la fortaleza y esperanza de una red que está por la igualdad.

La clausura contó con la intervención musical de Carmen Sánchez, cantante vallisoletana, que con su voz ha puesto el broche final a un acto cargado de emoción y reivindicación.

A continuación, reproducimos el manifiesto íntegro leído por Ana Martín:

MANIFIESTO POR EL DÍA INTERNACIONAL DE LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

«Aquella mañana habíamos recibido un aviso porque un hombre se había arrojado a las vías del tren. Cuando llegamos a la casa en la que vivía para informar a su mujer de lo sucedido, un perro empezó a ladrar. Nos abrieron la puerta una niña y un niño. Ella era la mayor, tenía siete años y llevaba a su hermano pequeño agarrado de la mano. Él tenía solo dos años y los berretes de un ColaCao a medio tomar.

Mi compañero y yo les preguntamos si no estaba mamá en casa. La niña respondió que estaban solos, mamá no estaba y papá tampoco. Nos contó que no era la primera vez y que cuando eso ocurría ella se encargaba de dar el desayuno a su hermano hasta que alguien venía a recogerlos para llevarlos al cole.

El perro seguía ladrando. Le pedimos a la niña que lo encerrara. Era más grande que ella. Noté que algo no iba bien y le dije a mi compañero que se fuera con los niños a la habitación de juegos. Yo me encaminé hacia la habitación de matrimonio. Parecía vacía. Entré, avancé unos pasos y ahí la vi, tirada en el suelo, detrás de la cama. Me eché sobre ella y la toqué. Su cuerpo aún estaba caliente. Llamé a mi compañero y entre los dos intentamos reanimarla. Fue imposible. La forense nos explicó después que había muerto sobre las siete de la mañana, apenas dos horas antes de que llegáramos.

La abuela materna vino a por la pequeña y el pequeño y se los llevó. En ese momento conseguimos que no se enteraran de nada, pero una siempre se pregunta qué será de esos niños, qué vida les esperará.

Tomamos declaración a todo el vecindario. Algún vecino nos dijo que los oían discutir alguna vez, pero nada fuera de lo normal. Nada que les hiciera sospechar que detrás de aquella puerta había una mujer que sufría malos tratos».

Este es el testimonio de la agente del Cuerpo Nacional de Policía que encontró el cuerpo sin vida de Raquel, de 32 años, una mañana de septiembre de 2022 en su casa de Palencia. Su pareja la ahorcó con la correa del perro, salió de casa dejando a la niña y el niño dormidos y se suicidó.

Tres años antes, la Policía había investigado de oficio un posible episodio de violencia de género en la pareja. Pero el juzgado acabó sobreseyendo el caso por falta de indicios y porque Raquel no lo denunció, como ocurre demasiadas veces.

Como cada 25 de noviembre, hoy conmemoramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. De todas las violencias: ya sea económica, psicológica, emocional, física o sexual, según la clasificación de la organización ONU Mujeres. Y ya sea en el espacio público o en el ámbito privado: hay violencias visibles y otras tan silenciosas y mortales como el monóxido de carbono.

En lo que va de año, 42 mujeres han sido asesinadas en España y 32 menores de edad han quedado en una situación de orfandad. Desde 2003 son 1.286 mujeres. Detrás de cada número hay un drama como el de Raquel y su familia; una madre que no verá crecer a su hija ni a su hijo; una hija y un hijo obligados a crecer sin su madre. 31 de esas mujeres nunca llegaron a denunciar por miedo. 26 convivían con sus asesinos. En la infancia nos enseñaron que «casa» es sinónimo de refugio. Cuando jugábamos al escondite, tocar «casa» era sinónimo de estar a salvo. Pero para demasiadas mujeres su casa es su infierno particular.

Lo que pasa detrás de esas puertas nos concierne a toda la sociedad. La violencia contra las mujeres es una violación de los derechos fundamentales de la mitad de la población del mundo, como el derecho a la dignidad humana, el derecho a la vida y a la integridad de la persona y la prohibición de las penas o los tratos inhumanos o degradantes. Y además atenta contra el principio más básico de la igualdad de género, consagrado en el artículo 14 de la Constitución Española.

Desde este Ayuntamiento de Valladolid hago un llamamiento a las instituciones, en primer lugar, para que no escatimen recursos económicos, humanos ni materiales en combatir esta violencia enraizada en todos los estratos sociales, pero que se ceba con las mujeres más vulnerables. Las que viven en precario, las que dependen económicamente de su agresor. Los poderes públicos deben seguir invirtiendo en la prevención, con campañas de educación y de sensibilización entre las generaciones más jóvenes. Y también en la detección temprana y en la protección y asistencia a las víctimas de manera integral y multidisciplinar. Luchar contra este mal endémico no es un despilfarro. Tampoco debería ser una cuestión partidista.

El próximo mes de diciembre, la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género cumplirá 20 años en vigor. Fue aprobada por unanimidad de los grupos parlamentarios y supuso un hito, porque por primera vez en España sacó esta lacra del ámbito privado y le dio un reconocimiento en el ámbito jurídico.

En estas dos décadas, España ha cambiado mucho, pero no lo suficiente. La mayoría de los españoles y españolas han tomado conciencia de que hay que denunciar, acompañar a las víctimas y repudiar a los agresores. Pero a cambio han surgido nuevas formas de violencia, la ciberviolencia que se ejerce a través de las redes sociales y de las aplicaciones móviles, con especial incidencia entre los y las adolescentes. No podemos permitirnos dar pasos atrás.

El trabajo es extenso, pero no es exclusivo de las instituciones. Todos y todas tenemos una responsabilidad individual en que la violencia de género no se perpetúe las próximas generaciones. La educación en igualdad, en la no violencia y en las relaciones afectivas sanas empieza en el hogar. Trabajemos desde la infancia para impedir que las conductas machistas germinen en nuestros niños y niñas.

Desde aquí quiero reconocer y agradecer la labor de tantos profesionales que combaten a diario la violencia contra las mujeres con extraordinaria empatía y profesionalidad. Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, profesionales de la Abogacía, de la Judicatura, de la Fiscalía. Y también trabajadores del ámbito social, sanitario y educativo, sin olvidar las asociaciones feministas. No sobran manos. Al contrario: siempre faltan.

Recordemos: llegar tarde es no llegar. En este 25 de noviembre, desde el Ayuntamiento de Valladolid unimos nuestras voces para pedir que ninguna mujer tenga que sufrir ningún tipo de violencia por el hecho de serlo. Para que no haya más vidas truncadas como la de Raquel ni más niños que se dejen el cola cao a medias esperando a una madre que no volverá a abrazarlos».