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El presidente del Gobierno y el nuevo secretario de Estado de Comunicación, Ion Antolín

Perfil

Ion Antolín, de escolta de Begoña a ministro de la verdad

Es uno de los más fieles colaboradores de Pedro Sánchez. Y el presidente ha decidido colocar en puestos clave de la Administración a sus más leales en su formación política, donde echan los dientes y luego ascienden a las instituciones

Ya lo dijo José Luis Rodríguez Zapatero el sábado en Sevilla: «En el PSOE, la lealtad por toda regla». Y para Pedro Sánchez la lealtad se traduce en adhesión surcoreana que, normalmente, exige mandar a paseo cualquier escrúpulo, cualquier límite moral e institucional. Dos días después de que acabara el Congreso de Sevilla, cuando a Begoña todavía le retumbaban los oídos con los piropos de los cuadros socialistas, que estuvieron a punto de reventar el «pelotódromo», hay nuevo chico en la oficina del presidente. O no tan nuevo. Ion Antolin Llorente (Valladolid, 46 años) pasa de la jefatura de prensa de Ferraz a la secretaría de Estado de Comunicación. En un Gobierno en el que una fontanera de Presidencia le conmina al líder socialista madrileño a que llame «mentirosa salvaje» y acuse de «corrupción a lo bestia» a su rival política, mostrando un documento reservado, no debe extrañar que del partido se pase al Ejecutivo sin que a nadie le tiemble el pulso. Todo es lo mismo.

Antolín es uno de los más fieles colaboradores de Pedro Sánchez. Y el presidente ha decidido colocar en puestos clave de la Administración a sus más leales en su formación política, donde echan los dientes y luego ascienden a las instituciones con cargos muy bien remunerados. El objetivo, ya lo dijo a orillas del Nervión Isabel Rodríguez, es acabar con la derecha y para eso hacen falta tipos duros, que sepan usar todo el arsenal a su alcance para contentar al Sumo Líder. Ion, un experimentado periodista que ha trabajado en distintos medios españoles, desde El Plural a El Norte de Castilla, ha sido jefe de prensa de la Universidad Camilo José Cela, ha pasado por Texas y se ha especializado en campañas electorales. Desde 2022 gestionaba la comunicación del PSOE, en cuya sede parece que pululaba con libertad un tal Víctor de Aldama.

El objetivo es acabar con la derecha y para eso hacen falta tipos duros, que sepan usar todo el arsenal a su alcance para contentar al Sumo Líder

Después de Miguel Ángel Oliver, hoy presidente de EFE, y de Francesc Vallés, que ahora abandona la Secretaría de Estado, Antolín culminará la fusión entre partido y Gobierno. Y el nuevo secretario de Estado lo sabe bien y lo practica. Por ejemplo, sabe que para ganar la confianza del jefe es bueno prestarse a escoltar a su mujer cuando, imputada por cuatro delitos, le toca acudir a los juzgados de plaza de Castilla o a la Asamblea. Allí estuvo Antolín para demostrar, de nuevo, que la esposa del presidente es material sensible. Como si de Begoña Ceaucescu se tratara, el partido siempre ha de blindar a la esposa del presidente. Es parte del patrimonio socialista.

El nuevo cargo público tiene un largo historial de controversias en las redes sociales. Con Risto Mejide se las tuvo tiesas cuando hace unos meses el hoy jefe de la comunicación monclovita se enfadó mucho porque el programa Todo es mentira emitió datos personales de José Luis Ábalos, al que hoy, a buen seguro, no protegería tanto. Pero entonces, escribió un tuit en el que amenazaba al equipo de ese programa de Cuatro de que «como comprenderéis, no vais a tener a nadie del PSOE mientras de mí dependa». Y no fue su única amenaza inquietante. Hace unos meses, un periodista escribió en X un comentario en el que comparaba a Óscar Puente con Luis Rubiales, y el flamante secretario de Estado ordenaba taxativamente: «borra esto inmediatamente». No hace prisioneros Antolín. Y como ya no le gusta que la antigua Twitter esté en manos de un amigo de Donald Trump, se ha cambiado de red social. Pero a él se le atribuye también la emisión de una imagen falsa con manifestantes en actitudes violentas generada por inteligencia artificial en las protestas contra la ley de amnistía en la calle Ferraz, donde él trabajaba. Pero eso no es un bulo. Porque él está a salvo al ser de izquierdas.

Ahora que Moncloa se ha erigido en un Ministerio de la Verdad que va a eliminar a los periodistas díscolos, tendrá mucho trabajo

Cómo olvidar cuando Antolín negó que la foto de su jefe directo, Santos Cerdán, con Puigdemont en Bruselas, debajo de una imagen con una urna el 1 de octubre de 2017, fuera real. Luego se comprobó que era más real que su afiliación sanchista. También patinó cuando acusó al PP de censurar un libro de Fariña y tuvo que ser su autor, Nacho Carretero, el que desmintiera que esa obra la censurara el PP; fue una jueza. Otro bulo permisible.

Ahora que Moncloa se ha erigido en un Ministerio de la Verdad que va a eliminar a los periodistas díscolos, cuyos medios difunden bulos (normalmente los que comprometen al presidente y su familia), Ion Antolín tendrá mucho trabajo. Mucha tela que cortar y periodistas a los que callar. O no dar la palabra en la rueda de prensa posterior del Consejo de Ministros. Que viene a ser lo mismo.