Entrevista
Juan Fernández-Miranda: «Los defensores de la Transición hemos dejado de contarla. La hemos dado por supuesta»
El periodista y escritor afirma que su libro Objetivo: Democracia, Premio Espasa 2024, «aspira a ser un manual de autoayuda para la clase política actual y también para los ciudadanos»
«Ahora mismo el espíritu de la Transición no se aplica, y debería aplicarse»
«Hay un intento de revisitar o de reescribir la Transición desde la ultraizquierda, pero que ha contagiado al PSOE», denuncia el periodista Juan Fernández Miranda. Su último libro, Objetivo: Democracia, ganador del Premio Espasa 2024, es una buena vacuna. En él, el adjunto al director de ABC embarca al lector en un viaje a lo largo de los 19 meses trepidantes e ilusionantes que siguieron a la muerte de Franco, hasta la celebración de las primeras elecciones libres.
–¿Objetivo: Democracia sirve de manual de autoayuda para la clase política actual?
–Aspira a ser un manual de autoayuda para la clase política actual y también para los ciudadanos. Que sepan que existe un referente cercano, que hay otra forma de hacer política.
–Si fuera medico, ¿Qué estado de salud diría que tiene el Pacto de la Transición?
–Yo creo que la democracia española, que es el resultado del Pacto de la Transición, es una democracia consolidada, plena. Pero en los últimos años se están produciendo fenómenos preocupantes de colonización de instituciones, de ataques entre poderes del Estado que rebajan la calidad democrática, y eso es indiscutible.
Ahora mismo el espíritu de la Transición no se aplica, y debería aplicarse. Con este libro yo aspiro a que la gente conozca que eso es posible para que podamos retomar un espíritu, el de la búsqueda de acuerdos en las cuestiones principales, la búsqueda de concordia. Lo cual no quiere decir que estemos de acuerdo en todo. Más bien al contrario, que podamos discutir, pero sobre una base de ideas comunes.
Las dos últimas generaciones no tienen ni idea de lo importante que es y la suerte que tienen de haber nacido en democracia
–Tal vez entonces había una necesidad más acuciante que ahora. ¿Nos hemos olvidado de que existen otros regímenes aparte de la democracia?
–Creo que sí. Le pregunté a ChatGPT cuántos españoles han nacido después de 1977 y me dijo que 20 millones. Y pensé: hay 20 millones de personas que creen que la democracia es lo normal, pero la democracia no es lo normal en el mundo. Es verdad que en aquel momento veníamos del franquismo, se buscaba la Transición, la democracia, y los que vivieron y conocieron ese proceso lo respetan y protegen. Pero los demás, sobre todo las dos últimas generaciones, tengo la sensación de que no tienen ni idea de lo importante que es y la suerte que tienen de haber nacido en democracia. Además, los defensores de la Transición hemos dejado de contarla. La hemos dado por supuesta.
–La ultraizquierda y los independentistas siempre han acusado al Rey Juan Carlos de franquista por haber jurado los Principios del Movimiento. Usted cuenta en el libro que Torcuato Fernández-Miranda se lo aconsejó, pero, ¿tenía otra opción?
–No había ninguna opción. La frase «al Rey lo puso Franco» es una simplificación. Franco nombra heredero a título de Rey a Juan Carlos, eso es verdad. Pero quien estableció el vínculo entre la Monarquía y la democracia fue Don Juan en los años 40. Eso es lo que aplicó Don Juan Carlos después para llevar a la Transición.
La España de Franco era un reino sin rey. En la España de Franco se hablaba de la Ley de Sucesión, en la España de Franco se designó al príncipe Juan Carlos Príncipe de España, un título inexistente. Franco jugó con la Monarquía para tratar de ser él el intermediario, pero entre Don Juan y Don Juan Carlos no está Franco, eso es la legitimidad dinástica, de manera que es mentira. Juan Carlos juró los Principios del Movimiento, pero lo hizo aconsejado por Torcuato Fernández-Miranda, porque le dijo: «Usted no se preocupe, que iremos cambiando esos principios que usted jura y no será un perjuro», que es lo que le preocupaba a Juan Carlos. Luego, entre el 69 al 75, el entonces Príncipe tuvo que jugar a dos bandas.
–¿Qué cree que habría pasado si Fernández-Miranda hubiera aceptado la propuesta del Rey para ser presidente del Gobierno, en lugar de pedir ser presidente de las Cortes?
–Probablemente la Transición no habría salido igual, porque para hacer lo que Torcuato quería hacía falta introducir muchos cambios en las Cortes y tener a una persona en el Gobierno, como luego fue Adolfo Suárez, con una audacia y una capacidad política alta. Todo ese trabajo que hizo él en los primeros meses de Juan Carlos fue esencial. Me gusta decir que la Transición fue un viaje en tren: el Rey estableció la estación de destino, la democracia. Torcuato diseñó las vías y la locomotora. Y Adolfo Suárez fue el maquinista que llevó el tren hasta la estación de término.
–¿Se le ocurre algún político actual capaz de renunciar a una aspiración como la de ser presidente del Gobierno en beneficio de una obra colectiva?
–Ahora mismo no se me ocurre. Aquello fue un acto de generosidad y de sentido de Estado inédito en la historia de España. Ahora la política está exactamente en la dirección contraria, hay mucho tacticismo. Pero no todos, no quiero ser equidistante. En general la política se ha devaluado, pero el actual presidente de Gobierno lo ha llevado a un extremo insólito de utilización de cualquier herramienta en beneficio propio.
–Háblame de esa operación que narra para qué Adolfo Suárez fuera el elegido por el Rey.
–Eso fue un juego de trileros. Torcuato sabía que para nombrar a Suárez, el Consejo del Reino, que estaba compuesto por 16 personas nombradas por Franco, tenía que nombrar una terna de candidatos a presidente y dársela al Rey. La ventaja de Torcuato es que conocía muy bien la legalidad franquista y sabía que el Consejo del Reino no tenía establecida una forma de hacer esa elección, porque en tiempos de Franco todo era un trampantojo y en la terna siempre estaba el que él quería. Pero el Rey Juan Carlos tenía que hacerlo siguiendo los cauces.
Como no había sistema, Torcuato se inventó el sistema. Y, como todo buen sociólogo sabe, el resultado de la votación depende del sistema de votación, así que estableció varios sistemas cruzados para que Suárez fuera pasando los cortes de entre los 32 candidatos iniciales, hasta poder meterlo en la terna final. Y lo consiguió: el Rey pudo tener a su candidato, que era Adolfo.
La Ley de Reforma Política es el núcleo de la Transición: la derecha asume que España ha cambiado y que hay que dejar entrar a la izquierda
–Cuenta en su libro que Fernández-Miranda escribió el borrador de la Ley de Reforma Política en un fin de semana de agosto, encerrado en su casa. ¿Fue fácil redactarla y difícil aprobarla?
–Torcuato tenía claro lo que quería hacer. Pero entendía que, siendo Suárez el presidente del Gobierno, era Suárez el que tenía que llevar la ley a las Cortes, porque es como se procede en democracia. Para la aprobación en las Cortes trabajaron conjuntamente. Los dos hablaron con los 540 procuradores, uno por uno, para explicarles que era el momento del cambio, de asumir que esa etapa había acabado. Que España era otra cosa. Es una obra política impresionante. Es el núcleo de la Transición, que es cuando la derecha asume que España ha cambiado y que hay que dejar entrar a la izquierda.
–De ese «triángulo virtuoso» solo queda vivo el Rey Juan Carlos. ¿Cree que morirá en el extranjero?
–Espero que no muera en el extranjero. Me gustaría que viviera y falleciera en España. Creo que lo merece. Si no es así, espero que le den todos los honores de Estado. Sus errores son menores comparados con su trascendencia histórica. Es el Rey de la Transición, el Rey que heredó el poder de Franco y se lo entregó al pueblo en 19 meses. Me parece que la historia lo tratará bien. Reconocerá su papel esencial.