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Ana Martín

La vida al límite en la Moncloa: «Hay que saber qué sartén se está quemando y retirarla»

El presidente se ha acostumbrado a gobernar la incertidumbre y el caos. ¿Elecciones en 2025? En Castilla y León sí, en Baleares puede y en España no parece

Madrid Actualizada 04:30

Pedro Sánchez, el viernes llegando a la Conferencia de Presidentes en SantanderEFE

La reunión que el PSOE y Junts celebraron el viernes en Suiza fue mal, por no decir muy mal. La mejor prueba de ello fue el discurso que Carles Puigdemont pronunció un día después ante el Consell Nacional de su partido. «Nuestra experiencia con el PSOE no nos invita al optimismo, y debemos estar preparados para asumir los costes políticos y personales de la decisión que acabemos tomando», señaló.

La pregunta es de qué decisión habla Puigdemont: el lunes pidió a Pedro Sánchez que se someta a una cuestión de confianza y, el martes, su número dos, Jordi Turull, descartó de plano apoyar una hipotética moción de censura planteada por Alberto Núñez Feijóo. «Es una fantasía», afirmó. Ese día, rizando el rizo, Junts pactó con el PP eliminar el impuesto a la producción eléctrica.

El próximo episodio del sainete será el martes, cuando la Mesa del Congreso -controlada por el PSOE y Sumar- deba decidir si da curso a la proposición no de ley presentada por Junts la semana pasada instado al presidente a medirse a una cuestión de confianza. Una prerrogativa que, por otra parte, corresponde enteramente al presidente, como la de convocar elecciones. Hasta ese punto llega el artificio. Si los socialistas dan curso a tan excéntrica iniciativa será revelador. Aunque no es lo previsible.

Carles Puigdemont y su portavoz en el Congreso, Míriam NoguerasEFE

La gran pregunta de 2025

Se acerca el final del año. Cuca Gamarra reiteró hace unos días que el PP no presentará una moción de censura para perderla mientras sigan sin darle los números, así que la gran pregunta que hacerle al año 2025 es si traerá elecciones debajo del brazo o no, aunque teóricamente no toquen.

Elecciones habrá… pero no necesariamente generales. En Castilla y León seguro, puede que en primavera o en otoño como tarde (en teoría, el plazo cumple en febrero de 2026). En la tierra de Alfonso Fernández Mañueco hay claras señales de final de legislatura tras la negativa de Vox a apoyar los Presupuestos de 2025 y el calamitoso estado del PSOE castellano y leonés de Luis Tudanca, al que Sánchez quiere quitarse de en medio. Si lo intenta habrá guerra interna en la tierra de los Comuneros.

En Castilla y León habrá elecciones seguro y en Baleares, probablemente

En Baleares no es seguro, pero sí probable. El pasado martes, la presidenta balear, Marga Prohens, tuvo que retirar los Presupuestos de la tramitación parlamentaria por falta de acuerdo con Vox. Y decidió vengarse del partido de Santiago Abascal frenando la derogación de la ley de memoria autonómica.

Alfonso Fernández Mañueco y Marga Prohens, a la izquierdaEFE

El apartado de las elecciones generales es más incierto, con Sánchez lidiando con Junts y con la corrupción a la vez, dos morlacos. En la Moncloa se dicen no preocupados por Puigdemont y hasta le retan: «¿Junts va a apoyar que gobierne el PP con Vox? Porque ésa es la alternativa», afirman desde el entorno del presidente, obviando el detalle de que los independentistas catalanes tienen la vía intermedia de obligar al presidente a gobernar por tercer año con las cuentas públicas de 2023. Es decir, de la anterior legislatura.

Y también fingen que Víctor de Aldama, el caso Begoña, el del hermano del presidente y el del fiscal general del Estado no les afectan. Es más. Presumen de que, electoralmente, las balas ni les están rozando: «Mantenemos la intención de voto, cuando lo normal es que un gobierno sufra medio punto de desgaste cada año. Y nosotros llevamos seis», argumentan. No es exactamente así. Sánchez obtuvo el 31,68 % de los votos en las generales de julio de 2023. Ahora, rara es la encuesta en la que alcanza el 30 %. No ha sufrido el desgaste que la oposición esperaba, pero caída hay.

En la Moncloa trasladan una calma que parece impostada, como si fuera normal gobernar constantemente al límite. «Siempre tenemos muchas sartenes en el fuego. Consiste en saber cuál se está quemando y retirarla», explican desde el núcleo duro de Sánchez, como si fuese una fórmula mágica.

Está la sartén de Junts, está la de la corrupción, pero también otras: la de Podemos, siempre dispuesto a complicar la vida al Gobierno, y la de ERC, que este mismo sábado reeligió a Oriol Junqueras como líder, después de un largo proceso de primarias. Esquerra se ha puesto digna y quiere que Sánchez cumpla de una vez su compromiso de investidura de condonar 15.000 millones de euros de deuda a Cataluña.

Quita para todos

Como esa sartén empieza a oler a chamusquina, el presidente ha decidido convocar un Consejo de Política Fiscal y Financiera en enero. Un mes tradicionalmente de dura cuesta para el común de los españoles, pero por lo que se ve no para Sánchez, que está dispuesto a regalar quitas de deuda a todas las comunidades del régimen común con tal de blanquear su pacto con ERC.

Así lo trasladó en la Conferencia de Presidentes celebrada el viernes en Santander, en la que los barones regionales descubrieron uno de los inagotables trucos de Sánchez: la mejor forma de no perder una votación es no convocarla. Y así fue como rebajó la Conferencia de Presidentes, donde tradicionalmente se decidían cosas, a un «foro de reflexión», que es como la definió el presidente ante el Rey, para estupefacción de los presentes.

El truco, o la máxima, vale también como pista para las generales: Sánchez no las adelantará si no tiene opciones de sumar. Y a día de hoy casi ninguna encuesta se las da, por el desplome de Sumar y la reaparición de una tercera candidatura en la izquierda, Podemos.

Al término del cónclave en tierras cántabras, en los pasillos, uno de los presidentes regionales resumió con finura el quilombo que tiene Sánchez con la reforma del modelo de financiación autonómica, que se ha comprometido a agilizar. «Puede hacer que alguno (en referencia a Cataluña) se sienta engañado, que se sienta engañado más de uno o que nos sintamos engañados todos». La opción C ganaba enteros en Santander.