Fundado en 1910
La líder de Podemos, Ione Belarra, este miércoles en el Congreso

La líder de Podemos, Ione Belarra, en una imagen de archivo en el CongresoEFE

La extraña pareja

La insólita pinza de Junts y Podemos corta la respiración al Gobierno

Ambos partidos terminaron el año tirando del ronzal al presidente, cada uno en una dirección, y harán lo mismo en 2025. Lo peor para Sánchez es que necesita a los diputados de uno y otro

En cierta ocasión, el entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, José Montilla, le advirtió al presidente José Luis Rodríguez Zapatero delante de la plana mayor del PSC: «Quien bien te quiere, te hará sufrir». Montilla y Zapatero eran ambos socialistas, aunque cada uno defendiera unos intereses. Carles Puigdemont y Pablo Iglesias no son socialistas y no quieren a Pedro Sánchez, que se sepa, pero sus respectivos partidos están haciendo sufrir al presidente como ningún otro.

El año 2025 se presenta como una especie de competición entre Junts y Podemos por ver cuál de los dos tira más fuerte del ronzal al presidente del Gobierno, en direcciones distintas. El primero quiere eliminar el gravamen a las energéticas y, el segundo, transformarlo de temporal en definitivo. A Junts no le gusta el tope de los alquileres y Podemos, por el contrario, exige al Gobierno intervenir el mercado para bajar los precios un 40% y prohibir la venta de vivienda que no sea para vivir. Los catalanes votaron recientemente a favor de agilizar los desahucios de okupas y para los morados no hay desahucio bueno ni okupa malo.

Junts tiene siete diputados. Podemos, cuatro. Y los 11 son necesarios para el Ejecutivo. Entre los de Puigdemont y los morados han formado una pinza asfixiante que nadie en el Ejecutivo vio venir hace unos meses. La última muestra es la cuestión de confianza a la que Junts quiere que Sánchez se someta.

Carles Puigdemont cerró la campaña electoral de mayo en Elna, el pueblo que capitaneó la rebelión lingüística

El líder de Junts, Carles PuigdemontEuropa Press

Cuando en diciembre los catalanes registraron en el Congreso una proposición no de ley instando al presidente a que pasara por ese aro, la mayoría de los socios de investidura del PSOE la rechazaron de plano. Bildu se encogió de hombros y solo Podemos recibió la iniciativa con los brazos abiertos. Al menos, para debatirla. «La verdadera cuestión de confianza que tiene el Gobierno es el cumplimiento de los acuerdos y la aprobación de una verdadera agenda social, y eso es justamente lo que el Gobierno no está haciendo», avisó entonces el diputado morado Javier Sánchez Serna.

El último Pleno

El último Pleno del año fue una muestra de lo Podemos por la izquierda y Junts por la derecha van a hacer «sudar la camiseta» a Sánchez, parafraseando al presidente. Los de Puigdemont se aliaron con el PP para tumbar el gravamen a las energéticas. Los de Ione Belarra estuvieron a punto de dar al traste con la ley estrella de Félix Bolaños, la de eficiencia de la Justicia, de no ser porque el PSOE llegó a un acuerdo in extremis con ellos. A cambio de prorrogar seis meses más las ayudas al transporte público y un año la suspensión de los desahucios a colectivos vulnerables por impago del alquiler.

La relación del PSOE con Podemos alcanzó cotas máximas de tensión en el último trimestre de 2024, después de que en octubre Iglesias levantara el hacha de guerra pidiendo a la izquierda que se uniera para «doblarle el brazo a Pedro Sánchez». Los morados llegaron a organizar una consulta a sus bases para que opinaran si debían condicionar su apoyo a los Presupuestos a que el PSOE adquiriera dos compromisos: la ruptura de relaciones diplomáticas y de todo tipo con Israel y la bajada del precio de los alquileres por ley.

En otoño, Podemos llegó a organizar una consulta entre sus bases sobre su apoyo a los Presupuestos

A ellas se sumó después una tercera, que será la primera reivindicación de Podemos para el nuevo año y una de sus condiciones para sentarse a negociar las cuentas públicas: que Sánchez cumpla su compromiso de mantener el impuesto a las energéticas, bien por decreto ley o mediante una proposición de ley de los grupos parlamentarios. Desde el ala socialista del Ejecutivo atribuyen la beligerancia de la formación de Belarra a su guerra con Sumar y a la «gran ansiedad» de ambas formaciones por liderar ese espacio político, el de la izquierda del PSOE.

Con Junts 2025 se presenta de todo menos plácido para el Gobierno, que además se ha puesto a la defensiva a raíz del acercamiento entre el PP y los postconvergentes. La última reunión entre los emisarios del PSOE y de Junts en Suiza (a mediados de diciembre) acabó sin acuerdos, y la disposición de Sánchez a ir a ver a Puigdemont en persona tampoco parece haber ablandado al fugado. «La sociedad española no puede estar constantemente mirando hacia atrás, tenemos que mirar hacia delante porque tenemos enormes retos por delante», sostuvo el presidente en su comparecencia de balance de año.

Los socialistas tienen cuatro frentes abiertos con los independentistas catalanes: la cesión de las competencias en materia migratoria a Cataluña, la senda de estabilidad (los objetivos de deuda y déficit públicos), los Presupuestos Generales de 2025 y esa cuestión de confianza a la que exigen a Sánchez que se someta. En diciembre, la Mesa del Congreso pospuso la decisión sobre su admisión a trámite, a la espera de que los socialistas llegaran a un acuerdo con Puigdemont. De momento, nada nuevo se sabe.

comentarios
tracking