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Pedro Sánchez con el derrotado primer ministro portugués, en una imagen de archivo

Pedro Sánchez con el derrotado primer ministro portugués, en una imagen de archivoEFE

La caída del primer ministro portugués por los negocios familiares acorrala a Pedro Sánchez

A diferencia del presidente del gobierno español, Luis Montenegro ofreció explicaciones, pero no convenció y decidió someterse a una cuestión de confianza, que perdió

Un político sobre el que planearan las mismas sospechas que recaen sobre Pedro Sánchez y su familia no tendría futuro en Portugal. Por mucho menos, ha caído el primer ministro del país vecino, Luis Montenegro, del Partido Socialdemócrata (PSD, centroderecha), quien se ha visto salpicado por un supuesto caso de corrupción que en España sería más que discutible, entre otras cosas porque lo desveló la prensa, y eso, para el PSOE, ya es un mal indicio.

Según los medios de comunicación lusos, Montenegro pudo haber cometido un delito de cohecho a través de la pequeña empresa familiar que fundó antes de llegar al poder y cuyas acciones vendió después a su esposa e hijos. Uno de los clientes de la empresa tenía pendientes las renovaciones de adjudicaciones para casinos. Tras las revelaciones de la prensa, la Fiscalía abrió una investigación y Montenegro se sometió a dos mociones de censura (una de la derecha y otra de la izquierda), que superó.

Pero el Partido Socialista decidió abrir también una comisión de investigación en el Parlamento, y el primer ministro portugués decidió entonces someterse a una cuestión de confianza para «evitar la degradación de las instituciones». Y la perdió, abocando al país a nuevas elecciones.

Las sospechas en el entorno de Sánchez

El caso de Montenegro es algo diferente al de Pedro Sánchez, que tiene imputados a su esposa, Begoña Gómez, por cinco presuntos delitos de corrupción en los negocios, tráfico de influencias, apropiación indebida, intrusismo y malversación de fondos públicos; a su hermano, David Sánchez, imputado por otros cinco presuntos delitos contra la Administración Pública, contra la Hacienda Pública, malversación, prevaricación y tráfico de influencias, y a su antigua mano derecha, José Luis Ábalos, imputado por otros cuatro supuestos delitos de organización criminal, tráfico de influencias, cohecho y malversación.

A diferencia del primer ministro portugués, Sánchez no se ha planteado en ningún momento dar explicaciones ni someterse a ninguna cuestión de confianza. Por el contrario, el Gobierno ha respondido con insultos y descalificaciones a los medios de comunicación que informan de estos casos judiciales y con ataques a los jueces que los investigan, a los que acusan de querer destruir a Sánchez.