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Francisco Rosell
De lunes a lunesFrancisco Rosell

Se va el caimán, se va, pero para Pekín

Sánchez vira en redondo y se pone a orbitar en derredor de la «dictadura democrática» —un oxímoron para hacer más tragadera la «dictadura del proletariado»— china

Actualizada 04:30

Pedro Sánchez y Xi Jinping, en una reunión en Pekín el pasado 9 de septiembre

Pedro Sánchez y Xi Jinping, en una reunión en Pekín el pasado 9 de septiembreBorja Puig de la Bellacasa/ Moncloa

Después de que Biden -sin esperar a Trump- le pusiera la proa a sus ambiciones trasatlánticas -como la secretaría general de la OTAN- y del portazo de la Comisión Europea de diciembre de 2023 tras mentarle la bicha del pasado nazi de Alemania al jefe de los populares en la Eurocámara, Manfred Weber, en su discurso balance de la presidencia de turno española, un aventurero como Pedro Sánchez ha vuelto donde suele cuando se encuentra entre la espada y la pared. Mucho más si le acecha la sombra del jaque mate. Entonces, pega una patada al tablero y huye escopeteado.

Por eso, sin mayoría estable para gobernar y con sus aliados Frankenstein saboteando desde el Gobierno y el Parlamento el rearme europeo tras la anunciada retirada del paraguas de seguridad norteamericano, Sánchez vira en redondo y se pone a orbitar en derredor de la «dictadura democrática» —un oxímoron para hacer más tragadera la «dictadura del proletariado»— china. No por casualidad, efectúa su giro cuando más perceptible es su deriva autocrática. Sin sufragios fijos para conducir la nación, orilla el Parlamento, burla las sentencias judiciales y amordaza la prensa en su golpe blando contra la legalidad democrática en línea con el que perpetra Erdogan en otro país de la OTAN como Turquía. Éste ha encarcelado a Ekrem Imamoglu, alcalde de Estambul, tras anular la Fiscalía el título universitario de éste para que, al ser exigible, no pueda ser candidato a la Presidencia como aconteció recientemente en la satrapía de Maduro en Venezuela.

El alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu

El alcalde de Estambul, Ekrem ImamogluMiddle East Images via AFP

Siendo sobre el papel una república democrática, Erdogan socaba sus organismos clave y purga la Milicia, la Justicia, la Universidad y la Prensa. Para perpetuarse, se arroga atribuciones mandando por decreto sin restricción del Parlamento como Sánchez, quien a su vez bate récords abusando del decreto ley. Durante su sexenio negro, ha expelido 155 decretos, 26 más que Felipe González en casi 14 años. Muchos de ellos «ómnibus» atiborrados de asuntos ajenos a la materia objeto del apremio. Como colige la periodista turca Ece Temelkuran en «Cómo perder un país» sobre el populismo autoritario de Erdoğan desde 2002 para acá, “en el universo político, a diferencia del espacio físico, no existe una superficie resistente que uno pueda llamar fondo".

Agudizando su despotismo, Sánchez se dota de medios extralegales para afrontar los comicios de 2027 en situación de privilegio y que no le pase factura el rearme europeo primero con sus socios en el bienio que resta de legislatura y con sus votantes luego. No quiere que le acaezca lo que a Zapatero en la crisis financiera del 2008 y su postrero ajuste draconiano del Presupuesto con el que asintió el silente diputado Sánchez. A este fin, el inquilino de La Moncloa acaricia una alianza con Xi Jinping erigiéndose en su comisionado en la UE, donde ya rebate los aranceles a los coches del gigante asiático.

Pedro Sánchez con Xi Jinping el lunes 9 de septiembre en China

Pedro Sánchez con Xi Jinping el lunes 9 de septiembre en China

Embriagado por su potencial mercado, Occidente compartió sus avances con el gigante asiático sin corresponder éste, salvo con proyectos con sociedades estatales sujetas -como su principal multinacional tecnológica Huawei- a la ley de inteligencia nacional de 2017, según la cual «la totalidad de las organizaciones y ciudadanos está obligado apoyar los servicios secretos». Xi Jinping entiende que, si la primera revolución industrial elevó a Gran Bretaña a reina del mundo y EEUU aprovechó la segunda para destronarla, la digitalización encumbrará a China tras pasar de copiar a ser puntera.

En lugar de convocar elecciones y que se pueda entonar el «se va el caimán, se va para Barranquilla», como en la popular canción colombiana, Sánchez se queda y tira para Pekín. A diferencia del pescador de la sonata caribeña que, obsesionado con espiar a las féminas bañándose en el río, acudió al brujo que le condimentó una pócima para transfigurarse en reptil de modo que pudiera fisgonear sin exponerse, el caníbal Sánchez se trasmuta -como el personaje de las mil y una caras- de nuevo para tomar los derroteros chinos con Zapatero haciendo la labor de zapa.

Tras secundar la política polarizadora y guerracivilista de éste, pretende también participar de sus negocios. A este respecto, quien fuera el Ábalos de Zapatero, José Blanco, hace tiempo que maniobra con empresas chinas como Huawei, donde anduvo la actual pareja del ministro Albares, desde el despacho de influencias que se montado cogiendo el hatillo de sus enjuagues ministeriales nocturnos en gasolineras gallegas con empresarios cuando era la mano derecha en el Gobierno y en el PSOE de quien hoy enreda la diplomacia española tanto como el excanciller Shröder la alemana a sueldo de Putin en Gazprom.

Xi Jinping saluda a Putin en su visita a Moscú en marzo de 2023

Xi Jinping saluda a Putin en su visita a Moscú en marzo de 2023X

Habrá que ver si, como el pescador pescado barranquillero, Sánchez no se queda de por vida con cabeza humana y cuerpo de caimán al entregarle el asistente del brujo sólo parte del brebaje milagroso. Para que esto no suceda, en esta guerra arancelaria desatada por Trump que ha servido de espita para reconfigurar el orden mundial, Sánchez ofrece a Xi Jinping el bocado ciertamente apetecible de los 450 millones de consumidores continentales, pese a la advertencia del Libro blanco de la Defensa de la UE sobre una China que busca su hegemonía total en 2049, año del centenario de la fundación de la República Popular.

A este propósito, Sánchez emprende su tercer periplo en tres años convirtiéndose en el único presidente de la UE recibido con tal asiduidad por Xi Jinping, a la par que impulsa un viaje de los Reyes en noviembre. Frente a un Rusia que no dista mucho de una URSS que era como «Alto Volta con misiles nucleares», según el excanciller alemán Helmut Schmidt, al producir apenas el doble que Suiza con 17 veces menos habitantes, pero a la que Trump está brindando un papel protagonista contra Europa, Sánchez se enrola con una China sobre la que no hay dudas de que reemplazará a EEUU, sino solo sobre cuando lo será.

Las Islas Canarias, en el punto de mira

Luego de «ocultar la fuerza y esperar el momento preciso», según observaba Deng Xiaoping, Xi Jinping cree llegada la hora de mostrarla. Así, tras adueñarse de puertos como el griego de El Pireo o de hacer del Canal de Panamá casi un uso particular pese a ser obra norteamericana, Pekín tiene sus ojos en las estratégicas Islas Canarias para aunar unos intereses comerciales y militares que lleva siempre de la mano, y ya se sabe que, con Sánchez, cualquier cosa es posible tras regalar el Sáhara a Marruecos.

No se trata de pragmatismo, sino de alineamiento con una poderosa dictadura por parte de un cesarista Sánchez que anhela ser intocable como el «Líder Supremo» Xi Jinping. Si, en China, se dice «más vale ser cabeza de gallina que rabo de toro», Sánchez antepone ser rabo de toro de un gigante en el que, como aseveró Mao, «el poder político viene del cañón de un arma» gastando en Defensa más de un 7% del PIB y doblando el presupuesto de EEUU. Así, aplicando otro viejo dicho: «Matar al pollo para asustar a los monos», se condujo contra las protestas populares de la matanza de la plaza de Tiananmen de 1989 sin importar la reacción internacional.

Otegi saluda al embajador chino

Otegi saluda al embajador chinoArnaldo Otegi

De hecho, es tan estratégico el movimiento que el etarra Otegi se plantó corbata para recibir al embajador asiático. Si China es el único país en el que todo se mueve al unísono, como un acróbata que varía su posición en un santiamén, Sánchez y Otegi comienzan a contorsionarse igual no sea cosa que les ocurra lo que aquel al que las autoridades chinas intentaban localizar sin éxito al tener apagado el teléfono. Llamaron al desconocido que se sentaba a su lado en el autobús y le comunicaron: «Pase el móvil a la persona que se halla junto a su asiento». Xi Jinping, como presidente del comité organizador de las Olimpiadas de Pekín de 2008, fue quien dispuso esa densa red de cámaras de vigilancia con reconocimiento facial de localización instantánea.

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