Los «eurobobos» de Sánchez para que endeudarse parezca maná chino
A nadie se le escapa que la pasión china de Pedro «Valores» encierra un giro estratégico que franquea a China el portillo de la Unión Europea

Pedro Sánchez visita el mausoleo de Ho Chi Minh, el líder comunista
A raíz de su periplo asiático, donde el «trumpazo» arancelario norteamericano le ha pillado en el peor sitio y en el peor momento, muchos tildan a Pedro Sánchez de «tonto útil» de Xi Jinping. Tal conceptuación se ha adentrado incluso en el ámbito académico. Así, lo explicita uno de los primeros sinólogos mundiales, el historiador holandés Frank Dikötter, al culminar con La Revolución Cultural su trilogía sobre aquella dictadura y sus 70 millones de muertos. «Me temo –ha dicho a El Mundo– que Sánchez es el último tonto útil de Pekín. Cuando China te da la mano, lo que hace es cogerte el brazo».
Sin embargo, conviene no errar el tiro y colgarle el sayo que Trotski enganchó en 1923 a los «compañeros de viaje artístico» de los «artesanos de la revolución proletaria» que ignoran el ideal comunista. Pero, si ya el acervo popular advierte de la inexistencia de tonto alguno que se pille los dedos con la puerta, tampoco resiste tachar de «tonto útil» a un cínico como Sánchez, aunque lo asemeje, porque las apariencias engañan. Un perfecto agachado como él no repudia quién le paga el viaje, pero intuye dónde le encamina su ambición importándole un bledo el daño que acarree a España su sometimiento a Pekín o a Waterloo.

Carles Puigdemont y Santos Cerdán en la reunión en el Parlamento Europeo
Al igual que Zapatero no era un iluso «Bambi» o «un bobo solemne», como se despacharon Guerra y Rajoy sin apreciar el uno sus cuernos y el otro su maldad bajo su sonrisa «netol» de risible «Mr. Bean», a Sánchez hay que adscribirlo, si acaso, en la categoría de tontos averiguados, esto es, que fingen hacérselo para darse el queo. No en vano, a cada paso que da agranda su falta de escrúpulos. Puede asistir de mañana a un funeral de Estado por la mortandad del covid y a la tarde rescatar la aerolínea que amadrina su «consuerte» «Lady Europa» o aprovechar la riada de Valencia para asestar su golpe decisivo a RTVE para que, cuando la Guardia Civil señala a Begoña Gómez, sus informativos digan que no puede aseverarse que la tal Begoña es la que todos saben.
A nadie se le escapa que la pasión china de Pedro «Valores» encierra un giro estratégico que franquea a China el portillo de la Unión Europea justo cuando Xi Jinping castiga su úlcera ucraniana suministrando medios y tropas a Rusia con logreros del PSOE llenándose su faltriquera con Zapatero de gran mercader. No obstante, hay quienes, bien por pragmatismo, bien por partidismo, relativizan el eslogan sanchista contra Trump –«Nuestros valores no están en venta, nuestros productos sí»– y resuelven que, si hay que hipotecar «nuestros valores» por «nuestros productos», hágase. Si París mereció una misa para el hugonote Enrique IV reinara Francia, ¿por qué andarse con remilgos con la gran plaza de abastos china?
Pedro Sánchez, ante de su reunión con Xi Jinping
Empero, ello es otro cuento chino. Nadie regala duros a cuatro pesetas y menos tras la gran muralla china. Lejos de abrirse al libre comercio como suscribió en 2001 al ingresar en la OMC, aplica la ley del embudo. Ello le ha permitido este cuarto de siglo recibir tecnología e inversión extranjera, pero sin gestión foránea, bajo el trampantojo de que las pérdidas que ello generará se resarcirían con las ganancias del acceso al consumidor chino. En casos como España, el déficit comercial es el 94 % del total con el agravante de proveerle de géneros de poco valor añadido –aceite, vino y jamón– como si fuera un intercambio entre una colonia y su metrópoli. Pese a las promesas, nada cambiará al estribar ahí su progreso con la prótesis de un yuan devaluado artificiosamente.
Bajo el axioma de que «presencia es igual a influencia», China usa el entreguismo de Sánchez, al que entierra en elogios, pues se cazan más moscas con la miel que con la hiel, para que España –singularmente, Canarias, usada por Xi Jinping para sus escalas– sea otra de sus playas de desembarco en Europa. Ya en 2008, en el hondón de la crisis financiera en Grecia, la naviera estatal china Cosco se adueñó del puerto del Pireo sito frente al canal de Suez en la otra orilla del Mediterráneo oriental.
Además, ante el apremio de muchos Estados endeudados, sus gobiernos se olvidan de que el dragón chino muerde al servicio de las estrategias políticas y militares con la ventaja de ser el mayor prestamista oficial del mundo superando la suma del Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE). Por eso, la ocasión la pinta calva con Ejecutivos europeos que no quieren retratarse ante sus contribuyentes o arriesgar los equilibrios parlamentarios que los sostienen, o ambas cosas a la vez, como el español. Es lo que trasluce la iniciativa de Sánchez, verbalizada el sábado en Varsovia por el ministro Cuerpo, para que el rearme comprometido tras la retirada del paraguas de EE.UU. sea vía eurobonos.