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Pilar Alegría

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Alegría, la insultadora que llora si es insultada

Está en su derecho de llevar a los tribunales a quienes la han difamado, pero eso no exime a su presidente y Gobierno de asumir la responsabilidad judicial por los escándalos y la amoralidad de su hasta hace poco todopoderoso ministro de Transportes

Al borde de las lágrimas, la ministra de Educación y portavoz del Gobierno, María del Pilar Alegría Continente (Zaida, Zaragoza, 47 años) reconocía tras el Consejo de Ministros del martes que «no están siendo días fáciles», después de recibir en las redes sociales una catarata de insultos al conocerse que pernoctó en el Parador de Teruel el día que, según algunas informaciones, el exministro Ábalos montó una fiesta en ese lugar acompañado de una furgoneta llena de «señoritas». Ella se queja con razón de humillaciones machistas; ahora bien, la piel de cordero con que ahora trata de cubrirse no oculta que Alegría ha sido un lobo cuando los ataques se han dirigido a otras mujeres; por ejemplo, a Isabel Díaz Ayuso. El día que fue preguntada en la tele por un tuit de su compañero Óscar Puente, en el que llamaba a la pareja de la presidenta madrileña testaferro con derecho a roce, la hoy ofendida portavoz de Sánchez contestó: «Vamos a ver. Es que, más allá de los contenidos de los tuits, yo creo que en este caso lo que son importantes son las explicaciones, la transparencia y la verdad». Pero ni medio rechazo a la bajeza de su compi, ni a sus palabras cargadas de mal gusto y machismo, progre machismo, pero machismo al fin. Aquí lo importante era otra cosa: remar a favor de la corriente sanchista contra Ayuso. Porque la autoproclamada feminista Pilar tiene claro que las mujeres que no votan a Sánchez no son dignas de su sororidad, sino renglones torcidos de Dios.

La portavoz ha sido la primera bailarina de una coreografía, dirigida por Pedro Sánchez, a la que se ha sumado todo el partido, con sus voceros mediáticos hiperventilando como nunca, para que parezca Alegría una víctima de los feroces machistas de la derecha. Todos conocemos la parte más tenebrosa de las redes sociales, donde los anonimatos permiten a los más desalmados campar a sus anchas, pero esas barbaridades dirigidas a Alegría, intolerables de todo punto, no las firma ningún partido y, además, deberían merecer el mismo reproche cuando sus destinatarias son rivales políticas de la hoy acosada. La titular de Educación está en su derecho de llevar a los tribunales a quienes la han difamado, pero eso no exime a su presidente y Gobierno de asumir la responsabilidad judicial por los escándalos y la amoralidad de su hasta hace poco todopoderoso ministro de Transportes. Alegría solo ha aclarado a duras penas que durmió en ese Parador aquel 15 de septiembre de 2020, en plena pandemia, como delegada del gobierno, sin haber estado a los pies de la cama de Ábalos. Pero, a lo mollar: ¿Sabía de las andanzas de su camarada? ¿Conoció lo que ocurrió esa noche en otra habitación del mismo hotel en la que su correligionario montó una fiestuqui?

La autoproclamada feminista Pilar tiene claro que las mujeres que no votan a Sánchez no son dignas de su sororidad, sino renglones torcidos de Dios

Alegría siempre ha tenido una relación muy particular con el presidente del Gobierno. Aunque fueron compañeros en la bancada socialista durante los años de oposición a Rajoy, la hoy ministra negó dos veces a Pedro. Cuando en 2014 este anunció su candidatura a suceder a Rubalcaba contra Eduardo Madina, Alegría apoyó al vasco desde la Secretaría de Organización del PSOE aragonés. En la siguiente confrontación, esta vez contra Susana Díaz y Patxi López, Pilar se sumó a la andaluza e incluso fue la portavoz de su candidatura. Nadie olvida su cara de decepción en Ferraz cuando, contra todo pronóstico, su hoy jefe ganó a su amiga Susana. Así que, con esta demostración de buen ojo, se replegó a su agrupación en Aragón, de donde la había sacado Zapatero para incluirla en la Ejecutiva federal.

Gran amiga de Carme Chacón, también fue parte de la candidatura de la socialista fallecida cuando se enfrentó a Rubalcaba. Fue consejera de Innovación y Universidad en el Gobierno de Javier Lambán y candidata a la alcaldía de Zaragoza. Ganó, pero la suma de PP, Vox y Ciudadanos la dejó en la oposición. Hasta que Sánchez –ante la sorpresa de la misma que le había traicionado dos veces– la designó delegada en Aragón, cargo que ostentaba en la famosa noche del desmadre en el Parador. Luego llegaría la portavocía en Ferraz para Alegría, diplomada en Magisterio, que vive de la política desde los 30 años y es madre de un hijo, al que lleva al Liceo Francés Molière de Zaragoza, internacional y bilingüe, con altos honorarios que ella sí puede pagar. Nada que objetar si no fuera porque como ministra criminaliza la educación privada y familiarmente da poco ejemplo de apego por la pública.

El casting de las portavoces de Pedro Sánchez ha ido de mal en peor: inauguró la fiesta Isabel Celáa, siguió Marisu Montero, a la que sustituyó Isabel Rodríguez. Simultáneamente, Sánchez colocó en Ferraz a Pilar Alegría, ella sí encargada de hacer proselitismo socialista desde el partido. Pero hubo un día en que Su Sanchidad pensó que no había necesidad de separar lo institucional de lo partidista, así que se trajo a la vocera del PSOE al Gobierno.

Dedica la mayor parte de su intervención en la sala de prensa no a dar cuenta de las decisiones del Ejecutivo, sino a ejercer de abogada defensora de la mujer de Sánchez

En la campaña catalana ya fue expedientada por la autoridad electoral por insultar al líder de la oposición. Traspasada ya cualquier línea de respeto institucional, Pilar dedica la mayor parte de su intervención en la sala de prensa los martes no a dar cuenta de las decisiones del Ejecutivo, sino a ejercer de abogada defensora de la mujer de Sánchez, despachando su citación judicial por corrupción y tráfico de influencias como parte del fango prevaricador de los enemigos de su jefe. La retórica bananera la tiene habitualmente que leer como un papagayo, porque por muy gregario que se sea hay límites para improvisar tamaña desfachatez urdida desde el laboratorio de insultos a la inteligencia de Moncloa.

Hoy es una más de los ministros que dedican todo su tiempo, no a ejercer sus competencias ministeriales, sino a hacer campaña en el territorio al que presentarán su candidatura en las próximas autonómicas. Rompió el partido en Aragón y se enfrentó al que fue su jefe, Javier Lambán, para imponerse y lograr controlar la formación tras la salida de uno de los barones más críticos con Moncloa. Hoy, cuando se victimiza y sobreactúa para marcar perfil, está trabajando para conseguir más votos para su coleto aragonés. Como en la célebre jota, «…y a la voluntad del aire llevas el pelo tendido».

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