Brexit
Tratado de Gibraltar: Reino Unido insta a la UE a «pulir» su propuesta sin plazos
Los controles policiales en el puerto y el aeropuerto del Peñón, asunto por resolver en la negociación, que se acelerará tras la reunión de los ministros de Exteriores español y británico
El Reino Unido y la Unión Europea negociarán sin plazos el tratado que ha de regular la relación de Gibraltar con la UE, después de que el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, y su homólogo británico, James Cleverly, hayan acordado esta semana acelerar la negociación. Se reportan avances en la misma, pero Londres insta a Bruselas a «pulir» su propuesta.
El objetivo era alcanzar un acuerdo definitivo antes de fin de año; un gancho para relanzar unas conversaciones que durante semanas, y hasta finales de noviembre, han estado estancadas. La propuesta de la Comisión Europea ha estado durante ese tiempo encima de la mesa esperando una respuesta del Reino Unido, que se ha producido esta semana para rechazarla.
Y durante ese tiempo, además, el ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, ha cambiado su postura inicial respecto de la Verja. El Gobierno llanito ya no defiende su eliminación, la cual contempla la propuesta global de la CE. El documento que plantea Bruselas también contempla el uso conjunto del aeropuerto y la equiparación de las pensiones de los españoles que han cotizado en el Peñón con las de los allí residentes (Community Care).
«España está lista para cerrar el acuerdo mañana mismo; nuestra propuesta está encima de la mesa, y no podemos estar eternamente en una negociación», dice José Manuel Albares. «Si la propuesta fuese aceptable, ya la habríamos aceptado; hay que pulirla», responde James Cleverly. Así, ambos diplomáticos han dado la orden a sus respectivos equipos de «avanzar más rápido» en la negociación.
Por su parte, el vicepresidente europeo de Relaciones Interinstitucionales, Maros Sefcovic, asegura que «la Comisión Europea está preparada para intensificar aún más el ritmo de las negociaciones entre la Unión Europea y el Reino Unido sobre Gibraltar».
Asuntos por resolver
Los técnicos del Reino Unido y de la Unión Europea ya han pactado el 90 % del tratado, lo cual permite vender optimismo respecto de la consecución de un acuerdo. Sin embargo, los asuntos que quedan por resolverse son los más importantes y, al mismo tiempo, los más polémicos, como el control policial del puerto y del aeropuerto.
Si desaparece la Verja, habría una extensión del espacio Schengen, y las fronteras exteriores de la Unión Europea se situarían en estos puntos, que estarían vigilados por la Policía española. No obstante, España acepta que durante cuatro años Frontex asista a nuestras autoridades en los controles, conforme al Acuerdo de Nochevieja (2020). Picardo advirtió a España de que «ningún agente español realizará controles de ningún tipo en el aeropuerto ni en el puerto de Gibraltar».
El papel militar del Peñón, por tanto, también está en el aire. El puerto y el aeropuerto son instalaciones militares para Gibraltar. La Unión Europea exige conocer qué buques y qué aviones llegan a la Roca, así como el propósito de su escala, para admitir que se retire la Verja. La Marina Real y la Real Fuerza Aérea británicas (Royal Navy y Royal Air Force, en inglés) se niegan a facilitar dicha información.
Irlanda del Norte
En paralelo a las conversaciones sobre Gibraltar, el Reino Unido y la Unión Europea renegocian el Protocolo de Irlanda del Norte, que tensa la relación entre los equipos negociadores, que son los mismos en ambos casos, y marca el desenlace de la negociación del tratado del Peñón. «Hay una serie de cuestiones que no tienen que ver únicamente con la negociación; son preocupaciones importantes. No estamos ahora mismo en una posición que nos permita resolver todas estas cuestiones de un plumazo», señala Cleverly.
El Protocolo de Irlanda del Norte establece que este país del Reino Unido sigue vinculado al mercado único comunitario para bienes; pero las mercancías que entren en el territorio británico han de pasar unos controles aduaneros para evitar una frontera física con Irlanda (UE). La carga burocrática que ello conlleva y la oposición de los grupos unionistas, que ven en el Protocolo una palanca para separar Irlanda del Norte del Reino Unido, hicieron que el Gobierno británico pidiera su renegociación.