Desfile de la Tarasca de GranadaEUROPA PRESS

Granada

Descubre la tradición de la Tarasca: un desfile que parece sacado de Juego de Tronos

El vestido que lleva el maniquí montado sobre el dragón alado suele indicar la tendencia de moda del verano

Si hay un personaje característico de las Fiestas del Corpus de Granada ese es, sin duda, la Tarasca. La salida a la calle, cada miércoles de feria, de este popular maniquí de una mujer, montada sobre un dragón alado, es uno de los momentos más esperados y genuinos de las tradiciones granadinas.

Cada año, la Tarasca, vestida por un diseñador local, cambia su vestuario, convirtiéndose en una singular modelo cuyo traje no deja indiferente a nadie. El vestido de la Tarasca provoca casi siempre una división cainita entre los «modernos», que la consideran inspiradora de tendencias del inmediato verano; y los «tradicionales» a los que su ropa casi nunca convence. El vestuario de la Tarasca debe ser guardado celosamente hasta el último momento, para que se mantenga el efecto sorpresa.

Este año el maniquí será vestido por la diseñadora Arantxa Orantes, con peluquería de María Rosales, complementos Art by Noelia y maquillaje de Marta Cano.

La procesión sale cada miércoles de feria, a las doce del mediodía, desde el edificio del Ayuntamiento de Granada. El desfile va acompañado de gigantes y cabezudos que hacen las delicias de los más pequeños.

Como novedad, este año el recorrido se ampliará por la calle de San Jerónimo y la plaza de la Romanilla debido a la instalación del andamio en el pie de la Torre de la Catedral.

Historia de la Tarasca

Según los investigadores, la fiesta comenzó a celebrarse en Granada gracias a los Reyes Católicos, que instauraron esta fiesta, junto con la del Corpus Christi, con idea de que ésta se convirtiera en la principal festividad de Granada. Incluso, dieron a los granadinos una curiosa orden de que se «divirtieran tanto» que pareciera que «están locos».

Se considera que los orígenes de la Tarasca datan del siglo XIV, en la ciudad francesa de Tarascón, y representa el triunfo del bien sobre el mal.

Según cuenta la leyenda, la tarasca era una criatura mitológica que atemorizaba a los habitantes de la región. Tenía la forma de un dragón, seis patas de oso, torso de buey, un caparazón de tortuga y una cola que terminaba en un aguijón como el de un escorpión. La criatura infernal devoraba a los hombres y destrozaba cosechas, sin que ningún ejército pudiera hacerle frente. Santa Marta llegó un día a la ciudad, hipnotizó a la tarasca con sus plegarias, la domó y montó sobre ella.

Finalmente, una noche, los atemorizados vecinos mataron a la criatura sin que esta siquiera osara ahora defenderse. Viendo lo sucedido, Santa Marta predicó la fe cristiana entre los celtas, logrando que muchos la abrazaran.