La agricultura regenerativa reivindica que la salud del suelo está intrínsecamente ligada a la sostenibilidad total de nuestro sistema alimentarioCedida

Reportaje

El reto de convertir el desierto en una zona de futuro: «La agricultura regenerativa es sostenible y rentable»

Un proyecto dedicado a la restauración del paisaje entre las comarcas del Altiplano de Granada, Los Vélez, Alto Almanzora, Noroeste de Murcia y Guadix apuesta por implementar técnicas agrícolas regenerativas durante la producción de almendra, olivar y pistacho

El mundo rural andaluz vive una encrucijada que se comporta como un torbellino en la que convergen despoblación, desertización y un creciente pesimismo por la disminución de alternativas de futuro.

En este contexto, surge la agricultura regenerativa, que promueve un cambio en los estándares habituales del campo y la ganadería. Enclavada entre las comarcas del Altiplano de Granada, Los Vélez (Almería), Alto Almanzora (Almería), Guadix (Granada) y Noroeste de Murcia, la asociación AlVelAl trabaja por la recuperación de una idea que les une: la de ser una zona autosuficiente gracias a sus recursos, en la que profesionalización del sector no sea incompatible con sostenibilidad.

Miguel Ángel Gómez es el encargado de Agricultura Regenerativa en AlvelalGABRIELA HENGEVELD

En este punto entra en juego la agricultura regenerativa, cuyas técnicas permitan recuperar el suelo y el paisaje pese a la presencia de suelos ya degradados y erosionados.

Miguel Ángel Gómez es ingeniero agrónomo y actúa como responsable de agricultura regenerativa e investigación de la asociación. «Agrupamos a agricultores, ganaderos y pequeños empresarios de estas zonas con la intención de mejorar la rentabilidad de sus explotaciones pero realizando un manejo agrícola más sostenible», dice a El Debate.

Un paso más

«Pretendemos dar un paso más allá de lo que se conoce como agricultura ecológica. El manejo debe aprovechar el agua de la lluvia al máximo, pese a que no solo trabajamos el secano. El uso eficiente del agua es innegociable».

Emplear a los animales de pasto para fertilizar la tierra es una buena opciónCedida

La agricultura y la ganadería, en pleno siglo XXI, parecen no atraer en número suficiente a las nuevas generaciones, que quizás las observan como dos motores donde la dureza y la dedicación no se recompensan con la rentabilidad. «Queremos que dé alternativa para que la población quede fijada al territorio en el que se trabaja y se pueda vivir de ello dignamente. Para ser sostenible, se ha de ser rentable», repite. Y para demostrarlo, pone como ejemplos «dos casos de negocio» nacidos a la sombra de AlVelAl, Almendrehesa, una comercializadora de frutos secos, y Habitat, para la comercialización de aceite regenerativo. «Dan valor añadido e incrementan los ingresos a aquellos agricultores que hicieron la transformación desde la agricultura tradicional a la regenerativa».

El almendro es el cultivo tradicional. «Somos la zona con mayor superficie de cultivo del mundo. En total, los datos oficiales hablan de 131.000 hectáreas solo de almendro», matiza, pero también tienen su protagonismo tanto el olivar como el pistacho. «Somos un territorio seco y estamos acusando esa falta de lluvias, porque los suelos ya no son tan fértiles».

Pero no solo de agricultura va el asunto, ya que la ganadería tiene suma importancia en la zona. Combinar ambas, empleando a los animales de pasto para fertilizar la tierra, a la vez que disfrutan de una buena alimentación, goza de protagonismo, en un entorno donde pueden presumir de la presencia de varias razas autóctonas: la oveja segureña y marqueseña y la cabra murcianogranadina

Revivir el campo

Recientemente, se ha estrenado el documental ‘Revivir el campo', donde se recopila la historia de cuatro agricultores de Aragón, Navarra y Andalucía y dedicados al cereal, las hortalizas, los frutales o las almendras donde explican cómo han encontrado en la biodiversidad una perspectiva de futuro para sus explotaciones.

El estreno coincide con la aprobación definitiva en el marco europeo de la Ley de Restauración de la Naturaleza, que es vista como una oportunidad para facilitar la transición hacia una agricultura integrada en su entorno y adaptada al futuro.

No le faltan a la norma detractores. En Bruselas, los partidos del espectro conservador alegaron que el proyecto de ley amenazaba el sustento de los agricultores al reducirse la producción, lo que conllevaría a elevar los precios de los alimentos.

Tras varios debates en el seno de la Comisión, se alcanzó un acuerdo provisional que sin embargo no calmó las aguas, ya que las protestas de muchos agricultores se hicieron sentir en toda Europa, al entender que más normativa medioambiental implicaría una carga adicional para el sector.

«Ni todo es negro, ni blanco», nos dice Gómez, que no duda en criticar «la polarización» que también se ha abierto paso en esta disyuntiva. «En la agricultura hay grises también», afirma, al tiempo que deja entrever que hay propuestas tanto de un lado como el otro del tablero político que deben ser atendidas en beneficio del campo.