Cueva de las ventanas en Piñar, Granada

Cueva de las ventanas en Piñar, GranadaCuevas de Piñar

Granada

Descubre las mágicas cuevas habitadas desde tiempos del hombre de Neandertal

Declarada Monumento Natural de Andalucía en el año 2001, la cueva de las Ventanas presume de ser la primera gruta de España con accesibilidad universal

Píñar es una pequeña localidad granadina, de apenas 1.100 habitantes, situada en la comarca de los Montes Orientales, a 45 kilómetros de la capital. La localidad es conocida por sus cuevas, en las que podemos apreciar la huella que han dejado los distintos asentamientos humanos que ha habido allí desde las más remotas épocas de la Prehistoria. Píñar cuenta con cuatro grutas subterráneas: Meye, Pegarrecio, Carihuela y, la más famosa de todas, la Cueva de las Ventanas, abierta al turismo desde hace un cuarto de siglo. Mantiene una temperatura en su interior de unos 13 grados todo el año, por lo que resulta especialmente agradable de visitar durante los calores del estío. Está situada a una altura aproximada de casi 1.100 metros sobre el nivel del mar.

Según los investigadores, los primeros asentamientos humanos en las cuevas de Píñar datan del Paleolítico Superior, en la gruta de la Carihuela, y tienen una antigüedad estimada de unos 20.000 años. De esta época se han encontrado restos de vida humana en las zonas más próximas a la entrada, así como enterramientos en zonas más profundas. Con posterioridad, las cuevas también fueron usadas en época visigoda, romana y almorávide. Tras la reconquista cristiana, las grutas fueron usadas, hasta finales del siglo XIX, como almacén y como recinto para guardar los rebaños de cabras. En la primera mitad del siglo XX comenzaron las primeras investigaciones arqueológicas en la zona, destacando el hallazgo del hueso frontal y algunos molares de un niño neandertal. Además, se han encontrado abundantes heces fosilizadas de hienas gigantes y restos óseos de animales prehistóricos.

Declarada Monumento Natural de Andalucía en el año 2001, la cueva de las Ventanas presume de ser la primera gruta de España con accesibilidad universal. Es un lugar mágico y no suficientemente conocido, especialmente fuera de la provincia granadina. Tiene un gran valor arqueológico y didáctico y es ideal para visitar en familia, dado que tiene su recorrido adaptado para carros de bebés y personas con movilidad reducida. Aún más, está preparada para acoger a personas con diversidad funcional visual, auditiva y cognitiva, que pueden disfrutar de visitas guiadas y materiales adaptados, lo que constituye un caso único. Actualmente, recibe una media de 30.000 visitas anuales.

Las cuevas de Píñar constituyen una formación kárstica situada a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar, en las inmediaciones de la Sierra de Arana. La gruta de las Ventanas está formada por varios niveles de galerías, con estalactitas, estalagmitas, coladas, pequeños lagos y formaciones calcáreas en las rocas, todo ello producto del paso del agua durante millones de años. En la actualidad, los responsables de la cueva han creado todo un museo antropológico en su interior, con representación de diferentes épocas como el neolítico o las edades del cobre y el hierro.

Una vez llegamos a Píñar, podemos aparcar nuestro vehículo en la entrada y caminar a pie por sus pintorescas calles hasta llegar a la parada del simpático trenecito, situado a las puertas del ayuntamiento, en el que, una vez nos subamos, seremos cómodamente conducidos hasta la entrada de la gruta. El recorrido de la cueva, estimado en una hora de duración aproximadamente, tiene más de 500 metros de longitud, desarrollándose por varios niveles que permiten disfrutar de una amena y divertida visita, abierta a todos. Otra de sus particularidades es que la parte más profunda de la gruta se ha acondicionado como auditorio de música, consiguiéndose una sonoridad realmente excepcional que también ha sido aprovechada como escenario para celebrar bodas civiles.

Cada año, el primer viernes de agosto, Píñar celebra la llamada Fiesta de la Prehistoria, en la que vecinos y visitantes, vestidos al más puro estilo de los Picapiedra, aprenden a fabricar flechas con las que sobrevivir al ataque de cualquier fiera o hacer fuego frotando dos palitos. Así mismo, un pasacalles por el pueblo da paso a un enfrentamiento o «guerra de clanes», en que los vecinos compiten por demostrar quién tiene mayor destreza en el tiro con arco.

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