Omar Ibn Hafsún, el Pelayo de Al Ándalus

Omar Ibn Hafsún, el Pelayo de Al Ándalus

Historia

Un ensayo concluye que Al Ándalus no era solo Andalucía, sino toda la península ibérica

La editorial Almuzara presenta 'El libro de Al Ándalus', de José F. Durán Velasco

El origen del nombre de Andalucía viene de Al Ándalus, pero esto no significa que dicho término se circunscribiera únicamente al territorio que hoy ocupa esta comunidad autónoma en la época de la invasión musulmana.

«Al-Ándalus era el nombre de toda la península ibérica y no solo el territorio bajo dominio musulmán, al contrario de lo que se suele afirmar», afirma José F. Durán Velasco, doctor en filología árabe por la Universidad de Sevilla y autor de la obra ‘El libro de Al Ándalus’, que acaba de publicar con la editorial Almuzara.

En sus páginas, el autor sostiene que dicho término no es tan siquiera de origen árabe, sino más bien la arabización de una palabra posiblemente griega, Atlantis o Antolé, y que por tanto, se aplicó a toda la península por los conquistadores, a pesar de que se confunde cuando se utiliza exclusivamente para la parte regida por los musulmanes.

Para ello, el autor se refiere, por ejemplo, a geógrafos como el onubense del siglo XI, al- Bakrī, que al mencionar a Trajano, dice que era andalusí, "y al nombrar las ciudades de Al-Ándalus, incluye a las de los reinos cristianos del norte”.

Conquista islámica

Por tanto, Al Ándalus (en árabe andalusí pronunciado al-Andalús, origen de andaluz) era el nombre dado a la península y a sus islas aledañas, y el equivalente árabe a la Hispania fenicia y latina, la Iberia griega o el Sefarad hebreo.

La conquista de Al Ándalus llevada a cabo por árabes y bereberes musulmanes en el siglo VIII supuso que la mayor parte del territorio peninsular se incorporara al mundo islámico, con la consiguiente difusión de su religión y su cultura, fraguadas en Oriente Medio y que se extendían desde Lisboa a Fergana, en los actuales Uzbekistán y Tayikistán.

La variedad étnica y lingüística, la pluralidad religiosa y el orgullo de casta conformarían realidades sociales que se prolongaron hasta la Edad Moderna, más allá de la conquista por parte de los reinos cristianos del norte, facilitada en gran parte por los conflictos internos, como la aversión de los musulmanes andalusíes hacia sus correligionarios bereberes, factor decisivo en la debacle política del islam andalusí.

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