Málaga
La escapada más refrescante para huir del calor en Málaga
Los municipios del interior de esta provincia ofrecen rutas en los que los ríos, las cascadas y las lagunas hacen el verano más amigable
En pleno estío, cuando el calor aprieta extraordinariamente en Andalucía, buscamos desesperadamente el frescor que da el agua para hacer los días más agradables. Mientras la gran mayoría huye hasta las atestadas playas, cada vez más personas buscan refugio en paraísos interiores en los que los ríos, las cascadas y las lagunas hacen el verano más amigable.
Una de esas refrescantes rutas interiores, bonita y poco conocida, con aguas cristalinas y rodeada de exuberante naturaleza, se encuentra en el interior de la provincia de Málaga, muy cerca de Estepona y a menos de una hora en coche de la lujosa Marbella.
En el sureste de la Serranía de Ronda, en la comarca de Sierra Bermeja, entre las pequeñas localidades malagueñas de Jubrique y Genalguacil, se encuentra la ruta del arroyo del Quejigo. Se trata de un sendero circular, de un máximo de unos ocho kilómetros de recorrido total, atravesado por las cristalinas aguas del río Almarchal, un afluente del Genal.
Es un lugar ideal para ser recorrido en los meses de verano, cuando el calor aprieta. En sus aguas, rodeado de una agradable vegetación de ribera, podrás bañarte en sus pozas para refrescarte después de una suave caminata, apta para todas las edades. Después atravesaremos sus desfiladeros rocosos, rodeados de pinos y helechos, disfrutando del agua del río y de sus cascadas.
Para llegar al punto de arranque de la ruta, deberemos coger nuestro vehículo y tomar la carretera que sale desde el casco urbano de Jubrique, en dirección a Estepona. Tras conducir unos siete kilómetros, llegaremos hasta un camino que nos llevará hasta el puerto del Estercal. Una vez aquí, podremos comenzar nuestro recorrido de ascenso por el río Almarchal.
Este arroyo esconde rincones únicos
La principal atracción de la ruta es el charco Azul, donde el agua cae sobre su poza desde dos cascadas diferentes. Pese a lo que parece indicar el nombre de este emblemático estanque natural de aguas cristalinas, éstas son de un intenso tono verdoso.
Si nos atrevemos a remontar las cascadas aproximadamente un kilómetro, llegaremos hasta el charco Encantado, que reconoceremos por el salto de agua y por el gran tronco de pino.
Más arriba encontramos el charco de María Teodora, de forma cuadrada, cuya cascada cae imponente sobre una losa vertical, espléndidamente pulida por la continua acción del agua.
Tenemos que advertirles de que tengan cuidado con los posibles resbalones provocados por el verdín de las rocas, aunque lo más importante es que disfruten de uno de los rincones más refrescantes y poco conocidos de la sierra malagueña.