Teresa y Jesús, abogada e ingeniero, que tienen seis hijos, con edades que van desde 1 a 12 añosCedida

Entrevista

La vuelta al cole en una familia numerosa de seis hijos: «Lo más importante es ir escalonando el gasto»

Teresa y Jesús afrontan la vuelta a la rutina con la atención puesta no solo en lo material, sino en las necesidades concretas de cada hijo para que vivan estos momentos, sintiéndose apoyados y motivados

Dicen que la vuelta al cole se ha encarecido cerca de 400 euros por niño este curso. Esta cifra, que de por sí supone un hándicap para los padres, puede llegar a ser un verdadero quebradero de cabeza cuando se trata de una familia numerosa. Sin embargo, este es solo un escollo más en el camino de quienes saben hacer de la austeridad su modo de vida, atendiendo a lo que de verdad importa y prescindiendo de gastos superfluos que marcan la diferencia.

Así lo explican Teresa y Jesús, abogada e ingeniero, que tienen seis hijos, con edades que van desde 1 a 12 años. Álvaro, Teresa, Pepe, Jaime, Inés y Gonzalo fueron llegando y encontrando su sitio en una familia con una escala de valores muy definida. «Es lo que Dios ha querido y nosotros no tenemos más que agradecer lo que tenemos. No sabéis el orgullo de ver a cada hijo crecer y formarse como personas, para que el día de mañana puedan aportar a la sociedad, lo que tanto falta hoy día... La entrega a los demás».

— Una de las bases para sacar adelante una familia numerosa es el sentido común, especialmente en el inicio de un curso. ¿Cómo lo hacéis vosotros con seis hijos?

— La realidad es que invertimos tiempo en buscar alternativas económicas para intentar bajar la media de gasto por niño. Por ejemplo, cuando nos mandan desde el colegio la lista de los libros de texto, primero vemos si vale alguno de un hermano anterior; luego comparamos en diferentes lugares y compramos el que es más económico, aunque sean céntimos… Muchos libros y muchos niños, céntimo a céntimo hacen que, al menos en nuestra cabeza, nos «ahorremos» virtualmente un libro. Respecto al uniforme y otros materiales escolares, hace años decidimos hacer el gasto poco a poco, en lugar de reponer lo que falta a cada uno para el inicio de curso y vamos comprando a lo largo del año conforme surge la necesidad; otros los van heredando… Pero lo más importante es ir escalonando el gasto y no esperar a hacer la inversión de golpe.

¿Qué cosas consideráis como padres que son imprescindibles al empezar el colegio y cuáles accesorias?

— Lo más importante para nosotros no es lo que necesitan desde el punto de vista material, sino sentarnos con cada hijo para ver cuál es la actitud y lo que quieren conseguir a lo largo del curso. Para nosotros, el año comienza con el año escolar, por lo que es el momento de ver en qué necesitamos mejorar nosotros como padres y con cada niño. Por ejemplo, Inés —5 años— este curso lo que va a trabajar es no llorar y hablar más bajito, Jaime —6 años— «no tener la mano tan larga». Y así, con cada uno de ellos, hasta llegar al mayor, cuyos propósitos empiezan a ser más serios y a trabajar cosas del carácter que le puedan ayudar en su día a día.

En línea con la respuesta anterior, ¿cómo preparáis con ellos la vuelta a la rutina, reencuentro con compañeros, nuevas experiencias, etc.?

— Tratamos la vuelta al cole con normalidad, todos están deseando el reencuentro con sus amigos. Quienes nos preparamos bien para la vuelta «a nuestro cole» somos nosotros como padres, ya que tratamos de estar en casa siempre uno de los dos cuando ellos vuelven a casa para que sientan que le acompañamos en su día a día. Esta tarea no es fácil, pues los dos tenemos trabajos muy absorbentes, pero ambos ponemos todo de nuestra parte para conseguirlo.

¿Y cómo lleváis vosotros todas esas obligaciones —por ejemplo, los deberes— y también el ocio —los cumpleaños— que, en otros tiempos, eran cosas de niños y cada vez son más gestionadas por los padres?

— La gorra de taxista va con el cargo de padres: extraescolares, cumpleaños y trabajos en grupo hacen que cada día tengamos que organizar la llevada o recogida de alguno de nuestros hijos. Sobre los grupos de WhatsApp es Teresa quien los gestiona y, a veces, es cierto que se hace cuesta arriba, pues tras un día de trabajo puedes llegar a tener cientos de mensajes en cada grupo. Desde hace tiempo decidimos leerlo todo en diagonal para coger la idea principal y escribir cuando es estrictamente necesario para no saturar el chat. Para ciertas personas es importante la comunicación por ese medio, por lo que no juzgamos la participación de cada uno —que, a veces, puede resultar excesiva para otros— en estos grupos.

Las familias numerosas asumen renuncias que en la sociedad de hoy no se entienden. ¿Cómo explicaríais a alguien lo que compensa viviendo vuestra realidad?

— Renuncias sí y muchas, pero lo que sí que tenemos claro es que nos sentimos orgullosos de la realidad que vivimos. El dinero no lo es todo; a veces se tiene más, otras menos, pero lo que nosotros teníamos claro es que nuestra vida no iba a estar condicionada por cuestiones materiales… Eso sí, hay que tener los pies en la tierra y hay momentos de «angustia» como consecuencia de la familia que tenemos. Como ejemplo de renuncia, tras más de 13 años de casados y con dos buenos trabajos no hemos podido tener una vivienda en propiedad. Cuando, por fin, conseguimos ahorrar el dinero para dar la entrada de una casa, llegó Gonzalo y con ello la necesidad de un coche más grande, así que nuevamente tuvimos que renunciar a la casa en propiedad para comprar el coche.

Siempre hay más satisfacciones que incordios, siempre hay más alegrías que penas, siempre hay mejores momentos que peores y, si no es el caso, hay que cambiar la dinámica y hacerles ver que son unos afortunados... Y, a veces, hay que mirar a otro lado con naturalidad para no llegar a la desesperación extrema.

Cada vez hay menos familias numerosas y muchos niños las conocen a través de compañeros de clase que, como es vuestro caso, forman parte de una de ellas ¿Qué aporta una familia numerosa en un colegio en este sentido?

— Están transmitiendo los verdaderos valores de nuestra cultura que, por desgracia, se han perdido y están llevando a tantos problemas en la adolescencia y juventud. La generosidad frente al egoísmo, lo verdaderamente importante frente a lo material, compartir contra la soledad o sentirse útil frente a no saber qué misión tenemos en el mundo.