La embarcación, de tres potentes motores y un radar, estaba situada en la zona de las Casas de BonaresGuardia Civil

Huelva

Abandonan una narcolancha con tres motores de gran potencia en la playa de Mazagón

La semirrígida estaba equipada con sistemas de alta tecnología

Este pasado domingo, 13 de octubre, un corredor alertó a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de la presencia de una narcolancha de gran envergadura varada en la orilla de la playa onubense de Mazagón.

La embarcación, de tres motores de gran capacidad y un radar, estaba situada en la zona de las Casas de Bonares, lugar hasta el que se desplazaron varios agentes de la Guardia Civil tras recibir el aviso que narraba la desatención de la nave a orillas de la franja costera.

Una vez en el lugar, los efectivos del Instituto Armado descartaron la posibilidad de que la embarcación contuviera un posible alijo de droga. No obstante, tal y como recoge Huelva Información, algunos testigos que se percataron del abandono de la semirrígida confirmaron la presencia de huellas de coche y restos de carcasas del motor junto a la narcolancha.

La investigación sigue en marcha por parte de la Guardia Civil para poder determinar el por qué de la aparición de la goma en la playa de Mazagón, cuál es su procedencia y, sobre todo, qué sujetos están implicados en el suceso.

La narcolancha de Valdelagrana

No es la primera vez que esto sucede en la costa andaluza. La playa de Valdelagrana de El Puerto de Santa María fue el escenario de un episodio similar; sin embargo, en esa ocasión conducían la nave dos ocupantes, que al dejar la goma encallada, huyeron del lugar a toda prisa.

Esta embarcación, localizada cerca de la bajada a la playa de Los Toruños, también tenía tres motores fueraborda y fue encontrada sin cargamento de droga en su interior. Fue la Guardia Civil el equipo encargado de la investigación.

Cabe mencionar que este tipo de abandonos se producen normalmente por fallos mecánicos o por la imposibilidad de llevar a cabo un porte de manera exitosa. Al existir la posibilidad de ser interceptados, los líderes de estas organizaciones valoran el riesgo y optan por dejar varadas las semirrígidas aunque se queden en lugares visibles.