La historia que hay detrás de la paloma blanca posada en la cruz de la Piedad de Málaga

La Piedad es una imagen icónica de la Semana Santa malagueña, aunque no es de las más antiguas, pues la Real Hermandad de Nuestra Señora de la Piedad no fue fundada hasta 1929. Fueron cuatro carteros, Eduardo Cebreros Fernández, Francisco Ciano Solís, Francisco López Yepes y Serafín Claros, los que, ante la falta de una advocación como la Piedad, decidieron llevar a cabo esta empresa, encargando el conjunto escultórico a Francisco Palma García, quien realizó el diseño, y a Francisco Silva, quien lo talló.

Lamentablemente, la imagen fue destruida en el mes de mayo de 1931 y el trono que podemos ver hoy es obra de Francisco Palma Burgos, hijo de Francisco Palma García, y data de 1942. Pero el resultado es muy similar al original, incluyendo, incluso, un detalle muy llamativo: una paloma blanca posada sobre la cruz que cierra el conjunto.

La paloma blanca

Aunque no hay textos que corroboren la historia que ha quedado en el imaginario popular, se cuenta que, muy cerca del taller en el que trabajaba Francisco Palma García existía un palomar. Y cuando el artista se encontraba precisamente trabajando en la Piedad, una de esas aves entró en el local y se posó suavemente sobre la escultura. Palma vivió este poético suceso con ternura y consideró necesario colocar una paloma blanca sobre la cruz del conjunto.

De hecho, la familia Palma, ya con el segundo conjunto terminado, regaló a la Hermandad una paloma blanca de terracota, para que el recuerdo del escultor original siempre estuviera ahí.