Finalista del Mundial de Oratoria en Español
Alberto García Chaparro: «La comunicación oral debería ser una asignatura obligatoria en los colegios»
El joven malagueño imparte clases de oratoria en colegios y universidades y ejerce de asesor de comunicación política en el Senado
Nunca se queda en blanco. «Hay mucha preparación detrás, mucho estudio, mucha información, mucha lectura, por eso nunca me he quedado en blanco. Espero que la primera vez que me pase no sea en Argentina», bromea. Alberto García Chaparro, malagueño de Rincón de la Victoria, es uno de los cuatro finalistas del Campeonato del Mundo de Oratoria en Español, 'Esto es debatible', que se celebrará el próximo 17 de octubre en la Universidad de Belgrano, Buenos Aires.
Tras haber superado diversas fases clasificatorias y haber dejado atrás a más de 500 participantes hispanohablantes gracias no sólo a la valoración de expertos en la materia, sino también al voto popular a través de redes sociales, Alberto se enfrenta a esta final a cuatro ilusionado y con muchas ganas. «Me lo tomo como una verdadera oportunidad profesional. Tengo muy claro que ganar el mundial sería un hito sin precedentes en mi carrera, que es un tren que hay que intentar coger, pero soy consciente de que no todo se acaba en esta final», confiesa.
Y es que, a sus 22 años, Alberto ya está curtido en el mundo de la oratoria y el debate, una pasión que comenzó en sus años colegiales y que exprimió al máximo en la universidad, donde realmente se profesionalizó. Hoy estudia quinto de Derecho y Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas, es asesor de comunicación política en el Senado y da formaciones en colegios y universidades, un currículum más que destacable a su corta edad.
De cara a la esperada final, el malagueño, que ya conoce el tema sobre el que deberá hablar, se está preparando «como cualquiera se puede imaginar: buscando información en Internet, practicando los discursos y prestando mucha atención a los detalles. A mí me gusta dedicarle mucho tiempo a pensar en los elementos visuales, en cómo me voy a mover por el escenario, pensar en qué ropa me voy a poner, tenerlo todo lo más medido posible para reducir el factor suerte al máximo. Suele decirse que no hay mejor improvisación que la que se prepara, así que yo sigo esa máxima», admite.
Pero, a pesar de su exhaustiva preparación, para Alberto siempre hay un lugar para la improvisación que reside en la imposibilidad de conocer la respuesta del oponente. «Por necesidad, en los discursos hay improvisación. Yo puedo estudiarme el tema, puedo ver alternativas, puedo prepararme evidencias, papeles, informes… pero no sé qué me va a contestar la finalista peruana hasta que no llegue allí». Sin embargo, asegura que «cuanto menos espacio se deje a la improvisación, mejor. Ahora bien, eso no quiere decir eliminar la naturalidad, que en un discurso es súper importante».
La comunicación oral, una aptitud transversal
Independientemente del resultado de la próxima final, el malagueño tiene muy claro su futuro profesional: el servicio público. «Con esto no quiero decir que quiera ser diputado o moverme siempre en el mundo de la política, que me encanta. Lo que de verdad veo como mi profesión es ser docente, que para mí es servir al público». Alberto reconoce que disfruta enseñando, creando relaciones con los estudiantes y transmitiendo conocimiento. «Me lo paso muy bien con mis alumnos y quiero que sea la tarea principal de mi vida, aunque el activismo político por supuesto que no lo descarto».
Una de las asignaturas pendientes del sistema educativo en España, en palabras del joven orador, es la comunicación y la expresión oral. Gracias a su labor formativa en colegios y universidades, Alberto conoce de primera mano las carencias que afectan a los estudiantes y se encuentra a diario con «un problema muy grave de falta de habilidades personales y comunicativas, además de una pantallitis llevada al extremo».
«Se tiende a pensar que la comunicación oral sólo sirve para los que hacemos derecho, relaciones internacionales o periodismo, pero es una habilidad completamente transversal que sirve para absolutamente todo», explica. Aunque no se considera un experto en educación, Alberto piensa que esta materia «debería imponerse como una asignatura obligatoria o bien redefinir la forma en la que impartimos el currículo educativo para darle más peso a las habilidades comunicativas y a la expresión oral porque, ¿de qué me vale todo el conocimiento que yo pueda tener sobre derecho, ingeniería o medicina si no sé sintetizarlo y comunicarlo a los demás?», plantea.