Gloria Gamito: «El gran legado de Santa Ángela son las Hermanas de la Cruz»Cedida

Entrevista

Gloria Gamito: «Sor Ángela es la Santa de Sevilla, con ella no existen detractores, solo hay partidarios»

La periodista acaba de publicar el libro Santa Ángela y la sabiduría de la Cruz, una biografía de quien se hizo «pobre entre los pobres»

En Sevilla, la santidad viste hábito de parda estameña y calza alpargatas. Las Hermanas de la Cruz son patrimonio de una ciudad que, en este caso, no hace gala de esa dualidad que tanto la caracteriza, sino que reza de forma unánime ante quien se hizo pobre entre los pobres, Santa Ángela de la Cruz.

Ella fundó la Compañía de la Cruz, que aún hoy –150 años después de su creación–, sigue haciendo el bien en los barrios más pobres de Sevilla y de otras ciudades del mundo, encarnando el verdadero sentido de la palabra caridad en todas sus acepciones.

Y si alguien la conoce bien es la periodista Gloria Gamito, que ha escrito el libro 'Santa Ángela y la sabiduría de la Cruz', una biografía que nos acerca a su figura de una forma diferente, a través de las prendas de su hábito, conociendo detalles de una vida marcada por su entrega a los demás, un genio vivo siempre dominado para hacer la voluntad de Dios.

Enrique Belloso, delegado diocesano de Apostolado Seglar de la Archidiócesis de Sevilla; Concepción Hernanz, responsable del área de Publicaciones de la Editorial CCS; Mons. Teodoro León, obispo auxiliar de Sevilla; Gloria Gamito, periodista y autora del libro; Francisco Herrero, presidente de la Cámara de Comercio de Sevilla; y Francisco Correal, escritor y periodistaCedida

– El Papa Francisco habla de los santos de la puerta de al lado en su Exhortación Apostólica Gaudete et Exultate, ¿podríamos decir que algo así representa para los sevillanos la protagonista de su libro?

– Yo pienso que Sor Ángela es la Santa de Sevilla. Con Ella no existen los detractores, solo hay partidarios, porque aglutina a todos los ciudadanos y lleva consuelo material y espiritual. No creo que los devotos la consideren una santa de la puerta de al lado, sino una Madre que nunca abandona a sus hijos y les concede calderilla de milagros –como decía el padre José María Javierre, su primer biógrafo–. De ahí la afluencia de personas a la Capillita más santa de Sevilla. Quizás Ángela Guerrero González, tomando el ejemplo de sus padres, sí fue una santa de la puerta de al lado, que compartía su comida con los necesitados, los visitaba en sus casas y en sus ratos libres hacía escapularios que vendía para darles el dinero a ellos.

– ¿Cómo es la evolución de la zapatera a la santa?

– Sor Ángela nació en una familia humilde y muy religiosa. Sus padres, Francisco y Josefa tuvieron catorce hijos, pero solo vivieron seis. Vivían en la Plaza de Santa Lucía, 5, en una casa de vecinos. Desde muy pequeña Sor Ángela visitaba a la Virgen de la Salud de la parroquia de Santa Lucía y fue a una escuelita para niños pobres. Entró muy pequeña en el taller de calzado Maldonado, allí destacó por su habilidad manual y tenía un gran futuro profesional, pero Dios dispuso otros planes para ella. La evolución de zapatera a monja la realizó dirigida por el Padre Torres Padilla, recientemente beatificado, al que conoció en el confesionario. Él la orientó hacia la caridad y fue puliendo su carácter. Ángela quiso ser monja de clausura, pero fue rechazada por su falta de estudios y porque la vieron muy endeblita. Luego, de acuerdo con el Padre, quiso ser monja de vida activa y entró en las Hijas de la Caridad. Las monjas estaban muy contentas con ella e incluso tomó los hábitos, pero enfermó y tuvo que volver a su casa. El Señor le iba a mostrar otro camino, el que eligió para ella, el de la Cruz.

– ¿Qué destacaría sobre su personalidad y carisma?

– Ángela Guerrero fue una elegida del Señor. Tras los dos intentos de ser monja que habían fracasado, Ángela decide, bajo la dirección del Padre Torres, vivir conforme a los consejos evangélicos y, al poco, firma como Ángela de la Cruz. En una reunión de vecinos que criticaban a una señora rica que socorría a los pobres y les pedía resignación, Ángela pensó que solo haciéndose pobre con los pobres podría llevarlos a Cristo y que sería bonito fundar un Instituto que viviera la pobreza extrema. Se lo comentó a su director espiritual y Torres Padilla le dijo que escribiera los pensamientos de su vida espiritual. Así, el 2 de agosto de 1875, con Sor Ángela y tres compañeras más, en una habitación con derecho a cocina del corral de vecinos del número 13 de la calle San Luis, nació la Compañía de la Cruz.

– ¿Cuál consideras que es el gran legado de Santa Ángela de la Cruz?

– El gran legado de Santa Ángela son las Hermanas de la Cruz, los ángeles en la tierra que confortan a pobres y enfermos, y que demuestran que el camino de santidad de Sor Ángela es viable. Santa María de la Purísima de la Cruz, considerada por sus hijas la perfecta Hermana de la Cruz, lo ha demostrado con su meteórico proceso de Canonización.

– ¿Cómo continúan las Hermanas de la Cruz siendo fieles a lo que Santa Ángela fundó?

– El año que viene se cumplen 150 años de la fundación del Instituto, que sigue fiel a todo lo marcado por Sor Ángela. Fue Santa María de la Purísima la que supo guiar a la Compañía por la senda de la fidelidad más absoluta en los convulsos tiempos después del Vaticano II, cuando muchas congregaciones realizaron cambios muy bruscos. Las Hermanas de la Cruz siguen fieles a su carisma y a los ministerios que instituyó Sor Ángela con total gratuidad para los beneficiarios: pedir limosna por las casas, visita y vela a enfermos en sus casas -a los que asean, curan y cocinan su comida-, residencias de ancianas, residencias de niñas de familias desestructuradas, colegios de Educación Infantil y Primaria, catequesis, talleres de formación, clases de apoyo y asistencia a las familias para amortajar a los muertos.

– En un momento tan polarizado como el que vivimos actualmente, resulta muy inspiradora una figura como Santa Ángela de la Cruz, cuyo convento sobrevivió a los altercados previos y durante la proclamación de la II República. ¿Qué las hizo intocables a ella y al resto de la congregación en aquellos momentos?

– Las hizo intocables toda el hambre que habían quitado a los obreros sevillanos y a sus familias, que vivían en las infraviviendas insalubres que eran los corrales de vecinos. Su labor de entrega en las enfermedades, las temibles riadas del Guadalquivir y epidemias de cólera y viruelas. Cuando se proclamó la II República en 1931, el 11 de mayo se quemaron algunas iglesias en Sevilla. Una de ellas fue la del Buen Suceso de los carmelitas calzados, muy cerca de San Pedro y de la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz. Tras quemar a la Virgen del Carmen de este templo, los revolucionarios se dirigieron a la calle Alcázares y algunos de ellos quisieron quemar el convento de las Hermanas. Otros les contestaron: «Esta no, que es la casa de las Hermanas de la Cruz». Y esa misma noche las Hermanas salieron sin problema alguno por las calles de Sevilla para sus asistencias a los enfermos como estipulan sus Reglas. Y el 5 de marzo de 1932, tres días después de la muerte de la fundadora de las Hermanas de la Cruz, el Ayuntamiento republicano por unanimidad acordó rotular la calle Alcázares, donde está la Casa Madre, con el nombre de Sor Ángela de la Cruz.