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Don Juan Carlos abraza a Don Felipe tras firmar su propia abdicación como Rey

Don Juan Carlos abraza a Don Felipe tras firmar su propia abdicación como ReyCasa del Rey

10 años de la abdicación  Así se fraguó la decisión más difícil del Rey Don Juan Carlos

Durante la grabación del mensaje de televisión hubo que repetir varias tomas porque al Monarca, emocionado, se le saltaban las lágrimas

Hoy hace diez años Don Juan Carlos decidió poner fin a uno de los reinados más brillantes, largos y excepcionales de la historia de España. El viejo Rey llevaba meses madurando la decisión. Él sabía que había dejado de estar en su mejor momento. Había cometido errores personales que estaban eclipsando sus grandes logros institucionales.

La primera persona con la que compartió su decisión fue el Príncipe, se lo dijo en enero de 2014, a la vuelta de la Pascua Militar, donde se equivocó varias veces al leer el discurso; la segunda fue el jefe de su Casa, Rafael Spottorno. Don Juan Carlos sabía que su hijo estaba en plena madurez, perfectamente preparado para asumir el peso de la Corona en una España cambiante cuyos políticos se alejaban a toda velocidad de los valores de la Transición.

A la espera del Príncipe

El día elegido fue el 2 de junio. Aquella mañana la alarma saltó muy temprano cuando Moncloa anunció que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, haría una declaración institucional a las 10:30. El jefe del Ejecutivo había estado despachando en el Palacio de La Zarzuela y el Rey le había comunicado oficialmente su decisión de abdicar. Solo había que esperar a que aterrizara el avión que traía al Príncipe de El Salvador, donde había representado a España en la toma de posesión de su presidente.

Don Juan Carlos firma en su despacho la carta en la que comunica su desea de abdicar

Don Juan Carlos firma en su despacho la carta en la que comunica su deseo de abdicarCasa del Rey

Rajoy ya lo sabía desde el 31 de marzo, cuando Don Juan Carlos se lo adelantó a la salida del funeral de Adolfo Suárez para que fuera poniendo en marcha con el mayor sigilo el procedimiento de la abdicación. Iba a ser la primera que se producía en España en una Monarquía reinante desde hacía 290 años. Más adelante se lo contó al líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, y a los expresidente del Gobierno. La imprudencia de dos de ellos provocó una filtración y a punto estuvo de arruinar el relevo.

La emoción obligó a grabar de nuevo

Cuando Rajoy salía del Palacio de La Zarzuela ese 2 de junio, entraba un equipo de cámaras de TVE para grabar el mensaje que Don Juan Carlos quería transmitir a los españoles. La grabación no fue fácil. Hubo momentos en los que al Rey emocionado se le saltaban las lágrimas y había que repetir la toma.

Atrás quedaban 39 años del reinado de un hombre con una personalidad arrolladora que, aunque algunos ahora lo pongan en duda, amaba a España por encima de todo y había hecho posible lo que a muchos le parecía imposible. Tras la muerte de Franco, el nuevo Rey se había puesto al frente de una generación de españoles que querían aparcar los rencores del pasado y construir una España diferente.

Cuando la tendencia mundial del siglo XX era convertir Reinos en Repúblicas, él consiguió restaurar la Monarquía en España tras un paréntesis de 44 años.

En apenas año y medio, se despojó de los poderes heredados de Franco y devolvió España a los españoles, que celebraron el 15 de junio de 1977 sus primeras elecciones libres. Y 18 meses después sancionaba la única Constitución española redactada mediante el consenso y avalada en referéndum por el pueblo español.

El rey Don Juan Carlos recibe la ovación del público en la última corrida de toros que presidió como Monarca

El rey Don Juan Carlos recibe la ovación del público en la última corrida de toros que presidió como MonarcaCasa del Rey

El escepticismo con el que la comunidad internacional miraba a España pronto se convirtió en admiración y hubo un momento en el que todos los jefes de Estado envidiaban su currículum.

Don Juan Carlos fue el primer Rey que viajó a América, que recibió al Papa y que abrazó a los indígenas; el Rey que logró parar un golpe de Estado el 23-F de 1981, el que reconcilió a los españoles, el que devolvió España a Europa tras siglos de aislamiento, el mejor Embajador, el que apoyaba a las empresas españoles y al mundo de la cultura, el primer soldado de unas Fuerzas Armadas transformadas y el que apostó por el deporte español y por albergar los mejores Juegos Olímpicos en Barcelona 92.

El Rey de todos los españoles

También fue el Rey que hacía suyo el dolor ante cualquier tragedia, el que no pudo reprimir las lágrimas por la muerte de su padre, el que pidió perdón por sus errores personales, el que visitó los poblados de La Celsa o del Pozo del Tío Raimundo y se tomó un «cafelito» con los patriarcas gitanos... Fue el Rey de todos los españoles.

Pero ese mismo Rey impecable en el terreno institucional, sometido desde niño a consejeros que le marcan el camino y habituado a buscar válvulas de escape a su rebeldía, empezó a cometer errores en su vida personal que salieron a la luz en el peor momento.

Don Juan Carlos sanciona su última ley: la de su propia abdicación

Don Juan Carlos sanciona su última ley: la de su propia abdicaciónCasa del Rey

De repente, Don Juan Carlos se vio cercado por tres circunstancias que desencadenaron la tormenta perfecta. La primera, su caída en Botsuana desveló la presencia de una ambiciosa mujer 26 años más joven que él y con gran afán de protagonismo y enriquecimiento. La segunda, una larga racha de intervenciones quirúrgicas que se iban encadenando. Y la tercera, el caso Nòos, por el que su yerno fue condenado a prisión y su hija se tuvo que sentar en el banquillo de los acusados, aunque después fue absuelta.

De los aplausos a las críticas

Todo eso estalló en cinco meses, en medio de una grave crisis económica, con la prima de riesgo a 400 y la sensibilidad social en carne viva. En pocas semanas, Don Juan Carlos pasó de ser ovacionado y aplaudido a recibir un aluvión de críticas. Y todos sus éxitos del pasado se borraron de un plumazo.

A Don Juan Carlos le habría gustado disponer de tiempo para recuperar su popularidad, pero a medida que pasaban los meses, el panorama político se mostraba más inquietante con la irrupción de nuevos partidos y alguno de ellos antisistema. O abdicaba en la primavera de 2014, tras las elecciones europeas, o tendría que esperar casi dos años, porque en 2015 se celebrarían cuatro procesos electorales, cuyos resultados inciertos complicarían el procedimiento. Además, en ese momento Alfredo Pérez Rubalcaba seguía al frente del PSOE, lo que garantizaría el respaldo de los socialistas.

Se barajaron tres fechas

Solo quedaba elegir el momento más oportuno y se barajaron tres fechas para anunciar el relevo: la última semana de mayo o las dos primeras semanas de junio. Y se eligió el 2 de junio. Esa mañana, el rostro de Don Juan Carlos apareció en la televisión: «Quiero lo mejor para España, a la que he dedicado mi vida entera», dijo.

Ceremonia de abdicación de Don Juan Carlos en el Palacio Real

Ceremonia de abdicación de Don Juan Carlos en el Palacio RealCasa del Rey

Nueve días después, el 11 de junio, la ley orgánica que hacía efectiva la abdicación quedó aprobada en el Congreso con 299 votos a favor, 19 en contra y 23 abstenciones. Y el 17 de junio, la aprobó el Senado con 233 votos a favor, 5 en contra y 20 abstenciones.

Superados los trámites legales, Don Juan Carlos reunió el 18 de junio en el Palacio Real a la España institucional para sancionar su última ley: la de su abdicación. Apenas contenía tres líneas, pero bastaron para cambiar la historia de España. Y esa medianoche, en cuanto el BOE publicó la norma, terminó el Reinado de Don Juan Carlos y empezó el de Don Felipe.

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